El mundo del arte se despliega como un oxímoron: cárcel de libertades, prisión sin paredes, cadenas de la libertad. Desde que, a finales del s. XIX, los artistas desplegaron las alas de la lucha por ejercer su práctica artística por fuera del rígido corsé de la Academia, cada “avance” liberador se fue convirtiendo en una “academia alternativa” con normas y manifiestos, seguidores y detractores. Como un panal de abejas, la realidad del mundo artístico va construyendo sus celdas: donde termina una, colinda la siguiente hasta formar una compleja comunidad de criterios, prácticas y pareceres. Alrededor de la idea de expresión sin límites, libertad creadora y otras formas de hablar que sitúan al artista contemporáneo en un mundo de infinitas posibilidades, opera la cerca metálica de una serie de cánones cuya existencia no se puede negar. Se ha comparado el mundo del arte con una religión, se diría politeísta: hay dioses,...sectas, dogmas, templos, santos, pontífices, que en sus creencias se unifican en una consensuada superficie por debajo de la cual se empieza a encontrar la aún más grande variedad de manifestaciones artísticas que coexisten hoy en día. Volviendo a los cánones, éstos, también se instalan en la mirada del espectador, quien, por lo general, deambula arraigado en la idea de la libertad de opinión. Aun así, frente a una obra de arte, lo que proporciona una primera red de auxilio, son las categorías, las etiquetas, una primera forma de “entender” lo que estamos viendo. Esto, lejos de ser una crítica habla de un comportamiento humano normal: se necesita estructura, parámetros, objetivos y orden. Aunque estemos hablando de la creatividad, que viene de otro mundo, uno sin límites, el aterrizaje de ésta es, en todo caso, entre meros mortales.
Como pintor abstracto, Antonio Puri (1966, Chandigarh, India) se topa con la primera e incómoda etiqueta; a pesar de esto, la abstracción misma constituye el inicio del descenso hacia la profundidad del significado. Es en este punto de partida, donde comienza un baile de interpretaciones entre la superficie y lo que encontramos por debajo de ésta. La obra, privada de literalidad, se convierte en un vehículo y receptáculo de espiritualidad y sanación personal compartida con quien quiere aceptar la invitación de perderse en un mar de vibración rojiza. Una de las primeras metáforas de las que habla Puri hace referencia a la liberación de las chaquiras de vidrio, - elemento común en la cultura de India y material dominante empleado por el artista, - del hilo que normalmente las une, simbolizando este último la religión que todo lo quiere controlar.
Este gesto habla de un profundo deseo de libertad, de no ser controlado, de liberarse de las etiquetas que el mundo del arte impone. Este deseo de libertad, de no estar constreñido, recorre la producción del artista y por ende su forma de pensar y ver el mundo. Al haber vivido en varias culturas, Puri ha interiorizado el hecho de que cada convicción es relativa, susceptible de reinterpretación. También es consciente de que hay algunas cosas que son parte de una estructura necesaria, aunque ésta se quiera en ocasiones tapar. Con el vaivén del cambio y con la práctica artística como fuente de autoconocimiento, el artista ha encontrado sus propias estructuras, sus propias interpretaciones del mundo.
CURAR LA RAÍZ
Uno de los conceptos que podemos revisar a través de su trabajo es el de Tantra , palabra que da título a la presente exposición. Encontramos una interpretación hindú, referente a la energía sexual del chakra raíz, la fuerza de la vida, que se encuentra en la base de la columna; una segunda acepción sería la budista, referente al paso del alma por todas las vidas hasta lograr el moksha , la iluminación o liberación espiritual; por último está lo que Tantra significa para Puri: para él es una forma de meditación que lo conecta con la raíz, con la tierra como fuente para curar la energía durante el confinamiento obligatorio en tiempos de la pandemia del Covid-19. La pieza Cien días de Tantra responde precisamente a esto: cien bastidores cubiertos por miles de chaquiras, colocadas una a una, reflejan diferentes tonos de rojo, siendo este el color del chakra raíz. Durante esta situación de cuarentena, Puri ha realizado una obra por cada día de encierro hasta llegar a cien, número con un significado especial para él. Todas están hechas con el mismo material, proyectan el mismo color en distintas tonalidades y representan una forma circular dentro del cuadrado del bastidor; en esta unidad minimalista cada una tiene una vibración flotante particular; hace pensar en Rothko y en su deseo de situar al espectador es una situación de emotiva contemplación e introspección espiritual. Es, en últimas, una abstracción del Tantra y en su multiplicidad un reflejo de la posibilidad de cada individuo de re-interpretar y apropiarse de lo que ya ha sido definido. Al abrir la interpretación de la obra al plano espiritual y de autoconocimiento, la mirada puede perderse en los detalles, la profundidad, las sombras y buscar el significado en el interior, más allá de la ayuda racional de las etiquetas. Hace pensar en la libertad de conciencia sobre la que escribió el filósofo Spinoza en un momento en el que los reinos europeos de la modernidad querían ejercer un monopolio sobre la misma. Si bien la libertad de conciencia, en términos religiosos, es algo que en una parte del mundo se da por hecho, es interesante trasladar esta idea a la apreciación estética; todavía está ligada a un conocimiento previo, a un bagaje intelectual. Frente al temor de no saber qué pensar, al miedo de no entender, Puri ofrece una vía de inmersión en la libertad y la profundidad de uno mismo. La superficie de la obra nos lanza a nuestro propio interior donde podemos explorar los límites de éste.
ASUMIR SIN MIEDO
Otras obras que nos facilitan la entrada al proceso y al pensamiento del artista son las que hacen referencia a la serie Lengua negra. Estas palabras conforman una expresión que en India se refiere a alguien que hace profecías; en principio, no tiene una buena connotación y es visto por los supersticiosos como algo negativo. Desde pequeño, Puri oyó que le decían así: lengua negra. Después de haberlo vivido con miedo y rechazo, Puri consigue aceptar que en realidad es algo único que debe abrazar. Así surge la idea de hacer visible lo que no se quiere ver y con ella la serie de obras arriba mencionada. Otra forma de profundizar más allá de la superficie. Lengua negra es una declaración de un artista que asume su identidad como individuo y como pintor: instalaciones
de múltiples cuadros trabajados con chaquiras y acrílico, mostrando su reverso y laterales desnudos, todo aquello que normalmente borramos de la pintura. La “lengua negra” sale de la pared hasta el suelo, desplegando, - como un abanico, - todas las huellas del proceso pictórico, el esqueleto que sostiene la práctica pictórica, como las vigas que impiden que una casa se derrumbe. Esas estructuras que bajan al mismo ritmo geométrico hacen pensar en Donald Judd.
Como artista, la práctica en ocasiones conlleva el mismo oxímoron del inicio: aunque como artista contemporáneo quiera ser libre, es imposible no tener referentes, es inevitable citarlos, honrarlos, pero paralelamente, se inicia un camino personal en el que uno debe perderse por todos aquellos senderos transitados con anterioridad a través de los cuales se empieza a construir uno pavimentado de honestidad y con identidad propia. Más allá de la primera impresión, las obras esconden pensamientos, procesos, oraciones, emociones y más. A través Lengua negra Antonio Puri, invita a mirar en las entrañas del artista, pero también de la tradición pictórica.
Por último y volviendo al contexto actual de la pandemia que azota al mundo, Tantra pone ante el público un proceso de sanación personal que es a la vez una invitación a tomar conciencia de nuestro propio proceso. La enfermedad pone en jaque los sistemas conocidos, que hasta hace poco dábamos por hecho, desde lo cotidiano hasta lo profesional, dándonos de bruces con una aproximación de la Teoría del Caos: una pequeña variación en el sistema puede provocar que, en un punto, en su comportamiento sea impredecible. Independientemente de la forma exterior, la estructura interior necesita, ahora más que nunca, estar bien sólidamente fundada.
Caridad Botella, Curadora
Videos de la Exposición
CATALOGO TANTRA
Imágenes de la Exposición
100 days of Tantra 2
Entrada actualizada el el 06 sep de 2020
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