carlier | gebauer, Madrid, se complace en anunciar una nueva exposición de las cabezas de Thomas Schütte más recientes. Esta muestra, que recoge cinco cerámicas de la serie Old Friends Revisited, una gran Frauenkopf [Cabeza de mujer], y el conjunto Old Friends Revisited - 12 Scenes, compuesto por impresiones de inyección de tinta, presenta el ciclo de obras que lleva treinta años captando el interés creativo del artista.
Schütte confiere expresividad a las grotescas presencias de Old Friends Revisited, dotando al tradicional retrato de busto de unos rasgos faciales delirantes, que potencia con el uso brillantes esmaltes de colores llamativos. Estos «old friends» aparecieron por primera vez en forma de figuras con la cabeza del tamaño de un puño en 1992, mientras Schütte disfrutaba de una beca en la Villa Massimo de Roma. En aquel momento, las investigaciones judiciales comenzaban a destapar lazos hasta entonces inconcebibles entre el mundo de la...política y el crimen organizado, y «esos rostros malvados y torcidos» aparecían constantemente en los medios de comunicación, recuerda el artista. Así, la insólita corrupción política y moral parece haber servido a Schütte de acicate y justificación para abandonar ese carácter naturalista del rostro humano tan firmemente arraigado en la historia del arte, en favor de los excesos figurativos. No es que los Old Friends pongan rostro a la depravación y la bajeza moral, sino más bien al contrario: las cabezas de Schütte evidencian la imposibilidad de encarnar visualmente la maldad y el crimen. Estas fisionomías cuidadosamente modeladas proclaman la disociación de los significados a los que aluden. Pero lo que esa ruptura de los vínculos convencionales permite –como si de un nuevo comienzo se tratara– es un contagioso deleite en las innovaciones formales. Junto con el regreso a modelos de representación escultórica ya ensayados en épocas pasadas, la ruptura semiológica parece permitir a Schütte ampliar enormemente el potencial estético de su arte. Esa transgresión de los límites se manifiesta especialmente en las superficies de las esculturas –experimentales, pero excepcionalmente ricas y brillantes–, que el artista logra mediante la superposición de dos esmaltes diferentes, con los consiguientes e imprevisibles efectos de la mezcla sobre el material. La inclusión en el mundo de las imágenes de unos rostros tan repulsivos como estéticamente espléndidos, se legitima de manera genealógica por medio de una ancestral galería de «old friends»: fotografías de gran formato, impresas en giclée, de pequeñas cabezas de arcilla de colores.
Schütte compara y confronta los repugnantes rostros de Old Friends Revisited con una cabeza de mujer. «Pensé—comenta el artista—que era hora de hacer figuras totalmente hieráticas, con la mirada dispersa, algo realmente bello». El rostro apacible de esta ensimismada figura es otro de los componentes de este teatro de marionetas de Schütte: representa la hermosura y la intimidad y, por tanto, es un constructo tan estereotipado como los «old friends». Sin embargo, al igual que ocurre con estos, la lejanía de esta cabeza femenina de cualquier significado previsible posibilita alternativas para un exceso de invención estética. Un exceso que no deja de ser un reflejo de la crisis de la representación moderna, que reclama la improbable posibilidad de transmitir, a través de su exuberante sensualidad, una idea de lo que ya no se puede ni decir ni mostrar.
Thomas Schütte lleva participando en exposiciones en carlier | gebauer desde 1995, pero esta es su primera muestra en solitario en la galería de Madrid. En 2010, protagonizó una amplia retrospectiva en el Museo Reina Sofía.
Texto: Ulrich Loock
Entrada actualizada el el 11 mar de 2022
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