Julia Morandeira Arrizabalaga
El afecto se define como la capacidad de un cuerpo -ya sea humano, no-humano, mitad-cuerpo u otro- de actuar y ser objeto de la acción. Son aquellas fuerzas moleculares prácticamente imperceptibles que se dan en el encuentro entre esos cuerpos; es el temblor inconsciente que precede toda emoción, aquel fenómeno visceral e inmanente que sacude tu cuerpo hacia el movimiento y el pensamiento, o lo paraliza y desborda. Afectos y emociones han constituido un lugar privilegiado de las corrientes feministas para reclamar la producción de conocimiento experiencial así como las relaciones intrapersonales y de poder que establecen. Dirigir la atención a estas formas de transferencia y absorción implica subrayar la centralidad de la piel, del tacto, de las texturas así como del contacto y del contagio como formas de transmisión, pero también de transformación. El cuerpo de trabajo que Diego del Pozo ha desarrollado en los últimos años...atiende precisamente a esto. Aprender física (2012) desplaza la lectura de los cambios de paradigma en la historia - de la ciencia, de los movimientos rurales colectivistas, o de la crisis financiera- hacia el campo de la experiencia y sus múltiples capas, para poner así de relieve la variabilidad y volatilidad de toda posición y discurso. El video señala la dimensión física de la memoria del cuerpo colectivo, que persiste a través del tiempo aunque desaparezca de los libros. Pues los afectos operan como economías: circulan entre los cuerpos, desatando una avalancha de reacciones, y en su recorrido, van acumulando valor. Íntimas a la vez que impersonales, las emociones no residen en un cuerpo, objeto o sujeto; se adhieren a ellos y provocan cosas en ellos. Generan lazos, se pegan y se coagulan entre ellos hasta unir lo individual con lo social - el odio, la esperanza o el amor son claros ejemplos de ello. La intensificación de valor afectivo da forma a cuerpos y mundos, crea sus contornos y dirige sus relaciones; es un arma social poderosa, que no ha pasado desapercibida a los poderes gobernantes, que han buscado regular estas economías de manera estratégica . (Pensemos por un momento cómo se construye la animadversión social hacia migrantes y extranjeros, personas LGTBQI, árabes o musulmanas, por citar tan sólo unas pocas). Según Sara Ahmed, la teórica feminista que ha desarrollado esta cuestión de manera más extensa, juntos odiamos, y es este odio el que nos junta. El problema estriba en que los mecanismos de producción e intercambio social de estos afectos son premeditadamente y sistemáticamente ocultados: su producción deviene volátil, su intercambio inasible y en consecuencia, son justificados como naturales. Desvelar estos mecanismos de producción se convierte entonces en un gesto de transformación política. ¿Cómo usar las herramientas del arte para dar cuenta de las economías afectivas? ¿O incluso subvertirlas? A través de un ejercicio de analogías visuales que toma como eje una serie de fotografías de un espontáneo que irrumpe en la final de Roland Garros de 2013, bengala en mano, para protestar contra la aprobación del matrimonio homosexual en Francia, Deconstruyendo el odio (diaporama) (2013-2016) desarticula la violencia de la masculinidad -impositiva, excluyente y heterocentrada- que este gesto implica. El cuerpo desnudo del manifestante arrestado por las fuerzas de seguridad se va deshaciendo a través de asociaciones entre imágenes y dibujos en escenas de sociabilidad, afectividad y erotismo entre hombres. El gesto de Diego del Pozo aquí no sólo deconstruye y expande el modelo asfixiante de masculinidad que las fotografías originales vehiculan, sino que también apunta a la ambigüedad característica de las formas en las que se asientan las emociones. Pero sobretodo, dejan patente el potencial de intervenirlas para cortocircuitar su circulación hacia otras direcciones afectivas. Lo mismo ocurre en las series Tocar, no dominar I (2016) y Tocar, no dominar (dos conquistadores) (2016): la lógica dominante del dedo que ordena, que indica, que nombra y dirige de reyes, conquistadores y gobernantes es contrapuesta al diálogo de manos que se tocan, se abrazan y se entrelazan.
Pensando con los afectos, dos cosas quedan claras. En primer lugar, que la vulnerabilidad, o la capacidad de ser afectados, es aquello que nos une más allá de cualquier taxonomía normativa entre sujeto y objeto, representación y significado, tiempo y espacio, adentro y afuera, humano y no-humano. Esta acepción es afín a la definición de naturalezasculturas que acuña la historiadora feminista de la ciencia Donna Haraway, para indicar el carácter artificial de la división moderna entre naturaleza y cultura, y resaltar en su lugar el tráfico constante de discursos, imágenes y prácticas materiales entre los mundos culturales y naturales. Suaves se revelan, ásperas se cuidan, todas se tocan... (2016) es una instalación que invita a la experiencia de estos flujos de contaminación e indistinción de las naturalezasculturas a través del tacto, de la penetración y el hipertexto visual: viruses, tentáculos, manos de gorilas, transfusiones de sangre y estatuas griegas conviven en un dispositivo que desplaza la verdad del microscopio por la experiencia del glory hole. Es una invitación no sólo a experimentar el tocar como una forma sensible y sensual de conocimiento, si no a expandirlo más allá de la ontología individualista occidental: a percibir con otra piel, a ser tocado por otros miembros, o acariciar con ojos táctiles, como hacen algunos corales y la pancarta Ojos que acarician (2016). Pero de manera paralela, la instalación Lo inabordable se desintegra por contacto (2016) demuestra la lucha activa y contemporánea contra este paradigma del tocar tomando como caso de estudio las biopolíticas del acceso a Europa que se dan en las crisis patológicas, como la acontecida con el virus del ébola en 2014. El desmantelamiento del Estado del Bienestar en el sur de Europa, el incremento de la extrema derecha en muchos países, el endurecimiento de las políticas de control migratorio, el BREXIT o la crisis de los refugiados, son procesos que están articulando diferentes límites y exclusiones operativas dentro del continente europeo, de manera asesina. Lejos ya de ser garante de derechos y democracia, Europa se define por la condición de aislamiento: es la cápsula médica hermética, la fortaleza, la caja fuerte, el derecho limitado o el control fronterizo. La instalación superpone videos y dibujos sobre sábanas del Hospital Carlos III de Madrid (el centro donde se tratan las crisis infecciosas, y el que tuvo lugar el drama mediático del contagio de Teresa Romero) de la arquitectura de diferentes hospitales y del territorio europeo, junto con dibujos que retratan escenas de desinfección de cuerpos o cuerpos encerrados en trajes de protección infecciosa que invocan la estética de lo profiláctico, lo epidérmico y lo higiénico.
La segunda apreciación es que vivir sólo es una ficción, pues nuestras vidas se insertan en un entramado pantanoso de interdependencias y afectaciones mutuas. Sin embargo, en lugar de vivirlas de manera pública y colectiva, abrazando el potencial radical de transformación social que esto implica, el régimen neoliberal que nos gobierna confina las emociones al ámbito de lo privado y lo psicológico. Esto no hace más que perpetuar formas de violencia social y anquilosamiento del malestar que el diagrama Todo el malestar que se pueda soportar... (2016) hace explícitas. Contra ello, como nota final, se iza Cuerpos en colaboración (rocódromo) (2016-2017): un rocódromo cuyas piezas han sido moldeadas de manera colaborativa entre varias manos. Son, en definitiva, puntos de apoyo formados por la presión de fuerzas en un encuentro afectivo, que a su vez, anticipan la imaginación de estructuras que permitan superar accidentes a través del contacto y la colaboración colectivos.
Entrada actualizada el el 30 mar de 2017
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