En 1968, Nelson Goodman señaló, en su ensayo Los lenguajes del arte, que «la experiencia estética, más que estática, es dinámica. Esto implica la elaboración de discriminaciones delicadas y el discernimiento de relaciones sutiles […]; interpretar obras y reorganizar el mundo en términos de obras, y las obras en términos de mundo […] La “actitud” estética es inquieta, escudriñadora, comprobante, es menos una actitud que una acción: es creación y re-creación».
¿Es posible percibir hoy, en un tiempo caracterizado por la búsqueda de placeres inmediatos vinculados a la sociedad tecnológica y mediatizada en la que, en ocasiones, sobrevivimos a una desmedida saturación de información visual, el Arte actual en términos parecidos? ¿Denotar en las propuestas artísticas de nuestros contemporáneos lo estético en términos de interacción, inquietud y re-creación, como apuesta sensitiva más que intelectual?
Tal vez no sólo sea posible, sino necesario (casi vital) reivindicar la importancia de la experiencia estética como...hecho connatural al individuo. Iluminar los horizontes (íntimos y personales) por los que la Belleza debe transitar como contrapunto necesario a la vertiginosa velocidad de nuestro día a día y a las imposiciones de una sociedad globalizada que nos lleva a la estandarización.
Así, partiendo de estos presupuestos (inspirados en lo satisfactorio y enriquecedor que puede llegar a ser “vivir” el Arte), exprimamos al máximo cada una de las proposiciones que Anne Kampschulte, Camen Sicre, Lola Berenguer, Lola Valls, Toña Gómez o Pepa Satué nos presentan en esta ocasión. Reivindiquemos con ellas la subjetividad del placer estético; la necesidad de la experiencia estética en su sentido de aisthesis: de aprehender en cada una de sus propuestas la Belleza inherente a cada trazo, forma o insinuación, a las sugerencias de mundos implícitos –intuitivos, sensoriales, poéticos o enfáticos– por los que ellas transitan en el acto de la creación.
Tomemos el tiempo preciso para adentrarnos en cada obra y hallar en ella aquel matiz que, según nuestra experiencia individual y subjetiva, la harán única y diferente a las demás: aquella línea que despertará en nosotros sensaciones adormecidas; aquella forma orgánica que nos invitará a reflexionar sobre la Naturaleza y nuestros vínculos con ella; aquella sombra que, abstraídos por la falta de información innecesaria, sublimará la visualización de la escultura en su espacio; el contraste necesario que evocará en nosotros recuerdos imprecisos o ensoñados… Todas aquellas sensaciones que nos lleven a disfrutar del placer visual a través de la apuesta abstracta de estas seis creadoras. Desde la búsqueda de texturas y formas sensoriales que caracterizan la producción escultórica de Kampschulte, hasta la obra minimalista y reflexiva de Carmen Sicre; desde la apuesta abstracto-figurativa de Toña Gómez y el hallazgo en sus composiciones de los constantes vínculos entre Naturaleza e individuo que se han convertido en signo identificativo de su obra, hasta las meditadas composiciones, expresionistas en su concepción poética, de Lola Valls; pasando por el constructivismo posmoderno de Berenguer y Satué, artistas en las que la geometría deriva en imágenes de una sensibilidad pura, decantada por el tiempo y la experiencia, por la búsqueda de una propuesta individual donde la poética del vacío y la línea/forma se encuentran en armonía.
Detengamos ante cada obra y miremos, olvidemos la realidad que nos rodea e incluso la de la propia materia constructiva de la obra. Adentrémonos en los ritmos que aquéllas nos proponen, en la pasión que sus colores transmiten, en los múltiples reflejos y sombras que sus esculturas proyectan.
Dejemos que la apuesta personal e intuitiva que se hace manifiesta en las obras de todas y cada una de estas creadoras nos lleven a dejar atrás preguntas recurrentes como el por qué (se hizo), el qué (es esto) o el cómo (se realizó). Dejémonos llevar tan sólo por las sensaciones que nos transmitirán… abandonémonos hasta ese estado en el que nuestra experiencia sensible se convierta en algo único e irrepetible en el que las obras despierten con intensidad la “actitud” estética que todo individuo debería sentir (en términos goodmanianos) ante el Arte. Dejemos que sus trazos iluminen los horizontes de nuestra sensibilidad.
Juan Manuel Martín Robles
Director del Museo de Arte de Almería
Comisario de la exposición
Entrada actualizada el el 04 abr de 2017
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