Exposición en Madrid, España

Ubuntu

Dónde:
Ponce + Robles / Alameda, 5 / Madrid, España
Cuándo:
27 may de 2023 - 14 jul de 2023
Inauguración:
27 may de 2023 / 12 a 15 h.
Precio:
Entrada gratuita
Organizada por:
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición
Esta exposición forma parte del festival Off de PHotoESPAÑA 2023. UBUNTU explora lo privado desde lo público, lo global desde lo local y lo individual desde lo colectivo. El término “Ubuntu” es un concepto tradicional africano basado en la conexión del individuo con su comunidad y, a su vez, la relación de ésta con el entorno. A partir de esta idea, el colectivo Boa Mistura toma cada una de las letras que conforman la palabra y las solapan, dando lugar a una nueva composición armónica, dividida en 36 cuadrantes individuales, cuyo sentido sólo puede entenderse desde la concepción general de la obra, desvelada en su totalidad durante el Festival. ---------------------------------------------- BOA MISTURA. EN LAS FRONTERAS DEL COLOR Ubuntu es una de esas palabras preciosas capaces de abrazar más significados de los que podemos aprehender. Como palabra, proviene de las lenguas zulú y xhosa y obedece a una filosofía en la que compartir permite conectar empáticamente ... a la humanidad, donde la individualidad se asienta en la colectividad. Boa Mistura, tras una residencia en Sudáfrica, recoge este concepto para crear una obra que se fragmenta en 36 cuadrantes de 30 x 30 centímetros enmarcados de manera independiente y en la que la suma de esas individualidades conforma el Ubuntu, una vez que la pieza original es la suma de las letras de la palabra. Cuando alguien adquiere uno de esos fragmentos para su colección, Boa Mistura se compromete a pintarlo en un lugar del mundo, de modo que el coleccionista, con su acción privada, se convierte en mecenas de un proyecto en un espacio público que, en principio, desconoce. Como en la filosofía Ubuntu, cada acción tiene una consecuencia, con la particularidad de que el proyecto teje una suerte de tela de araña entre los artistas, los lugares y los coleccionistas entre sí, ideando una obra compartida ya que cada coleccionista únicamente puede comprar uno de los 36 cuadrantes. Boa Mistura se abre, una vez más, a la exploración, al descubrimiento serendípico, derivas que antes compartía con el espectador y que, en sus últimos trabajos como Ubuntu o Reversus, se ha extrapolado a la complicidad de quien quiera coleccionar esas obras, adquiriendo una importancia fundamental en el work in progress que define cada proyecto. Formalmente, el fragmento aquí es una forma plástica, perfecta, rotunda en su brevedad. El fragmento tiene un sentido propio, intrínseco, es una pintura en sí misma que permite la prolongación de la efimeridad característica del trabajo de Boa Mistura; la obra se vuelva elástica, porque la poesía de lo incompleto es siempre ilimitada. La cuestión no es baladí, porque en el fragmento, la noción de tiempo queda normalmente ausente, pero en estos fragmentos propuestos por Boa Mistura esa suerte de desorden temporal permite que la transformación sea continua y que su obra, siempre participativa y relacional, se mantenga en transición. Para todo ello, Boa Mistura se basa en el color y en el lenguaje. El color, en este caso, se desarrolla conformando un laberinto con forma de palimpsesto. Es un color penetrable, capaz de mostrar todas sus partes, al tiempo que las oculta para que ellas mismas se transformen. Mientras, el lenguaje, como el color, adquiere una cualidad táctil, y se configura como dibujo, como herramienta plástica, como estructura o huella de la idea. Poesía, dibujo y color se conjugan. Al fin y al cabo, el color es como una escritura preverbal, aunque siempre se escape. Boa Mistura ve el color desde dentro y tiene su arcoíris particular. Aunque el color no es algo que se pueda “decir”, como sabía muy bien Rimbaud, que nos dejó sus vocales coloreadas. La reverberación de los planos de color, que aquí es extraordinaria, ya ocupó grandes esfuerzos de sistematización teórica para artistas como Josef Albers, que nos enseñó que en la percepción visual casi nunca vemos un color como es en realidad, como es físicamente. Por eso un cuadrado negro no siempre es un cuadrado negro. Del mismo modo, los lugares escogidos por Boa Mistura para dar forma a Ubuntu, nos evocan lecturas muy diferentes según nuestra experiencias, vivencias, conocimiento o estado de ánimo, pero todas ellas son determinantes, para quienes habitan o imaginan esos paisajes. Pienso, en Norman Ives, diseñador de logotipos de gran plasticidad que tuvo a Albers como mentor. Ives, que aseveró que un diseñador debe distorsionar las letras para que estas resulten únicas, aunque conserven detalles que permitan su reconocimiento, defenderá que ninguna parte de un símbolo se puede suprimir sin destruir la imagen que crea, ya que, como una Gestalt, el efecto psicológico de la imagen total es mayor que la suma de sus partes. Estas premisas son aplicables aquí si pensamos que Ubuntu es, antes de nada, un mapa imaginario en el cual se puede entrar y convivir, una suerte de cartografía sentimental donde cada persona va a empatizar más con una parte concreta que con otra. La reverberación en las fronteras del color es extrapolable no solo a la intención de Boa Mistura por trabajar en entornos periféricos, generando fisuras en la percepción, sino a la manera de juntar personas cómplices que sin conocerse y sin conocer el lugar donde van a estar vinculados simbólicamente se configuran como piezas fundamentales. Boa Mistura proyecta esa sensación periférica también en el tratamiento de la tipografía, casi siempre fragmentada en sus procesos de anamorfosis. En este sentido, con sus proyectos han conseguido algo peculiar, al monumentalizar la naturaleza microscópica de la tipografía en entornos donde la naturaleza monumental de la arquitectura ya se quiebra en lo precario. Esta situación es curiosa si pensamos cómo conseguimos distinguir una arquitectura gótica de una barroca, o de una contemporánea, mientras que al leer un periódico no sabemos distinguir si su tipografía es romana, egipcia, o si cuenta con cuatrocientos o diez años de existencia. Boa Mistura invierte esa situación para monumentalizar la tipografía y rescatar una suerte de arquitectura sin sombra, empequeñecida, de apariencia insignificante, frágil, periférica, pero realmente significante para ellos y para quienes las habitan. Todo cobra sentido en el lugar, como modo de respuesta a una sensación, al contexto, que ha de ser auscultado previamente para aprehender su idiosincrasia. Por eso cada una de sus intervenciones en el espacio público es primeramente un diálogo, un metarrelato, un cruzamiento con el que realizan con el dibujo y el color, con esa superposición cromática y rítmica que declina en palabra capaz de desdoblarse, a su vez, en pequeñas pinturas abstractas que juntas conforman un todo, algo que nos conduce a aventuras tipográficas históricas como el Depero futurista, la supergráfica de Barbara Stauffacher Solomon para Sea Ranch, las páginas de La fin du monde de Fernand Léger, la publicidad de Rosmarie Tissi para la imprenta Anton Schöb o los collages dadaístas; no importa la legibilidad, sino lo que comunican la visualidad de las formas y sus fragmentos. Boa Mistura aprovecha la profundidad que permite la trasparencia y superposición de los colores, dándole una vuelta de tuerca a algo con lo que jugaban en las imprentas maestros del diseño como Piet Zwart o Paul Rand, como cuando en la sobrecubierta de The Second Man retrata a un hombre y su sombra sin permitirnos saber quién es quién. Boa Mistura mantiene esa incógnita mientras convoca y abraza la armonía, asentando sus composiciones en una geometría de proporciones ideales, que exigen, ser circuladas, como la propia arquitectura. Ubuntu es la historia de un intercambio a varias bandas donde la mirada está continuamente en deconstrucción y en estado de abismo, abierta a la experiencia espacial marcada por los artistas y a la sensorial en la que se nos invita a entrar. Más que nunca se propone una creación colectiva, una suerte de deriva situacionista por una banda de moebius, ya que nuestra errancia aquí siempre es cómplice de un objetivo: aunque no sepamos en que cara estamos, el fin es llegar a Ubuntu. Porque como advierte Merleau-Ponty, no se trata de ver la obra de arte en sí, sino el mundo a partir de la obra. David Barro

 

 

Entrada actualizada el el 23 may de 2023

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