A veces una sombra traslúcida, otras el pincel chorreando más agua de la cuenta. Luego, llegaron las ceras dejando una textura gomosa, cubriendo demasiado en algunas ocasiones y dejando trozos de la barra sobre el soporte; otras veces dejando ver el fondo del papel más de la cuenta. Y María Melero dejando las cosas pasar.
Las cabecitas malas juegan malas pasadas.
¡Ay ayy! ¡Esto no está perfecto!, debería seguir cubriendo.
Pero de eso se trata el juego, de encontrar incesantemente las formas y colores que respondan a lo que nos está moviendo al momento de la pintura.
Un día luminoso, María volvió a una obra inacabada en su estudio y pensó: ¡es perfecta! Así comienza el impetuoso flujo de obras que conforman la presente muestra. Desde los grandes formatos que dejan ver el recorrido del cuerpo frente al papel –que a veces fue tratado sobre el suelo y otras en el muro–...hasta pequeñas composiciones de dibujo veloz sobre papeles negros que son huellas directas de color, materia y pensamiento.
Reconozco que la libertad que he sentido pintando de esta manera, ha sido la libertad más absoluta, las piernas se me movían por inercia, las manos iban más ligeras, el movimiento del pincel no era premeditado, las horas pasaban volando. He jugado, he sido yo misma pintando más que nunca y ahora, por fin, después de todo este tiempo puedo mostrar el proyecto menos triste y más divertido en el que me he embarcado nunca.
Hay fuego porque eso es lo que yo he sentido que tenía por dentro, hay flores porque coño, que bonito y divertido ha sido todo, hay pájaros porque he volado todo lo que he podido permitirme y he podido obligarme también, a veces, y hay espinas porque desaprender también ha sido difícil.
Entrada actualizada el el 13 nov de 2023
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