El hombre en su evolución se ha ido desprendiendo de lo que no necesitaba, conforme van cambiando sus hábitos. Hemos logrado caminar erguidos, nos hemos librado de la mata de pelo que cubría nuestro cuerpo y hemos creado un mundo que cumple los requisitos deseados para vivir cómodamente. Si miramos hacia delante intentando adivinar el siguiente paso lógico que la evolución nos depara, todos coincidiremos en que nuestro dedo meñique acabará desapareciendo. Pero el cambio más importante, en cuanto a nuestro cuerpo se refiere, lo vamos a experimentar en nuestro sexo. Hablamos de una nueva definición que no se parece ni a un hombre ni a una mujer sino que se trata de un nuevo ser: el tercer sexo.