En “Unha Leira de Millo”, Cynthia Alfonso e Óscar Raña (Rapapawn), parten da linguaxe do cómic e a súa codificación popular para desenvolver un exercicio pictórico en chave secuencial que propón un bucle expandido onde as pinturas, tal que viñetas emprazadas a invadir o espazo expositivo, imprégnanse de abstracción ambigua, incógnitas cromáticas e xeometría inquieta.
Por outra banda, a idea “leira” alumea a dimensión procesual da proposta, xa que se busca referenciar as dinámicas de traballo colectivo propias do rural primixenio, ao pensar os distintos apartados da obra e os seus estremos espaciais (parede, lenzo, imaxe) coma terreos a repartir e cultivar entre os artistas.
A escena resultante, próxima á noción de instalación e lonxe da connotación privada comúnmente adscrita á división da terra e do traballo, plantexa unha experiencia aberta e inmersiva orientada a un público transversal e activo; convidando a súa vez a adoptar unha mirada crítica cara ás fronteiras...xerarquizadoras entre disciplinas, esferas sociais e estratos culturais.
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Tanto Renovadores como Atlánticos han sido calificados de transformadores de la plástica gallega. Vanguardistas los primeros y postmodernos los segundos, ambas generaciones han conformado el paisaje gallego de los últimos ochenta años. Este ritmo cuarentenar bien podría dar paso a una nueva generación de artistas que, hartos de emerger al dictado de las industrias culturales, empiezan a sumergirse mediante una mecánica implosiva de desconcertante alcance. Los museos nacionales de los cuarenta y cincuenta dieron paso a los centros de arte contemporáneo de los ochenta y noventa en un intento de modernizar, contextualizar y confrontar los discursos artísticos que se daban en la contemporaneidad. Galicia, al igual que otras comunidades autónomas, inauguró espacios para la divulgación y el conocimiento de las prácticas artísticas que se desarrollaban bajo presiones contemporáneas.
Pero todo esto, como es natural, no ha sido pensado ni diseñado para las nuevas generaciones de artistas que desarrollan su actividad en Galicia. Es por ello que los más jóvenes miran con extrañeza aquellas instituciones que nacieron a la vez que ellos; centros de arte que, como en el caso gallego, siguen homenajeando la aportación Atlántica, ya contextualizada y hermanada con la de sus predecesores.
Esta nueva generación de artistas no cree en la mitología publicitaria del artista emergente, más bien, ellos mismos se autodenominan sumergentes -pido prestada la expresión a Ventura Pérez-, ni tampoco en la capacidad simbólica y de visibilidad que pudiesen tener museos y centros de arte, ya que, en realidad, nunca han sido centros de nada, sino más bien excéntricos y periféricos del arte contemporáneo.
En este ámbito de desatención cultural se encuentra Rapapawn, un colectivo formado por Cynthia Alfonso y Óscar Raña, dos jóvenes artistas que, por derecho propio, construirán el imaginario gallego en las próximas décadas, y no sólo por su lógica identidad cultural, sino porque han sabido desarrollar un vínculo iconográfico y/o formal tanto con los históricos Renovadores como con los clásicos Atlánticos. El trabajo de Rapapawn nace de la autoedición gráfica, lo que en los ochenta se llamaba comic bajo la denominación de sello independiente. Tienen una clara vinculación con el videoarte, la animación, la música electrónica, el hip hop, la abstracción mecanicista y aromas a futurismo por su elogio a la máquina, y todo ello enlatado -porque estamos en Vigo-, en bucle, petado de color y sonido atonal. Pero más allá de las características visuales y formales, su iconografía bien podría asociarse a la pintura de Luis Seoane, Laxeiro, Lodeiro y/o Menchu Lamas, entre otros. Y la razón de todo ello se produce; por el uso de la línea (tramas, texturas, perspectivas, etc.) como elemento limitador y constructivo, el color como experiencia autónoma (saturación, efectos procedimentales ajenos, planimetría y degradados) en la activación del espacio de la pared (la pantalla, la pintura, e incluso la intervención en la pared misma), pero nunca dejándose seducir por el ilusionismo de la ventana.
La línea y color, podríamos decir, son los aspectos estructurales más significativos en la obra de Rapapawn, pero también coincidentes en la mayoría de los y las artistas de las generaciones anteriores, por lo que la continuidad con el imaginario gallego está asegurada. Lo que falta, ya no sólo a Cynthia y Óscar, sino a la nueva generación de artistas gallegos de la que forman parte, es el nombre, el bautismo grupal, ya que, si algunos de ellos se autodefinen como sumergentes, tal vez el nombre de Atlantes, a falta de otro mejor, les vendría que ni pintado.
Juan Carlos Román
Entrada actualizada el el 14 jul de 2022
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