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La muestra presenta 52 obras escogidas de las 125 obras que forman la Colección VAC (Valencia Arte Contemporáneo). VAC nació con ... el propósito de dotar a Valencia de una colección de obras fundamentales de artistas contemporáneos internacionales que en su mayoría no forman parte de los fondos de colecciones institucionales españolas. El catálogo que acompaña la exposición reproduce la totalidad de las obras que integran la colección, y contiene un texto del crítico alemán Veit Loers y un coloquio sobre la colección entre la especialista Emilia García-Romeu y el comisario de la colección Pablo del Val.

La Colección VAC es en su esencia una colección sobre la pintura y sus fronteras, formada por 94 artistas nacidos en el continente Americano y en Europa. Las 125 obras que la componen hasta la fecha, muestran las diversas manifestaciones formales, conceptuales y técnicas que definen la pintura como tal. Asimismo, ilustra como las últimas manifestaciones artísticas están llevando más allá la concepción tradicional que tenemos de la pintura.

La colección busca el equilibrio entre lo conceptual y lo visual, y aunque en ningún caso pretende ser un catálogo exhaustivo de la pintura contemporánea, sí nos muestra sus tremendas posibilidades, su eclecticismo y diversidad actual. La colección toca además muchos aspectos cruciales para el arte del siglo XX como las nociones de originalidad y creatividad, la relación entre pintura y fotografía ó la reinterpretación de la tradición pictórica.

Las obras presentadas en el IVAM se seleccionaron con la intención de visualizar los diálogos y confrontaciones entre las obras a lo largo del recorrido por las salas. El espacio expositivo se divide en cinco secciones:

La primera sección la componen las obras que plantean al espectador una reflexión acerca del significado de la “pintura”, explorándola como forma de expresión o como representación del poder a través del arte y de su historia. Las instalaciones de los Kabakov, Fernando Bryce, Matts Leiderstam y Nedko Solakov, nos inducen a releer y reinterpretar los estilos y clichés asociados a la tradición pictórica occidental. Complementan ésta introducción, dos retratos de Lennin en el estilo de Jackson Pollock (obra del colectivo Art & Language), una obra de Gavin Turk en la que el artista se autorretrata al más puro estilo Warhol, y un políptico de Rudolf Stingel.

La segunda sección nos envuelve en el mundo de la figuración; un estilo que poco tiempo atrás evidenciaba algunos prejuicios tales como ser en cierto modo reaccionario. Las obras de gran formato de Dubossarsky & Vinogradov, Mathew Benedict y Anke Doberauer, utilizan elementos o poses tradicionales en la historia del retrato occidental para llamar la atención sobre diversos temas. La fusión cultural entre la tradición pictórica del este de Europa y los iconos populares capitalistas, la inmigración magrebí en el sur de Francia ó la iconográfica del cómic de aventuras son algunos de ellos.

Las obras de Rita Ackerman, Marilyn Minter, Marlene Dumas, Enrique Marty, Tim Gardner y Christopher Orr (todas ellas de pequeño formato), nos acercan de una manera más íntima, obsesiva y desconcertante a una nueva lectura de la figuración y el retrato con inquietantes imágenes de contenido político, sensual, social y sublime.

La tercera sección está dedicada al paisaje. A lo largo de este recorrido apreciamos cómo la pintura contemporánea ha recuperado una de sus fuentes de inspiración más inagotables. Si la fotografía acoge al paisaje como uno de sus temas más recurrentes y socorridos, la pintura, a través de técnicas dispares, ha devuelto la actualidad a este estilo pictórico.

Koen van der Broek, Russel Crotty, Luca Pancrazzi, Enóc Pérez y Glenn Rubsamen, crean paisajes urbanos para reflexionar sobre la convivencia entre naturaleza y urbanismo y cómo ésta hace mutar nuestra noción de lo puramente estético, desde los paraísos perdidos y la especulación inmobiliaria, al feísmo de algunas urbes.

Maureen Gallace y Anke Doberauer, nos conducen a una primera lectura más tradicional cuyo academicismo o simplicidad derivan en lecturas más complicadas, todo ello en contraposición al paisaje digital en movimiento de Julian Opie, única obra en formato digital de la colección.

Antonio de Pascale y Sandra Gamarra embalan la noción de paisaje de manera menos directa. Pascale utiliza tabletas de chocolate cuyos ingredientes se convierten en causantes de desastres naturales, y Gamarra reproduce páginas de libros de culto del mercado del arte cuyas hojas se convierten en topografías.

El cuarto recorrido se centra en artistas que utilizan herramientas como la fotografía digital o los nuevos programas de software, mostrándonos cómo estos nuevos medios han transformado nuestra forma de asimilar las imágenes y el mundo físico.

Para muchos artistas de la colección como Torben Giehler, Paul Morrison, Melanie Smith, Jean-Marc Bustamante, Eugenio Dittborn ó Peter Zimmermann; el vídeo, el ordenador y la manipulación digital son parte integral de sus cuadros. Otros que además son cineastas no pueden separar su obra pictórica de su producción cinematográfica, como es el caso de Sarah Morris.

La quinta y última sección está dedicada a la abstracción en sus formas más variadas. Desde un tipo ecléctico e irreverente a otro tipo de abstracción que utiliza distintos lenguajes y estilos, ya sean elementos figurativos, el empleo de materia orgánica, invadir el espacio ó convertir la pintura en instalación.

En esta sección se mezclan obras de artistas abstractos alemanes (Helmut Dorner, Gunter Förg, Katherina Grosse, Georg Herold, Imi Knoebel, Albert Oehlen, Anselm Reyle y Gunter Umberg), con obras de artistas norteamericanos o afincados en Estados Unidos (Sue Williams, Elena del Rivero, Mary Heilmann o Fabian Marcaccio) y otros europeos como Callum Innes y Bernard Frize.

Esta es una forma de plantear la visita a la colección entre las diversas maneras de realizar el recorrido. Aunque se ha optado por una distribución a primera vista sólo basada en estilos tradicionales pictóricos, las conexiones entre las diversas secciones están siempre patentes, compartiendo puntos en común artistas de diferentes salas. Por este motivo se han intercalado en cada una de ellas instalaciones que nos recuerdan siempre esa delgada línea entre la pintura bidimensional y la pintura que expande e invade nuevos espacios físicos y mentales (Ian Kiaer, Jessica Stockholder, etc.)