FÉLIX SANZ

Lo que yo veo: Altares de barro elaborados con ofi cio y pasión aparecen esparcidos en un bosque formado por árboles de blanco luna, en cada cuenco una imagen, un estallido de color: árbol con ruedas, árbol alado, ballenas varadas en la tierra...

Piedras doradas, moldeadas por el viento y el mar, que acompañan al autor desde sus comienzos y que como él ruedan y ruedan con el tiempo como compañero.

A través del bosque, lienzo macizo y grágil que nos traslada una vez más a la visión de árboles con ruedas que vuelan, se entrecruzan y juegan con la luz que se refleja en sus hojas y su tronco.

Barro, palos y piedras, como medio y como soporte, para dar rienda suelta a un impulso arraigado en el alma del hombre, desde el principio de todo. La necesidad de alinear piedras, manchar ... rocas, pintar el aire o moldear tierra, hasta hoy y más allá: el impulso de crear.

No hay más discurso ni más ambages, sólo se trata de eso.

Amparo Herrero

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MONONA ÁLVAREZ

Formas gigantes han invadido el taller de Monona. Formas irregulares, inesperadas. Las frágiles porcelanas tiemblan desde las estanterías, mientras observan crecer esas piezas imponentes, enormes. Se levantan desde el torno con la arrogancia de titanes que ya hubieran existido desde siempre y estuvieran esperando a ser como son. Son rugosas, de tacto ardiente, con detalles delicados en mares de aspereza y furia. Son indomables, vienen a romper lo establecido. Como si dijeran a su autora: sí, ya lo sabemos, esta es la forma tradicional, la elegancia que aprendiste, la herencia de siglos depurando una curva; pero yo no soy así, tuérceme, levántame, aráñame, dame otra textura aunque te rompas los dedos, yo soy así. Al verlas me parecen innovadoras y a la vez parte de una tradición. Como si la voz lejana de una civilización muerta hubiera dictado a Monona una alfarería extinta y legendaria.

J. Martin Basas