Otoño 2021
Amor mío,
Me lo imagino así: estoy parado en tu jardín. Como sustituto de un paseo, deambulo de aquí para allá, esperando que algo se me revele. ¿Debería haber traído tapones para los oídos? Es como si algo estuviera a punto de suceder; hay espera y expectativa. Mientras espero, pienso en E. a quien ayudé, no hace mucho, a trepar a un tubo de hormigón que era más alto que su cabeza. A partir de ahí, inspeccionó a los otros niños que se turnaban mientras intentaban trepar a la tubería y luego volvían a bajar. Una niña contó, "uno, dos, tres,..." Eso me recuerda a tu uno, dos, tres, seguido de un "prueba, prueba" y el Half Pipe en tu jardín. Hubo una conmoción de dos chicos corriendo de un lado a otro, frente a la tubería. En la tubería, a dos metros de E., estaba la niña. Ella estaba...dirigiendo. De vez en cuando, la carrera de los niños se veía interrumpida por una caída, por quedarse sin aliento, por un cambio en las instrucciones del juego, por los transeúntes que se interponían en el camino, y así. Estos intervalos acentúan un ritmo, una experiencia de tiempo, tal como se respira entre una conversación y otra, o los silencios entre los sonidos de una conversación o una pieza musical. Un péndulo se balancea hacia adelante y hacia atrás e impulsa el movimiento hacia adelante de la vida: así es como lo imagino. La niña está componiendo música, pero no lo sabe. No sé si quiere que la vean allí, en su plataforma. Puedo verla. E. puede ver sus instrucciones a medida que se llevan a cabo. De la misma manera que lo haría Bach, sin que lo advirtiera, no se ve a sí mismo, mirando. Los niños no esperan. La chica, seguramente se parecerá a alguien, sin lugar a dudas. Siempre nos parecemos a alguien o nos confundimos con otra persona. Cuando me miro en el espejo, parezco verme a mí misma, pero es mi doble. La izquierda es derecha y la derecha es izquierda. Cuando te cortas el pelo también te miras al espejo. Necesitas revertir tus acciones. ¿Entonces puedes verte a ti mismo? ¿O ves a otro? ¿Ves pasar entonces tus versiones retratadas? ¿Esperas encontrar a tu hermano gemelo? Con tres espejos, ves más dimensiones; obtienes una mejor visión general, pero ¿quizás también estás buscando el segundo K.? ¿O son reproducciones de un mismo "yo"? ¿Esperas ser visto, a través del otro? Son sustitutos. Te veo. En el pasillo de los espejos, no sabía dónde estaba el espacio que podía mover. Seguí chocando con partes de mí mismo, con las paredes del espejo. Cuando era niña, iba a la feria todos los años, en Semana Santa, con mi abuela y mi abuelo y mis hermanos y hermanas. Se nos permitió entrar al salón de los espejos; el campo de tiro era solo para mirar. Soñé con disparar y dar en el blanco. Se nos permitía pescar patos, y luego elegía un juguete que, una vez aislado de la cacofonía de colores, se convertía en pequeño y vulnerable. La euforia se produjo en el momento de señalar lo que quería, dentro de la categoría elegida. Un premio cada vez. Y era mío. La feria éramos todos. Aquí estoy en tu jardín; Me siento más como una invitada que como una transeúnte. ¿O también podría terminar aquí por accidente? Reconozco los objetos. Parecen ser acciones preciadas o productos de deseos de otra cosa. Buscan un destino, una nueva vida, pero solo pueden ser lo que fueron, lo que nos recuerdan, lo que encarnan. Aquí hay más silencio, lo que me da una pausa para pensar. En el pasado, el ruido de la feria sonaba dentro de mí, deteniendo cada pensamiento. Siempre. Tardaría un año en recuperarme. No trabajas en una feria, ¿verdad? Solo coqueteas con las imágenes, el pensamiento de nuestra productividad. La abuela y el abuelo también nos llevaron al circo. Aunque siempre he esperado a los acróbatas, creo que a los que más amaba era a los payasos. Sabes a lo que me refiero. Ahora no estoy tan segura. Pero aún. Viven en los márgenes. Tu jardín sería un buen hábitat para un payaso. Aunque la primera mirada me hace reír y alegrarme por los interminables, idiosincrásicos y disfuncionales elementos, ahora no sé si voy a una fiesta o si quiero dejar mi innata necesidad de hablar, atada a un corsé, grotesca y riendo sobre la hierba. La hierba de tu jardín, que se deja leer, elípticamente, como el infinito, no crece. Es como el perro que no ladra. ¿Estoy perdida dentro de una fiesta en la calle? ¿Tengo que encontrar el camino de regreso a mí misma? Amor mío, el otoño está aquí, pero no en tu jardín, protegido por muros blancos, donde la masa es inexistente y la hierba siempre verde. Me recuerda a una diapositiva de mi madre, tenía más de veinte años, en algún lugar de Canadá. Su sonrisa suave, su introspección dirigida de alguna manera al fotógrafo, me confirman el deseo de mantener un sentido firme de su propio espacio, donde un paisaje parecido a un aura hecho de nieve mantiene a salvo este deseo. Lo que proyectas es claro, pero yo estoy en busca del espacio oculto. La sombra de tu personalidad provoca un mecanismo de encuentros, de energía. Es tan tangible como intangible, tan misterioso como claro, y tu aparente claridad, tu orden, despierta la sospecha de que hay capas ocultas. Las palabras no son suficientes. Cada enunciado, cada idioma, moldeado, obliga a la complejidad de reprimirse. Tus imágenes son como palabras y frases. Cierro los ojos en tu jardín y dejo que tus imágenes deambulen en mí como abstracciones.
Amor mío, aunque me acuesto a tu lado cada noche, creo que te extraño tanto como te tengo a mi lado.
Con amor,
Tu mujer
Maïté Baillieul
Entrada actualizada el el 12 nov de 2021
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