De la mano de André Breton, Freud y el Bosco, inicio un camino entre el sueño y la realidad, el consciente y el subconsciente, donde los deseos y los fantasmas se entremezclan y el tiempo es eternidad. Como en un juego, y de forma intuitiva, he ido asociando de forma libre ideas e imágenes, intentando construir la narración del cuadro, partiendo de un hipotético “subconsciente de la sociedad actual”.