La línea directa entre la Florencia diseñadora gráfica y la artista es bien clara en su obra. En el contacto con el papel que elige como materia y la obra gráfica ella se siente cómoda. Al crear sus collages Flor encuentra un campo ideal donde tiene toda la libertad para transgredir, donde todo vale. Es con la carga y la pulsión del papel lleno de historia -papel encontrado, papel regalado- donde se arma la obra: cada trozo tiene una connotación, cada forma un pasado, cada pieza puesta al lado de la otra un nuevo significado. Y así avanza intuitivamente, sin saber lo que vendrá. Superponiendo. Recortando. Porque cada paso le pide el siguiente hasta que la obra cobra forma aunque sea primordialmente caprichosa y Flor describa incluso como caótica. “Un caos a veces sostenido por el color”, dice. Un universo, cuya génesis está dentro de la artista pero que comparte y está allí para que cada espectador desentrañe a gusto.