La Bienal Internacional de Cuenca, el evento cultural más importante de Ecuador, se remonta al año 1987, por lo que, igualmente, es una de las bienales más veteranas e importantes del continente americano. Desde la dirección ejecutiva de la Fundación Bienal de Cuenca, a cargo de la cuencana Katya Cazar, se ha elegido (tras un proceso de preselección) el proyecto curatorial "Bienal del Bioceno. Cambiar el verde por azul” de la curadora española Blanca de la Torre (León, 1977), para que lo desarrolle en la próxima XV Bienal, que tiene previsto celebrarse el próximo mes de diciembre.

Con De la Torre, que ha viajado a Cuenca para presentar, hace dos días, su concepto curatorial así como para dar comienzo a su trabajo preparatorio y de campo, hemos conversado, en medio de su apretada agenda, en este nuevo #AlEncuentroCon. 

De la charla hemos entresacado varios extractos que dan buena cuenta -y sirven de avanzadilla- de lo que se propone Blanca en la XV edición. No obstante, les recomendamos ver la conversación completa, ya que también podrán conocer su parecer sobre qué modelo de bienal le interesa y cuál no; la preocupante situación que atraviesa el sistema del arte por la Covid-19; cuáles son los cambios necesarios dentro de la institución arte; cómo entiende la práctica curatorial independiente; y, también, conocer su secreto para llegar a ser una de las curadoras españolas que más y mejor trabaja desde distintas latitudes, entre otros asuntos.

¿Por qué "Bienal del Bioceno. Cambiar el verde por azul”?

El del Bioceno es un concepto que ha desarrollado con anterioridad, proponiéndolo como alternativa al de Antropoceno, ya que, como recuerda, es "un término bastante criticado en algunos de mis ensayos por eludir las connotaciones políticas, económicas –y especialmente coloniales– del deterioro ecológico del planeta y por distribuir la responsabilidad de manera homogénea entre todos los 'anthropos'".

Y el subtítulo Cambiar el verde por azul, alude, según argumenta, "a todas esas técnicas de greenwashing de muchas organizaciones y corporaciones que utilizan para vendernos como verdes toda una serie de productos. Pues, a partir de ahí, hablo como propuesta simbólica de ese cambio de colores. Cómo el verde ha perdido su color y se ha ido deslavando".

Y es que si algo quiere la curadora española para esta nueva edición "es que sea una 'bienal sostenible' que atienda a la importancia de construir conocimiento desde una óptica diferente para la consecución de otro mundo posible".

Tres ejes interrelacionados 

Preguntada por ellos, Blanca nos los desgrana en detalle. En primer lugar, el conocimiento ancestral y tradicional, con el que se "buscará rescatar los saberes ancestrales, las tradiciones de comunidades y la sabiduría indígena como base para la construcción de un nuevo sistema de conocimiento. Y prestar especial atención a los conocimientos Bioculturales, y, por supuesto, con un enfoque en el contexto más cercano". 

El segundo es el Ecofeminismo crítico o ecofeminismos como "una redefinición de la realidad", que comenta Alicia Puleo, y que enlaza con el apartado anterior respecto a la recuperación del conocimiento en torno a la Pachamama y los pueblos originarios, así como en la ecodependencia y el aprendizaje intercultural como forma de mejora de todas las culturas". 

Y el tercero "entender el arte como ese medio eficaz para construir futuribles –es decir escenarios probables y posibles–". De nuevo, este eje se relaciona a su vez con el anterior, pues "el Ecofeminismo como un tipo de pensamiento utópico en el buen sentido de ou-topos, algo que aún no se ha hecho realidad en ningún lugar".

Trabajo preparatorio y de campo

Desde la habitación de su hotel, De la Torre nos confiesa ilusionada que está conociendo a fondo la ciudad. Desde los espacios que han sido utilizados como espacios tradicionales de la bienal, pero, también, otros posibles espacios alternativos, porque como subraya, "también me interesa mucho conocer otros espacios alternativos". Todo ello de la mano del equipo de la bienal y de su directora, Katya Cazar, de quien "destaca su implicación al 100%".

Selección de artistas nacionales y extranjeros

A la vez está revisando dossieres de artistas de Ecuador que han participado en una opencall. Según Blanca, aunque es cierto que es una bienal internacional, "consideraban muy importante hacer una llamada a los artistas ecuatorianos". Principalmente, como toma de pulso para ella y con vista a conocer bien el contexto de las artes visuales del lugar, asegurando que "eso es algo que procuro hacer en todos los trabajos que hago en otras latitudes. Pasar tiempo conociendo también qué es lo que está pasando en el entorno artístico y cultural de la ciudad".

Por lo que respecta a la selección de artistas internacionales va a ser por invitación directa. De sus palabras se deduce, que en ella figurarán artistas con los que ha venido trabajando sobre estos temas.

La lista no la tiene cerrada. A su juicio, "todavía es pronto y quiero tomarme tiempo porque me parece que hace falta mucha reflexión y quiero estudiar bien los espacios". Lo que si tiene claro, y en esto está también de acuerdo la directora ejecutiva, es "que quiere reducir el número de artistas, dentro de esa idea de bienal sostenible y de cambio de modelo de bienal que para ella es crucial".

Lo pedagógico seguirá siendo santo y seña

Desde sus orígenes la Fundación Bienal de Cuenca ha contado con un departamento pedagógico, como destaca Blanca, y añade que, incluso antes de llegar ella, desde la dirección ya estaban trabajando en este tema. En este sentido, ya avanza "que las actividades pedagógicas serán algo transversal que atraviese todo el proyecto curatorial".

Una Bienal verdaderamente sostenible 

Como reza en el documento del concepto curatorial "se reducirá al mínimo el envío de las obras, evitando el uso de transporte aéreo, priorizando la utilización de materiales locales y procesos respetuosos con el medio ambiente, reutilizando materiales y dispositivos de exhibición y aplicando en la medida de lo posible las tres erres (reducir, reutilizar, reciclar)". 

Una obsesión y un reto

"La idea de poder hacer una bienal sostenible era una de mis obsesiones, últimamente". Aunque lleva tiempo realizando proyectos sostenibles, eso sí, en otros formatos, "poder trasladar todo eso al formato bienal me parecía todo un reto, pero un reto que me atraía mucho", concluye.