La memoria en disputa, el presente herido y los relatos rotos: Más allá de la descolonización de los museos

Opinión 26 sep de 2024

por Silvia Ramírez Monroy

       

Colectivo Ayllu, "Ellxs andaban todxs desnudxs", 2018. Videos elaborados para la exposición “Devuélvannos el oro” en Matadero Madrid, 2018. Imagen cortesía del Colectivo Ayllu

Colectivo Ayllu, "Ellxs andaban todxs desnudxs", 2018. Videos elaborados para la exposición “Devuélvannos el oro” en Matadero Madrid, 2018. Imagen cortesía del Colectivo Ayllu

Silvia Ramírez, artista, investigadora y editora, examina cómo las instituciones culturales españolas enfrentan la tarea de reestructurar sus relatos en torno a una descolonización que no puede limitarse solamente a una reescritura del pasado, sino que también debe considerar las historias rotas y los traumas que persisten en el presente de España.

En los últimos meses en España ha habido un resurgimiento del debate público en torno a los planteamientos sobre la descolonización de los museos, que se vincula al escenario de conversaciones, disputas y acciones sobre el tema en diferentes países de Europa y América, principalmente. Esto surge a raíz de las declaraciones de Ernest Urtasun, Ministro de Cultura, sobre la necesidad de hacer una «revisión de los museos que permita superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que los han lastrado, en muchas ocasiones». En el debate han intervenido periodistas, políticos, intelectuales, artistas, activistas, especialistas en historia y demás agentes sociales que han considerado relevante participar de esta conversación o a quienes se les ha invitado para dar una opinión informada con el fin de legitimar los distintos argumentos que han circulado en torno a lo que significa la revisión de ese marco colonial.

Decenas de artículos, entrevistas, reportajes o podcast han aparecido en medios de comunicación hegemónicos, en prensa regional, medios independientes, plataformas culturales, entre otros. También se han realizado conversatorios y encuentros promovidos por espacios académicos o culturales. ¿Por qué la comparecencia del ministro ha despertado tanto interés, y ha alentado esta polémica entre diferentes sectores sociales y políticos? ¿Por qué esta política cultural invita a tomar posición haciendo del debate una pugna ideológica? ¿Qué está en juego en esta disputa? ¿A qué se teme? Por otro lado, ¿es acaso posible descolonizar una institución de talante colonial? ¿Es suficiente descolonizar los museos o es hora de cavar más a fondo para desenterrar parte de la historia silenciada que pervive en el presente? ¿Qué se puede decir desde el contexto del arte contemporáneo?

Para poder responder a estas preguntas intentemos desentrañar qué significa que los museos se encuentren insertos en un ‘marco colonial’. Siguiendo a Aníbal Quijano, quien durante décadas estudió este concepto, lo colonial, emparentado con el término ‘colonialismo’, remite a un tipo de relación que tiene un anclaje territorial específico, que implica una dominación extranjera y connota una relación de subordinación. Es decir, debe entenderse como «una dinámica de sujeción y dominación de poblaciones por parte de otras, en virtud de una serie de clasificaciones epistemológicas, religiosas y legales (…) El término se encuentra directamente relacionado con los procesos (bélicos, legales, políticos) de conquista» (Quijano, 1992). Esta definición podría aclarar la perversa manipulación de la terminología por parte de quienes participan en este debate suscitado, negando que España haya tenido colonias en aquellas tierras llamadas América, confundiendo instituciones de gobierno o divisiones territoriales administrativas, como los virreinatos, con el sistema de dominación en sí.

Colectivo Ayllu, "Pecadorxs", 2018. Videos elaborados para la exposición “Devuélvannos el oro” en Matadero Madrid, 2018. Imagen cortesía del Colectivo Ayllu

Por otro lado, es crucial considerar el concepto de ‘colonialidad’, fundamental en el pensamiento de Quijano. Este término hace referencia a una matriz o estructura transhistórica de dominación (Añón y Rufer, 2018), que continúa vigente en nuestros días. Además, forma parte de una constelación esencial para comprender la lucha epistémica contemporánea, donde convergen conceptos como ‘modernidad’, ‘patriarcado’, ‘desarrollo’ y ‘progreso’. Estos elementos delinean la complejidad de un mundo marcado por la desigualdad, la injusticia y la exclusión, en contraposición a las narrativas y movimientos que procuran desarticular dicha estructura.

De esta forma se está cuestionando no solo cómo deben ser los museos en España, sino que se invita a pensar sobre cómo queremos que sean nuestras sociedades hoy y en el mañana, qué queremos contar de nuestras historias, se trata de una disputa por la memoria y por los proyectos de un futuro diferente. Y es entonces donde aparece la polémica, porque no existe un cuerpo social unitario y homogéneo, existen mundos otros desde los que se exige, exigimos, el reconocimiento de un pasado cuyas consecuencias se niegan a desaparecer; la restitución, no solo simbólica sino material, del protagonismo en un relato histórico del que se nos ha excluido desde el poder hegemónico eurocentrado, que conlleve a un reconocimiento de su existencia hoy y al ejercicio efectivo de nuestros derechos.

La actualidad padece de un delirio de la desmemoria. En el caso concreto de España, podemos identificar esa pugna por el pasado y el olvido, como respuesta, casi defensiva, frente a un reclamo de verdad, reparación y justicia por quienes han sufrido opresión, desaparición y borramiento. Pero, aquí y ahora, sobreviven personas que han heredado esas opresiones y no están dispuestas a callar; quienes cuestionan las estructuras que sostienen esa desmemoria, personas que habitan un presente herido.

Colectivo Ayllu, "España no existe sin robo colonial I", 2018. Videos elaborados para la exposición “Devuélvannos el oro” en Matadero Madrid, 2018. Imagen cortesía del Colectivo Ayllu

¿Y, entonces, qué lugar ocupan los museos en este panorama? En España, los dieciséis museos estatales se fundan entre 1867 y 1980 con dos objetivos fundamentales. Por un lado, guardar, conservar y exhibir piezas artísticas, históricas y antropológicas que dan cuenta de realidades lejanas en tiempo y geografías consideradas valiosas, provenientes de colecciones reales, nobiliarias, eclesiásticas, artísticas o científicas; por otro lado, se erigen como dispositivos que configuran, bajo un relato histórico unitario, una identidad común que se pretende compartida, que busca enseñar determinados valores, ideas y verdades a quien los visita.

Entonces, revisar los museos implica interpretarlos como dispositivos discursivos que no se encuentran aislados de la sociedad donde se inscriben, así como lo dice Françoise Vergés «si la descolonización del museo es una meta, entonces debe ser analizada como una estructura, como una institución entre otras instituciones sociales y culturales en un mundo racial y capitalista» (Vergés, 2021).

Por esto, revisar el marco colonial de los museos, supone hacer frente a sus colecciones y sus procedencias, cuestionar las narrativas, repensar la infraestructura, preguntarse por el modelo de toma de decisiones y la estructura del personal, etc., supone cuestionar también las voluntades políticas que los dotan de normativas y presupuestos, por ejemplo, así como tensionar el relato monolítico sobre la memoria histórica, donde, a través del silenciamiento, se construyen imaginarios sobre les otres que se ven interpelades en las salas, entre cartelas y peanas, a través de su patrimonio descontextualizado.

Colectivo Ayllu, "España no existe sin robo colonial II", 2018. Videos elaborados para la exposición “Devuélvannos el oro” en Matadero Madrid, 2018. Imagen cortesía del Colectivo Ayllu

Es pertinente preguntarnos, ¿qué imágenes conservan y perpetúan los museos occidentales sobre personas racializadas y sus prácticas culturales, sobre sus formas de producir conocimiento? ¿Cómo es que estas imágenes justifican la supremacía europea, blanca u occidental? ¿Qué relación epistemológica tienen los discursos de los museos (que se configuran en las colecciones, en sus textos explicativos, en la museografía, la programación de actividades, etc.) y de otras instituciones de producción de conocimiento, con los sistemas de restricción de fronteras y de derechos; con la explotación de cuerpos y expolio de saberes?

Por esto, pensar en su descolonización implica contar con los cuerpos y voces de personas y comunidades procedentes de esos territorios que son narrados, personas migrantes o de origen migrante, comunidades indígenas, descendientes de personas que fueron esclavizadas y sí, también de colonos y conquistadores, en cuyos cuerpos habita esa disputa epistémica. Hace diez años el MACBA, en el marco de una actividad sobre el tema, provocaba con esta pregunta: «¿Cómo producir un saber capaz de dar cuenta de los agenciamientos históricos de los sujetos subalternizados por la colonización?» Hoy proponemos actualizar la pregunta a: ¿cómo reconocer y visibilizar los saberes, producto de los agenciamientos históricos de los sujetos subalternizados por la colonización, en un entramado de conocimiento plural? ¿Cómo sostener esos saberes que, desde la teoría crítica y desde experiencias situadas como la del Colectivo Ayllu y su Programa Orientado a Prácticas Subalternas en Matadero Madrid, por poner un ejemplo de muchos, ponen de relieve esos conocimientos negados? ¿Cómo se puede mantener el diálogo entre artistas, españoles y de otros orígenes que hacen una «crítica localizada a la memoria colonial española», así como nos lo recuerda Francisco Godoy Vega en su libro Usos y costumbres de los blancos (OnA Ediciones, 2023)?

El caso del MACBA no es el único en cuanto a la implicación directa de los museos en este debate, ahora más con la dirección de Elvira Dyangani desde 2021. Otros como el Museo Reina Sofía han realizado acciones en esta línea mediante compra de obras o programación en sus actividades, a artistas y activistas de las luchas anticoloniales y por las diversidades sexogenéricas, y de territorios otros, como la adquisición de algunas piezas zapatistas o la incorporación de archivos de los conceptualismos del sur; o la puesta en escena de la sala de la colección permanente titulada Dispositivo 92: ¿puede la historia ser rebobinada? Por otro lado, en el Museo Nacional de Antropología y en el Museo de América se ha comenzado a dar lugar a narrativas excluidas en sus programas de actividades.

Colectivo Ayllu, "Indix borrachx", 2018. Videos elaborados para la exposición “Devuélvannos el oro” en Matadero Madrid, 2018. Imagen cortesía del Colectivo Ayllu

Así mismo, se ha inaugurado la exposición La memoria colonial en las colecciones del Museo Thyssen – Bornemisza que «propone desentrañar la huella del poder colonial en la iconografía de algunas obras de las colecciones» a través de la curaduría realizada por un equipo en el que participan Yeison F. García y Andrea Pacheco. No es posible cerrar este texto sin mencionar a Sandra Gamarra, la primera artista no nacida en España, que representa al reino en la Bienal de Venecia con su proyecto Pinacoteca migrante en el que se encuentra una relectura en clave decolonial del patrimonio pictórico español con el fin de visibilizar culturas silenciadas.

Sin embargo, ¿qué tanto significan estas acciones en la descolonización del museo? ¿Acaso son suficientes? ¿Serán tal vez contradictorias y repetirán de nuevo una acción de asimilación como un tema que se incorpora en una estructura inamovible? ¿O es precisamente la llegada de estos discursos en tensión con las estructuras institucionales donde se encuentra el avance? Es un terreno sensible, de límites difusos, pero es importante que esté ocurriendo este desplazamiento de la mirada que ha sido impulsada por artistas, investigadoras/es, colectivos y demás agentes culturales y sociales, desde las calles, la autogestión, desde sus procesos de pensamiento y creación, y desde ahí se seguirá velando para que las grietas del museo sean cada vez más grandes, para que crezcan en los intersticios otras formas de recoger esa memoria que, por fin, logre transformar los imaginarios y repercutir en la materialidad de nuestras vidas.

Estos pasos que se van dando, más que para descolonizar los museos, acción casi utópica, porque «aunque el museo reflexione en voz alta sobre su legado colonial, no lo convierte en una institución anticolonial» (Contranarrativas, 2024), sirven para poner en el debate público el tema de la memoria, de los relatos de la historia y la colonialidad. Porque el pasado esta siempre vivo. Los museos existen hoy, abren sus puertas cada día, son visitados por miles de personas, y una de sus tareas, en conjunto con la sociedad, es transformarse en espacios de reflexión, desde una perspectiva crítica, que permitan a esos mundos, otros, agenciar sus propios discursos, remendar esos relatos rotos de los que han sido excluides.



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