El creciente interés del Whitney Museum of American Art, de Nueva York, por el Arte Iberoamericano (que ya adelantábamos) vuelve a quedar demostrado en su próxima 79ª Bienal, a celebrar del 17 de mayo al 22 de septiembre, al incluir a 8 artistas y colectivos iberoamericanos (la mayoría jóvenes emergentes) lo que supone doblar su número con respecto a la pasada edición de 2017.

El colectivo mexicano Los Ingrávidos (Tehuacán, 2011), la colombiana Gala Porras-Kim (Bogotá, 1984), la argentina Agustina Woodgate (Buenos Aires, 1981) y los puertorriqueños Sofía Gallisá Muriente (San Juan, 1986), Daniel Lind Ramos (Loíza, 1953), nibia pastrana santiago (Caguas, 1987), Las Nietas de Nonó -colectivo integrado por las hermanas Lydela Nonó (San Juan, 1979) y Michel Nonó (San Juan, 1982)- forman parte del grupo de 75 artistas y colectivos que han sido elegidos por las curadoras de esta edición, Jane Panetta y Rujeko Hockley, ambas miembros del personal curatorial del museo neoyorquino.

Si tomamos la serie de los últimas cinco ediciones, la bienal ha pasado de no incluir a ningún artista iberoamericano -en 2010- a contar en cada nueva edición con cada vez más artistas iberoamericanos con base o ligazón en los Estados Unidos. 

Haciendo un rápido repaso. Si en la próxima serán los ocho artistas antes referidos, en la pasada edición de 2017, bajo la curadoría de Christopher Y. Lew y Mia Locks, participaron los mexicanos Aliza Nisenbaum (Ciudad de México, 1977) y Raúl de Nieves (Morelia, 1983) y los puertorriqueños Beatriz Santiago Muñoz (San Juan, 1972), Chemi Rosado-Seijo (Vega Alta, 1973); en la de 2014, los comisarios Anthony Elms, Michelle Grabner y Stuart Comer incluyeron a los puertorriqueños Pedro Vélez (Bayamón, 1973) y Radamés 'Juni' Figueroa (Bayamón, 1982); en 2012, Elisabeth Sussman y Jay Sanders hicieron lo propio con la española Laida Lertxundi (Bilbao, 1987); y en la de 2010, curada por Francesco Bonami y Gary Carrión-Murayari no se incluyó a ninguno.

"La Bienal de Whitney es un evento ineludible para cualquier persona interesada en descubrir lo que está sucediendo en el arte hoy. Las curadoras Jane Panetta y Rujeko Hockley han estado visitando artistas durante el último año en busca del trabajo más importante y relevante. Con setenta y cinco artistas que trabajan en pintura, escultura, instalación, cine y video, fotografía, performance y sonido, la Bienal 2019 toma el pulso al momento artístico contemporáneo. Presentada por la fundadora del museo, Gertrude Vanderbilt Whitney, en 1932, la Bienal es la exposición más antigua del país que muestra los últimos avances en arte estadounidense", según sus organizadores.

Rujeko Hockley (izquierda) y Jane Panetta (derecha). Fotografía de Scott Rudd. Cortesía del Whitney Museum of American Art

Un total de más de trescientas visitas a estudios durante el pasado año para elegir a los 75 artistas invitados, de los que el 75% tienen menos de cuarenta años, y solo cinco han participado previamente en otra edición de la Bienal, por lo que las curadoras han puesto su foco en artistas emergentes y participando en la bienal por primera vez. 

Y es que, según han declarado: "este énfasis resultó de lo que vimos durante nuestra investigación en los Estados Unidos, ya que nos sorprendieron las profundas dificultades de nuestro momento actual y las formas en que tantos artistas con los que nos encontramos están luchando y enfrentando menos oportunidades para presentar su trabajo públicamente".

Los artistas y colectivos participantes, que van desde emergentes hasta algunos bien establecidos, expondrán obras de pintura, escultura, dibujo, instalación, video, fotografía, performance y arte sonoro en las galerías de exhibición de los pisos quinto y sexto, así como en espacios de fuera del museo. Aquí encajaría lo anunciado, en la primavera de 2015, por el director del Whitney, Adam D. Weinberg, quien manifestaba entonces el futuro interés del museo por colaborar con galerías comerciales, entre ellas Regen Projects, Gagosian, Gavin Brown's Enterprise o Mary Boone. 

Por cierto, la veterana propietaria homónima de esta última galería ha anunciado, según publica The New York Times, el cierre de sus dos espacios en Nueva York, tras haber sido encontrada culpable de evadir impuestos federales -por un monto de aproximadamente 3 M. de Dólares- y condenada a 30 meses de prisión.

Activismo y denuncia aprovechando la Bienal

Por otro lado, con algo menos de tres meses para su inauguración, la bienal se ha puesto en el punto de mira de W.A.G.E. (Working Artists and the Greater Economy) grupos activistas que esperan usar la exhibición para presionar a la institución para que corte lazos con su vicepresidente Warren B. Kanders, el director ejecutivo de Safariland, un fabricante de materiales de defensa que suministra a las fuerzas policiales con equipos que van desde la armadura corporal al gas lacrimógeno, siendo, por ejemplo, estos últimos productos empleados por las patrullas fronterizas de Estados Unidos contra los solicitantes de asilo en la frontera entre Estados Unidos y México.

Además, desde finales del pasado año, el personal del Whitney viene ejercitando distintas medidas de presición sobre la dirección. En este sentido, ha redactado una carta interna en la que expresaba su indignación por la participación de Kanders en el museo y ha hecho varias peticiones, entre ellas que la institución que lidera reconsidere la posición de liderazgo de Kanders y el desarrollo de directrices para la selección de sus patronos.

No es un caso aislado, ya que, últimamente, en los EE.UU. se está viendo cómo reconocidos artistas y activistas se ponen al frente de campañas para presionar a los museos a que corten sus estrechos vínculos con ciertos patrones y benefactores. Recientemente, la reconocida artista estadounidense Nan Goldin ha llevado a cabo una serie de protestas, como la realizada en el Guggenheim de Nueva York, contra la familia Sackler, propietaria de la compañía Purdue Pharma, fabricante del analgésico OxyContin, que, según argumenta Goldin, habría provocado la epidemia de opioides en los Estados Unidos a través de su agresiva comercialización del medicamento. Goldin también ha amenzado con no hacer una gran exposición en el National Gallery de Londres si la institución aceptaba un millón de dólares provenientes de miembros de dicha familia.