Entrevistas

#LADISTINCIÓN: Alexander Apostol: Ensayando la postura internacional

Paco de Blas y Alexander Apostol (derecha). Cortesía de @apostolalexander
Paco de Blas y Alexander Apostol (derecha). Cortesía de @apostolalexander
PACO DE BLAS plantea LA DISTINCIÓN como una serie de encuentros con creadores, mediadores o distribuidores del arte contemporáneo en España, que pretende abundar en las estrategias de diferenciación y distinción que propician su lugar único en nuestro panorama cultural contemporáneo.
LA DISTINCIÓN se aventura hoy en un viaje de ida y vuelta: de la nación a la lengua, del arte a la sociedad, de la forma al sentido. Me acompaña el artista venezolano, Alexander Apóstol, que lleva ya 18 años viviendo en Madrid, produciendo y emitiendo al mundo algunos de los contenidos más apreciados por los seguidores del arte y la cultura, desde aquí, desde Madrid. No parece que la ciudad haya prestado particular atención institucional al hecho de que tantos creadores latinoamericanos de primera fila se hayan instalado entre nosotros…

La distinción de Alexander Apóstol radica en la capacidad especulativa de su obra. Y me permito utilizar la especulación con el sentido que le da Josefina Ludmer en Aquí América Latina. Por un lado, su capacidad de reflejar la realidad en sus proyectos y, por otro, especular, divagar, mostrar las posibilidades de que pueda avanzar todo esto: el arte, la cultura, el ser latinoamericano. Favorito de curadores como Cuauhtémoc Medina y otros, su obra aparece constantemente en bienales y exposiciones por todo el mundo. Quizá con un dinamismo superior al que muestra en el mercado…

 

Paco de Blas (PB): Me interesa destacar el aspecto intelectual de tu trabajo, la búsqueda de fuentes que te lleva a involucrar creadores de diferentes campos del saber. Pueden ser dibujantes, matemáticos, filósofos, bailarines. Eso crea narrativas muy envolventes y visiones perspectivas de gran interés.  Plantear el aspecto más especulativo de la ficción creada por tu obra en su conjunto. Miremos a tu obra como otro modo de conocimiento de la realidad que tratas. Empezando con tu trabajo sobre el histórico grupo argentino Tucumán Arde, un colectivo centrado en las conexiones entre arte y política, que desarrolló toda su labor en torno a ese eje. A partir de ahí no se duda en afirmar que arte y política están indisolublemente unidos en la creación Latinoamericana. ¿Es así?, no sé si estoy tan seguro…

Alexander Apóstol (AA): Planteas cuestiones muy diversas, vamos a puntualizar. En primer lugar, sí: desde hace un tiempo vengo trabajando con especialistas de diversos campos para llegar a desarrollar ideas, estrategias, conclusiones. O, mejor dicho: para llegar a plantear las preguntas correctas. Mi trabajo aspira a provocar esas preguntas oportunas en cada espectador. Los dos últimos trabajos en los que esa práctica se hizo más evidente y sistemática fueron, en primer lugar, ”Geometría, acción y souvenirs del discurso insurgente”, que desarrollé junto a Taiyana Pimentel en la Sala de Arte Público Siqueiros en Ciudad de México, en el 16…

 

PB: 15… estaba por allá…

AA: ¡Me acuerdo!… La otra fue mi trabajo para el MALBA junto a Agustín Pérez Rubio, “Salida de los obreros del Museo”. Lo que me interesaba en ambos proyectos era justo lo que planteaste: hasta qué punto el arte y la política son indisolubles en América Latina.  Un artista como Siqueiros, quizá el más activista de aquella generación de muralistas, entendía su arte como un instrumento político o mejor aún como un arma.  Sin embargo hoy día su legado lo percibimos con una carga política ya digerida. Me interesa explorar cuáles son los límites de su conexión entre arte y política. Por otro lado me interesa explorar la capacidad performática del discurso político oral, tanto desde quien lo emite, como su influencia en quiénes lo escuchan y lo comparten. Son discursos creados para un ritmo, para una continua repetición. Te lo dice un venezolano que lleva 20 años escuchando cómo se repiten las consignas de hace 100.  ¿Cuál es la capacidad de un discurso ya manido para generar crítica, cambios o miradas novedosas? ¿Puede hundirnos en la alineación o tiene la capacidad de sacudir y despertar la creatividad? Por esa razón tomé los textos de Siqueiros, donde equipara arte y política, y junto a un equipo matemático de la UNAM seleccionamos un puñado de algoritmos para convertir los textos de Siqueiros en clave numérica y así convertirlos en una especie de verdad única, ajena a la interpretación personal o grupal. Cada algoritmo provenía de un postulado asociado al pensamiento marxista de entonces, algoritmos que fueron creados en su momento por razones políticas, económicas, científicas o religiosas. Bajo esos cuatro puntos de vista nos aproximamos al pensamiento y obra de Siqueiros. Una vez obtenidos los cuatro bloques numéricos invité a una serie de colectivos asociados al medio de producción de Siqueiros: dibujantes, bailarines, estudiantes, músicos y arquitectos para que realizaran imágenes y acciones a partir de los modelos matemáticos resultantes de la traducción de sus textos. Es así como el inamovible discurso de Siqueiros sustituye su capacidad de repetición por una capacidad de ser traducido de múltiples formas y así dar paso a insospechados actos creativos. 

 

PB: Quiero hablar luego algo más sobre “Geometría, acción y souvenirs del discurso insurgente”, que sí, es una obra rotunda… Aunque me llevó un ratito entenderlo (risas). El hecho es que Siqueiros o los componentes del colectivo Tucumán Arde, tantos otros… entienden que América Latina necesita un abordaje desde ese punto de vista político, sin el cual el arte carece de sentido. Bien, ¿qué pasa con América Latina? Hay una reflexión de Alfonso Reyes que me hace pensar bastante: los latinoamericanos, siempre, sois los que llegáis tarde al banquete de la civilización. Pero, ¿quién establece los contenidos de ese criterio “civilización”? Parece lógico que resulte difícil imaginar algo que no sea resistencia frente a esa imposición. Lo digo porque, en muchos casos, los agentes de esa modernización civilizatoria han sido las dictaduras, que imponen un tiempo nuevo a la evolución orgánica de sus sociedades. En última reducción: ¿Fue el Modernismo un paso en falso para América Latina?

AA: Pues es una gran pregunta que continúo haciéndome. Los últimos 100 años han sido una polarización entre dictaduras y revoluciones con algunas islas cívicas. La “isla cívica” de Venezuela se prolongó por 40 años y en ese momento creíamos haber llegado a un nivel de madurez, o civilización como lo planteas. Sin embargo, a la vuelta de la esquina los pasos dados se revelan en falso y hay que volver a empezar y lanzar los dados. Hoy nosotros comenzamos el siglo XXI como comenzamos el XX,  enfrascados en un proyecto mesiánico y nacionalista pero peor aun, devenido en estructura criminal con niveles de corrupción infinitamente incalculable. Si miramos al resto de la región también vemos que el pesimismo de los 90, tras la aplicación de las políticas neoliberales, provocó un despertar en muchísima gente, capitalizado por partidos de izquierda pero que terminó por ser un gran espejismo que legitimó el autoritarismo y una corrupción sin limites generando una mayor frustración. Los pensadores o los artistas tenemos la oportunidad de canalizar y replantear preguntas a través de imágenes, ejercicios, proyectos, acciones. Tratar de entender tu tiempo es un desafío que seduce pero agota.

 

PB: ¿Puede, debe, América Latina definir su propia idea de progreso? Porque el sistema siempre establecerá un nuevo jalón al que Latinoamérica tendrá que seguir intentando llegar…En ese proceso va dejando sus cultivos, el subsuelo… hasta sus gentes… ¿Cómo quiere progresar América Latina?

AA: Hay dos componentes ineludibles en cualquier idea de futuro: los recursos y la demografía. La semana pasada leí que, en España, hacia el final de siglo, seremos unos 20 M, la mitad de ahora… eso debilita a un país. En Latinoamérica la población no deja de crecer, sin embargo cuando asistía a la escuela pensaba que la riqueza solo se refería a los recursos naturales de un país, y que la riqueza petrolera alcanzaba para cada uno de los venezolanos. Al contrario del futuro español los venezolanos siguen reproduciéndose, aunque ahora mismo en un país de futuro incierto. Los países que hoy marcan el ritmo, los que llevan el timón de lo que será el mundo en este siglo son potentes en población: China, India, Turquía, Rusia… En Latinoamérica, Mexico y Brasil. Considerando esos dos factores e incluso destacando el nivel de educación alcanzado en la región, la pregunta es por qué los latinoamericanos seguimos dando tumbos políticos tan acusados y con esa sensación de fracaso ante los continuos intentos de desarrollo marcado por el sistema. Algunos dicen que es por razones históricas y culturales relacionados a la colonización. Sin embargo la respuesta es mucho mas compleja y no siempre clara. 

 

PB: Lo que sí es evidente es que tu obra ha pasado a formar parte de la imaginación pública latinoamericana, gracias a las preguntas que plantea o a las situaciones que pone de manifiesto. Has hablado de Siqueiros… ahí hay una identificación tuya, algunos colectivos … ¿junto a quién más te ves compartiendo espacio artístico en el panorama actual? Es decir, con quien construyes ese discurso crítico que pasa a formar parte del imaginario colectivo latinoamericano. 

AA: Te agradezco mucho tu visión de mi obra, espero que muchos otros lo vean así… Soy un gran defensor del arte latinoamericano y el que se produce en Latinoamérica y sigo con interés a una gran cantidad de artistas contemporáneos en la región, los que comparten generación conmigo, algunos de los más jóvenes y otros históricos. En todo caso no son pocos. El arte latinoamericano maneja con naturalidad y fineza el cruce entre las ideas y la emoción, entre la reivindicación política y el espacio doméstico, entre lo formal y el riesgo.  

 

PB: Correcto… pero ¿quiénes sois a tu juicio los que tenéis esa capacidad?

AA: (risas) Hay muchos… pudiera darte 10 nombres… algunos ya somos amigos y sería injusto. Hay muchos, tanto los que acumulan carreras muy continuadas como obras aisladas que surgieron en un momento dado y significan algo importante, aunque su autor no haya hecho más cosas…

 

PB: Tu participación en bienales o exposiciones colectivas ya dan para entender cuáles son tus afinidades electivas. Sigamos entrando por el arte en ese imaginario colectivo. Lo interesante de las obras y artistas a los que aludes es que habéis convertido el arte en una fábrica de realidad. No es una especulación conceptual. Veo tu arte como lente, que aproxima la visión de aspectos en conflicto, pantalla, ofreciendo visiones panorámicas que a veces la realidad oculta… hasta como bola de cristal…

AA: ¿Qué?

 

PB: Bola de cristal… capacidad de anticipación. El otro día encontré un video tuyo que ni sé del año que es, muy profético, lo titulaste “Soy la ciudad” …, ¿estaba hecho para la pandemia? Explica el concepto de la casa durante el confinamiento…

AA: Ya (risas), sí, casi había olvidado ese video, pero de eso trata sí… un acicalado travesti caraqueño nos recita textos de Le Corbusier sobre la casa como un ente enfermo que nos enferma.

 

PB: Volvamos al trabajo sobre la obra de Siqueiros, que a mí me parece realmente brillante. 

AA: Gracias… al principio lo vinculabas con “Salida de los obreros del museo” sobre Tucumán Arde… Son proyectos que pienso seguir realizando sobre artistas latinoamericanos que unificaron su trabajo con el activismo político, pero centrándome en aquellos que han trabajado con textos, los que han escrito profusamente. Por otro lado, el desafío en ese proyecto era desarrollar qué podía aportar al conocimiento y trascendencia de Siqueiros, del que se lleva hablando 100 años y del que prácticamente no queda tema por tratar.  Sin embargo, con Tucumán Arde sucedía algo diferente. La mitad del colectivo aun vive y dejó un legado que todavía está abierto y en discusión. Así que había que tener cuidado para no crear confusión y acertar con preguntas que enriquecieran ese legado. De esta forma convoqué a un grupo de colaboradores para plantear preguntas sobre la idea de lo colectivo y tratar de aproximarnos a cómo se creó la agrupación y de cómo operaba Tucumán Arde. Me reuní con matemáticos de los Universidad Tres de Febrero de Buenos Aires y decidimos trabajar con la Teoría de Grafos, que es la base de la cual se apoya la ingeniería de las redes sociales: puntos que se reúnen en un vértice y a partir de ahí aparece replicado en otro vértice con la misma capacidad de multiplicación y así sucesivamente… Tucumán Arde fue una agrupación puntual con una alta capacidad de generar y comunicar ideas, y es justamente el concepto de las redes sociales que nos define hoy día. Para desarrollar mi proyecto me centre en la estructura física del Manifiesto, y tomar su cuerpo y estructura como metáfora de las tensiones entre la derecha y la izquierda política dentro del espectro argentino y por ende del latinoamericano. 

 

PB: Muy interesante la conexión que haces de arte y discurso verbal para plantearte una especie de desafío. En mi opinión, la novela latinoamericana os está tomando la delantera a los artistas …

AA: ¡Pero siempre fue así!

 

PB: Pero la novela latinoamericana actual, no sé, pienso en Aira, Bellatín, Abad Faciolince, Gutiérrez en Cuba, Paulo Lins… ha renunciado a su autonomía, hay quien dice a su excelencia literaria, para constituirse en el discurso social más inclusivo y crítico.  Ahí radica su fuerza. Las novelas puede que no resulten tan literarias (en sentido tradicional) y a cambio se han constituido en un documento insoslayable para el conocimiento de la realidad, en particular la urbana. Estamos hablando de esto porque creo que también en tu obra se da un cierto predominio del discurso sobre la forma…  ¿cómo lo ves tú?

AA: Como latinoamericano hemos vivido siempre bajo la tensión entre la forma y su capacidad discursiva. Mi trabajo no es ajeno a esa dinámica. Sin embargo, los aspectos formales de mi trabajo siempre están supeditados a su capacidad de discurso. Incluso quizás de forma excesiva. Lo que planteas con la narrativa contemporánea de la región no es ajena al arte. Sin embargo, en el arte se hace más evidente el juego de seducción, trabajamos con imágenes, instalaciones, golpe de efecto, etc. El escritor opera desde claves menos sensoriales, más intelectuales y con mayor tiempo de reflexión para el lector. Ahora, dentro de esa tensión entre el discurso y la forma hay algo muy perverso con lo que los artistas tenemos que luchar y a veces ceder y los escritores, no: las leyes del mercado. Eso perturba muchísimo.

 

PB: Totalmente de acuerdo. Una novela cuesta 20€, una obra tuya 20.000€. Por lo que he vivido la ciudad latinoamericana, el mundo del novelista y la literatura circula por espacios de supervivencia, mezclado con la sociedad que sirve de base a su especulación, pero el mundo del arte se ha atrincherado en las burbujas, de champagne y en las económicas, las de clase y hasta las de raza.  Cuando en realidad la labor de selección de materiales, la documentación en ambos órdenes creativos puede ser equiparable. No así su comercialización.

AA: Es un problema, pero no creas, el verdadero problema es que no hay tanto champagne para todos (risas). El trabajo de un escritor con una novela puede demorarse años, desde luego meses. Los tiempos del artista son muy diferentes y las demandas y expectativas más todavía. Los artistas que entran en el mercado llegan a padecer demandas de formatos, de precio o hasta de colores… La presión de realizar obra nueva cada seis meses, replicar el proyecto que fue exitoso en mil formas diferentes, hablar de lo oportuno, etc… Luchas contra esto, sin embargo, también buscas entrar en el mercado ya que es lo que te permite seguir creando… quizás es como la relación de un torero que se siente amenazado por un toro y lo invita a la muerte, pero es su razón de existir.

 

PB: Muchas de tus obras son tiempo y territorio. Hablaremos de Yamaikaleter y otras revisiones históricas tuyas. Son un viaje con el arte y la realidad por el tiempo y el espacio. Tú voluntad de integración en tu tiempo se ve en la utilización no solo de contenidos, sino también de tecnologías de Internet. Internet instaura un tiempo cero, como las revoluciones de que hablabas, el tiempo cero es el del terrorista y el del artista. ¿Puede ser la gran oportunidad para Latinoamérica? ¿Cómo, si no, quebramos el ciclo colonialismo, postcolonialismo, globalización? ¿Qué vas a hacer al respecto?

AA: Esa discusión está abierta… no pretendo romper ese ciclo del que hablas cuando tampoco estoy seguro de que hayamos superado el tema del colonialismo mismo, una realidad todavía aplastante. Quizá no entiendo muy bien hacia dónde quieres que vaya…

 

PB: Hacia las consecuencias del cruce entre cronopolítica y biopolítica. El tiempo imperial polarizado entre civilización y barbarie crea dos culturas, diferencia territorios, pero son las personas quiénes sufren las consecuencias, sobre todo las que nunca participaron en esas decisiones. 

AA: Civilización vs barbarie, cultura occidental vs islamismo, sociedad de bienestar vs refugiados, blancos vs negros, y un largo etcétera son dualidades y polarizaciones muy presentes y cada vez de forma más dramática. En esa dirección hice un par de proyectos surgidos a partir de mi encuentro con la obra de Carlos Rangel, Del buen salvaje al buen revolucionario, en el que explica el mito de El Salvaje y el de El Revolucionario y trata de las dificultades que encontramos para escapar a esas dos visiones.  No solo desde la percepción interior, sino también sobre todo en la que se tiene de nosotros en el exterior. Ambos mitos han penetrado en la percepción que Europa tiene de nosotros, de una manera ya imposible de desmontar. Esa visión exotista se nos sobrepone y además esta presente en la percepción europea hacia nosotros. 

 

PB: Vamos con Yamaikaleter, que nos ayudará a la discusión. Es un piezón, tiene tantas entradas como brechas de significado. En síntesis: una serie de políticos del tiempo de Chávez leen la carta de Jamaica que Bolívar envió al Imperio Británico solicitando ayuda para reforzar su proyecto republicano en los países sudamericanos recién independizados.  Obviamente, la carta está en inglés. La lucha de esas personas para conseguir leer la carta en un idioma que desconocen ¿es una metáfora de la manipulación del discurso actual en Venezuela?

AA: La Carta de Jamaica es un texto fundacional de los valores políticos venezolanos y de los países bolivarianos. En ella se plantean todas las bondades de la República y entre otras cosas refuerza la idea de la inclusión social (muy limitada por el Imperio español en su momento). De más está decirte que la inclusión social fue una de las máximas del proyecto chavista. Pedí a un grupo de líderes vecinales de diversa tolda política que leyeran este documento en la forma que debía ser leída un texto de esa naturaleza. En Venezuela el pensamiento “bolivariano” ha devenido en sentimiento religioso. Les dije que se apoyaran en la emoción y compromiso que les transmitía esa carta. Los participantes hicieron su propia interpretación y algunos fueron solemnes, otros aguerridos, próximos, etc… Ninguno de ellos hablaba inglés, por tanto, su pronunciación erraba continuamente, sin embargo, todos trataban de transmitir su idea de carisma y de emoción. Y en mi opinión, el carisma ha sido muy dañino para la política de América Latina porque desplaza a las ideas por detrás de las personalidades. En el film vemos que la lectura de la carta es una suerte de ruido seductor, completamente inentendible, donde ellos quedan excluidos de una carta que habla de inclusión y los espectadores del video también quedamos excluidos por no comprender nada. Solo queda el contrato complice entre el carisma del lector y el espectador, donde sabemos y reafirmamos que estamos todos completamente excluidos.

 

PB: Otra de tus series fundamentales es “Ensayando la postura nacional”. Es ahí donde tiempo y territorio se citan, con una variable contemporánea. Reproduce otra serie, de un pintor venezolano, y la historia nacional se temporaliza con una variable de gran interés, apareciendo sexualizada a través de una cierta utopía queer, que se desprende de la imaginería centrada en el cuerpo, el cuerpo desnudo y al cuerpo negro, específicamente. Hay ahí un finísimo cinismo (del filosófico…) que desprende una ironía singular y abre indefinidamente las posibilidades significativas de la pieza.

AA: Este proyecto tiene que ver con el cómo se estableció la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en la década de los 50s. Fue planteada, como en tantos casos en Latinoamérica, sobre el mesianismo de la refundación del país, y más específicamente sobre la nación. Perez Jimenez y sus ideólogos trataron de hacerlo a partir del desarrollo de una serie de elementos muy de época: el militarismo, la educación, la raza y las tradiciones. El dictador le encarga los murales de las dependencias oficiales del gobierno y de la academia militar en Caracas al pintor Pedro Centeno Vallenilla, formado en la Italia fascista. El era gay de armario profundo, con una pintura manierista y vista ahora con clara inclinación queer, que quizá no despertó en la época las asociaciones que nos evoca ahora. Su obra mezcla arte y política, sí, pero también raza y sexualidad. Sin embargo, entre el ideario de Pérez Jiménez y la obra de Centeno Vallenilla, se establece un puente muy claro al pensamiento chavista actual. Desde la izquierda el chavismo también establece un corredor entre el militarismo y la raza para establecer las bases de su ideario. Así es cómo la agenda de una dictadura de derechas coincide con la de una dictadura de izquierdas, 40 años después. Entre esos dos polos Venezuela vive 40 años de gobierno cívico en los que se había dado por superada tanto el fantasma militar como la discusión racista. Y toda esta paradoja se desnuda a través de la visión de un pintor que tergiversaba la realidad en base a su sexualidad. En sus cuadros los personajes adoptan posturas enrevesadas o difíciles de emular. Cinturas muy estrechas, mujeres de enormes senos y ojos rasgados al estilo egipcio, hombres indígenas con una musculatura que no existe, etc… y lo que hice fue recrear con gente de sectores populares tableaux vivants de una docena de cuadros que aún permanecen en dependencias oficiales. Es obvio la incomodidad de imitar las posturas de los cuadros de referencia, por tanto, los figurantes ensayan y se esfuerzan sin éxito en tratar de llegar a la postura propuesta. A lo que voy es que viendo hacia atrás nunca hemos podido superar la escenificación perpetua de los dos mitos dominantes en nuestra concepción de nación, que son el militarismo y la continua refundación racial de la patria. 

 

PB: Tengo que revisar la serie…. El territorio es la base de la nación. La experiencia en toda Latinoamérica, la de Venezuela en estos últimos años, la tuya personal es el abandono de ese territorio y la salida en un movimiento migratorio de componentes sociológicos muy diferentes pero que a todos os trae de la nación a la lengua. A la lengua que fue del imperio. Se abre una interacción peligrosa que en muchos casos acaba con la conversión del emigrante (pobre) en nadie. La persona pasa a convertirse en el sudaca, el mulato, el otro… ¿Ayuda la lengua común a la superación de esa trasmutación identitaria?

AA: No, claro, la lengua es un instrumento fundamental, sin duda… y la religión, también. Porque incluso quienes nos creemos ajenos al sentimiento religioso, no lo somos tanto, es imposible escapar, es el marco de la cultura occidental. El sustrato cristiano y católico opera como factor de identidad. Se me ha hecho aún más claro desde que comencé mi vida con una pareja musulmana aun siendo de mentalidad occidental. Por ello ambos creíamos que la religión no seria un condicionante, pero me he dado cuenta que establece un marco difícil de ignorar. Bueno, tú has vivido en Marruecos y sabes de qué hablo… No es descubrir el agua tibia pero evidentemente ayuda muchísimo a un migrante poder compartir ambos factores. Y fue uno de los rasgos que me animaron a quedarme en España. Mi campo de referencias es latinoamericano, mi interacción está en ese campo, pero la perspectiva de afrontarlo desde aquí es muy rica y asoma nuevas perspectivas. Hoy por hoy, con el paso del tiempo veo muchas similitudes, incluso en sus miedos y peligros, entre España y los países latinoamericanos. 

 

PB:… más de las que estamos dispuestos a admitir…. Entonces, el arte ya no es la manifestación de la identidad nacional. Es la manifestación de un territorio, que puede tener una dimensión electrónica, geográfica, económica… ¿dónde trabajas tú? Queda apuntado…

AA: Faltan otros, claro. Mi sexualidad es un territorio que también define mi línea de trabajo. Y ese cumulo de elementos no es que sean cosas de las que no se puede escapar, es que yo no quiero escapar de ahí.

 

PB: Hay una pieza muy interesante, ahora que recuerdo, al respecto. La de aquellos muchachos que contactaban vía Internet con europeos buscando la posibilidad de establecer un puente para llegar acá. En algún pasaje de Louis Ferdinand Celine se pronuncia con su contundencia habitual hablando de los negros en Francia y afirma que su único capital, su única patria es su culo. 

AA: ¡Tremenda frase!

 

PB: Sabía que te gustaría. ¿Es la patria de los muchachos latinoamericanos que tratan de llegar a Europa para procurarse un futuro mejor a través de su cuerpo?

R.- Es un recurso inmediato, sí. Un recurso más que válido, un recurso fundamental. El trabajo al que te refieres es What I am looking for y trata sobre las plataformas de los primeros chats gays, donde chicos latinos que buscaban emigrar, ofrecían amor a través de fotografías sexuales a europeos interesados en el amor y el sexo latino. Fue apasionante ver cómo las fotos y textos de los chicos obedecían al cliché de lo que ellos creían que los europeos tenían del latín lover; y de cómo los europeos respondían con clichés similares. El nivel de comunicación entre ambos se basaba siempre en tópicos basados en el anhelo del paisaje económico por parte de unos y el paisaje carnal que anhelaban los otros. Y todo eso se resolvía en el territorio virtual. Con el paisaje de la arquitectura virtual. 

 

PB: Ya te imaginas que no establecía ninguna valoración moral al respecto. Vale. De la nación a la lengua. Un paso que puede ser traumático para mucha gente, que puede provocar, sobre todo, miedo. Hay una frase de un personaje de la novela Las otras vidas, de Clara Obligado, que impacta: “…el exilio no se termina nunca. Ni siquiera cuando se regresa al país. Siempre tengo la sensación de estar encerrado fuera”.

AA: Una descripción perfecta de la situación. Llevo en Madrid 18 años y así me siento. Totalmente. Rehúyo al victimismo, pero no es solo que yo lo sienta, es que hay quienes así quieren hacértelo sentir de forma continua. Cuando yo era niño vivía en una Venezuela llena de inmigrantes, con grandes contingentes de españoles, italianos, árabes y portugueses, la mitad de los compañeros en mi salón de clase eran extranjeros. Incluso mi origen es libanes. Para mi todo resultaba natural, era un niño que creció acompañado de extranjeros y venezolanos autóctonos siempre. No era así para los extranjeros, que muchos acababan de llegar y ahí se les abría una brecha. Recuerdo cómo a veces hacíamos mofa de la forma de hablar de los portugueses o de los italianos… ellos sentían que desde fuera les marcaban que eran “otro”, y cuando un niño extranjero tenía la capacidad de camuflarse toda ilusión desaparecía cuando se aparecía uno de sus padres, como si acabara de llegar de Funchal.  Esa sensación no se pierde nunca, por más que compartas el idioma, la religión o incluso el tipo físico, sientes siempre esa distancia.

 

PB: Alexander, francamente, te diré que esa distancia la sientes y tratan de hacértela sentir también estando dentro de tu propia nación… Tras muchos años estudiando y trabajando fuera de España, también me siento encerrado fuera…

AA: Claro, cada vez que vuelvo a Venezuela siempre hay alguien en Caracas que me pregunta si soy extranjero. Se ha hecho un lugar común.

 

PB: Última cuestión. Volviendo a tu obra y a la de tantos que como tú vinieron a vivir en Madrid. Voy a aventurar una hipótesis: me parece perceptible ya, ahora, la influencia que estáis ejerciendo sobre los artistas jóvenes españoles…

AA: ¿De verdad? Me encantaría que así fuera…

 

PB: No sé, me da la impresión de que hay una vuelta de lo conceptual en la generación más joven, que no arranca del conceptual español de los 70. Creo que surge de vosotros.

AA: Que interesante… yo siempre siento que hay una cierta dificultad en la comunicación entre artistas de latitudes y generaciones diferentes… siento que siempre se leen los trabajos de cada quien con las herramientas locales. En todo caso me parece que la herencia conceptual latinoamericana está marcada por elementos políticos, emocionales y hasta románticos que no estan presentes, o no todo junto, en el conceptualismo norteamericano o europeo. Probablemente esa veta la estas empezando a ver aquí.

 

PB: No digo que eso no sea así… pero sí que una lectura ocurre… Vale, un millón de gracias.

AA: Gracias a ti… pero vamos a hablar de más cosas, nos falta mucho… (risas) Déjame decirte que hay algo muy importante en mi trabajo, lo mencionaste de refilón y es el lenguaje, sí. Cómo opera el lenguaje en mi trabajo.  Todo mi trabajo, desde What I m looking for hasta Tucumán, tiene que ver con la traducción…

 

PB: Sí, era esencial en aquella pieza, cuyo título nunca recuerdo y que yo vi en Madrid, en Travesía 4.

AA: Era el proyecto que mencione anteriormente, un libro y perfomance basado en tres experiencias culturales ocurridas en 1976: la publicación del libro de Carlos Rangel “Del buen Salvaje al Buen Revolucionario”, la telenovela cultural que llevó por primera vez a intelectuales a escribir telenovelas para elevar el nivel cultural del venezolano, y por último la nacionalización petrolera que nos hizo creer que habíamos llegado al primer mundo y dio inicio al festín populista del cual aun somos víctimas y victimarios. Fueron tres hitos culturales que definieron la personalidad cultural del venezolano de mi generación. Realice un libro en colaboración con escritores llamado “La salvaje revolucionaria en horario estelar” donde confluyen los tres hitos como simulacro de nuestro fracaso cultural y su encaje en la construcción de nación. Invite a escritores de telenovelas de varias generaciones, entre ellos a Boris Izaguirre, y el diseño gráfico lo realizó el autor de la concepción gráfica de la nacionalización petrolera que fue Alvaro Sotillo. Es prácticamente un libro incunable ya que su edición fue confiscada por las autoridades chavistas en la fundación que lo editó el mismo día que salió de la imprenta. Este proyecto parte de la tesis de Rangel donde expone que el gran fracaso de Latinoamérica no es económico, sino cultural. Que hagamos lo que hagamos siempre llegaremos tarde al banquete de la civilización por la forma en que fue conformada culturalmente la America española. Parte de sus argumentos plantean que los españoles que llegaron al continente desde la conquista hasta la colonización, vinieron con ánimo de ascenso social y saqueo. Y eso determina en gran medida la mentalidad local. Ni los Estados Unidos ni Brasil ni Canada fueron creadas bajo esa idea. Ahi algunas diferencias… 

 

PB: … gracias, Alex, sí que resulta apasionante el repaso de esta pieza y el perdidos en la traducción interno, tan presente en la obra de tantos grandes creadores latinoamericanos. Tendremos que buscar el momento de seguir explorando éste y otros asuntos. Como otros que dejamos para otra ocasión, como el encaje de tu discurso en el mercado internacional. O, sin duda, el pasado colonial que compartimos… desde trincheras opuestas. Muchas gracias.

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