Si hay un símbolo que hace reconocible la obra del escultor Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925 - Madrid, 2019), ese es la espiral. Sus piezas de forja, repletas de volutas que hacen alusión al viento y a otros elementos naturales, hicieron de él un maestro de la escultura abstracta española y un referente del informalismo del siglo XX. Es el legado que deja tras su muerte, sucedida a última hora del día de ayer en Madrid. El artista tenía 94 años y permanecía ingresado por una larga enfermedad. 

Hacía más de un año que sus obras no se mostraban en una exposición individual. La última muestra, inaugurada en febrero de 2018, llevaba a la galería madrileña Marlborough –representante del artista- un compendio de esculturas y dibujos recientes, la mayoría inéditos.  

Chirino comenzó su trayectoria en los años cincuenta, formándose entre Gran Canaria y Madrid. El descubrimiento de la vanguardia española de entonces, que ya comenzaba a despuntar, y su querencia por el hierro, la talla y la forja, elementos que había mamado desde su infancia como hijo de jefe de astillero, le hicieron inclinarse hacia la escultura más abstracta. Sentía gran interés por la iconografía prehispánica y los símbolos naturales, especialmente las espirales y el viento, constantes en toda su obra.  

A finales de esa década se incorporó al Grupo El Paso junto a Manolo Millares (Las Palmas de Gran Canaria, 1926 - Madrid, 1972), Rafael Canogar (Toledo, 1935) y Antonio Saura (Huesca, 1930 - Cuenca, 1998), entre otros. Especial relación le unía con el primero, que trabajó con Chirino en su taller escultórico de Gran Canaria. Allí realizó su primera serie, Reinas Negras.  

Después de que la Bienal de São Paulo de 1959 le dedicara una sala entera en el pabellón español, Chirino inauguró sus primeras grandes muestras en el extranjero, como la que tuvo lugar en 1969 en la neoyorquina Grace Borgenicht Gallery. La larga relación profesional que mantuvo con la galería le llevó a pasar varias temporadas en Nueva York. En España destaca la retrospectiva que el Palacio de Velázquez le dedicó en 1991. 

Además de crear, también tuvo tiempo para dirigir dos instituciones culturales españolas: el CAAM, al frente de cual estuvo desde 1989 hasta 2002, y el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que gestionó desde 1982 hasta 1992. 

Su obra ha sido reconocida con múltiples galardones. En 1980 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas y cinco años más tarde obtuvo la Medalla de Oro de Bellas Artes. Además, el año pasado se le otorgó el Premio de Artes Plásticas del Observatorio d'Achital.

Más de cuarenta instituciones en todo el mundo poseen obra de Chirino, especialmente en Estados Unidos, España y Latinoamérica. Hemos reunido nueve de estas piezas, que se encuentran depositadas en el Museo Reina Sofía, el Museo de Escultura al Aire Libre de Leganés, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca y la Fundación Martín Chirino –que tiene parte de sus fondos en el Castillo de La Luz de Las Palmas desde 2015-.