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¿Hasta en cuantas partes cabe la división del ser para que la confusión no arrebate la propia consciencia?

Pues Partrick Vandermeresch ha hablado de Pierre Tchetverikoff: 'Como si fuera el ángel anunciador, Freud, ha tocado la oreja de Pierre Tchetverikoff y ha instalado una frase obsesionándole: 'El yo es, ante todo, un ser corpóreo, y no sólo un ser de superficie, sino incluso, la proyección en una superficie'. El ser humano es, antes que nada, la piel.

No habitamos en la piel, como se dice de vez en cuando, sino que somos básicamente un sentido organizado de lo que la piel nos transmite.

Somos el tránsito del interior y el exterior, de la efervescencia de las pulsiones y de la ley confusa, pero implacable, de lo que se impone como 'la realidad'. La piel es el sitio y la expresión visual de este tránsito: piel joven, surgiendo del ámbito maternal y paternal, piel tatuada por una historia compleja en zonas particulares, piel agrietada, pero siempre subiendo desde los pies. La piel que susurra: perseguiré en contenerte, mantener tu historia, tu máquina carnal, tus caricias recibidas o rehusadas, tus dolores impuestos o buscados, para que tú te quedes tú.'

Por otra parte, para nosotros el artista Pierre Tchetverikoff, es un permanente referente de la interpretación y de la representación del entorno, otrora fuertemente vinculado a los parámetros racionalistas, luego buscador de razones encontradas o aleatorias, hoy inmerso en la piel. Su obra desde los años 80' ha estado presente en innumerables muestras, ferias y exposiciones (ver curriculum y cotización en artprice).