Como cada año por estas fechas, Kalao panafrican creations presenta una exposición dedicada a la escultura ritual africana. Ello se debe a la importancia que ha tenido, y tiene, en cuanto parte ineludible del legado creativo-cultural humano. A su favor, se recurre con demasiada frecuencia al argumento sobre el aporte inspirador que tuvo en las vanguardias artísticas occidentales, pero casi siempre se olvida el valor que de por sí tienen, al margen de la visión etnocentrista occidental, en su presencia atemporal (considerando el tiempo como una creación humana más).

La muestra de este año la dedicamos a la máscara como símbolo o figura aglutinadora de sentido que ha acompañado lo humano desde la prehistoria hasta nuestros días.

El término máscara proviene del árabe (bufón, el que esconde su identidad) y en la tradición ... grecolatina revierte en el concepto de 'persona', haciendo referencia a la máscara teatral como representación escenificada. Sin embargo, la mascarada entendida como ritual animista, nos remite a un determinado tipo de ceremonias comunales en las que el grupo humano rompe espacio-temporalmente con el ritmo vital cotidiano y sus pesares, conectándolo con las fuentes mitológicas fundacionales de su cultura.

Uno de los primeros testimonios de la presencia de la máscara como icono social se encuentra en el macizo montañoso argelino de Tassili N'Ajjer, donde a mediados del s.XX se recuperaron y clasificaron un conjunto de grabados y pinturas rupestres de la etapa neolítica (7.000 a 5.000 a de C.). Al respecto presentamos en la exposición una imagen tomada en 1961 por el fotógrafo, etnólogo y cineasta francés Jean Dominique Lajoux (1931), imagen conocida como 'la dama blanca o astada'. Pintura que representa a una mujer danzante embarazada con múltiples adornos corporales y de cuya cabeza surgen astas de toro, símbolo de fertilidad extendido en esta época por la zona mediterránea (cultos a la Diosa Madre Tierra).

De tales fuentes fundacionales emana la narración oral cosmogónica a partir de la cual florece todo un entramado ético-moral lleno de preceptos y prohibiciones que hunden su raíz en la experiencia práctica acumulada por generaciones. Para su correcto cumplimento velarán, en muchos casos, las sociedades secretas, encargadas, tanto de la educación, a través de diferentes ritos iniciáticos, como de la protección de bienes materiales y espirituales.

Toda iniciación supone el tránsito hacia una nueva vida, lo cual conlleva una muerte simbólica, siendo las más importantes el paso de la niñez a la edad adulta y de ésta a la vejez como etapa de sabiduría previa al viaje definitivo que conduce a la vida atemporal (muerte del cuerpo). Todo ello es un reflejo interpretado del ciclo estacional de la naturaleza en cuanto fuerza vital, y es en este contexto donde la máscara cumple un papel fundamental.

En África subsahariana encontramos la mayor parte de ejemplos, todavía (y afortunadamente) en muchos casos vivos, de este tipo de representación a través de la máscara. El acompañamiento rítmico (percusión, viento y cuerda) es inseparable a su aparición, favoreciendo el trance extático en cuanto depurativo espiritual a través de la danza. Aquí encontramos una diferencia importante respecto de la máscara escénica de la tradición greco-romana. A diferencia de la mascarada animista y su celebración transpersonal activa (grupo), la escena teatral requiere de un espectador físicamente pasivo que proyecta sobre los personajes (máscaras) todas las pasiones que lo acompañan en su cotidianeidad, alcanzando en este caso lo que Aristóteles denominó catarsis (purificación).

En ambos casos vemos como la máscara se presenta como símbolo, es decir, representación materializada ('traje') de un arquetipo compartido por el grupo concernido (inconsciente colectivo, C.G. Jung).

Hoy en día la máscara y su representación se abre a nuevos parámetros creativos, nuevos lenguajes plásticos, escénicos, audiovisuales, inmersos en los avatares de la globalización, cada vez más despojada del rigor religioso e infinitamente abierta al intercambio cultural a través de las nuevas tecnologías de la información.

En este momento muchas culturas están celebrando el carnaval, mascarada popular por excelencia, donde la fiesta y la comunión transpersonal nos libera del 'yo' desconocido.

Vive el carnaval!