¿Cuántas veces tenemos que ir con el cántaro a la fuente hasta que se rompa? Bueno quizá nos sobreviva. Y esa apuesta feroz en pulso con la probabilidad es en la que está empeñada Chelín Romero.
Todavía recuerdo el desgarro que se produjo a sí misma cuando en la última ocasión despedazó literalmente las obras que había realizado en 200 x 200 cms, hasta convertirlas en girones largos y estrechos. Y esto que puede parecer anecdótico y ocurrente, se torna mucho más profundo si se considera su evolución creativa.
Chelín es una voluntad pura en liberación permanente, por eso, e independientemente, que ella lo consiga, nos induce a procurar la nuestra. Sus trabajos siempre son expresivos, llamativos, laberínticos, pero también ceñidos a la disciplina del grafismo, a la búsqueda de la composición equilibrada y el color atinado.
En esta muestra de ahora nos enseña su serie titulada “Interiores”, donde encontraremos ropas, figuras, bichos,...y sobre todo el espejo donde se refleja la artista que no es otro que el fondo del cántaro cargado de agua.
Se licenció en Bellas Artes y participó ya en happening en los años 80, luego su vida cambió, pero no cambió su capacidad para ponerse delante de las telas y los grafismos. Su obra estuvo recientemente en la Feria de Osaka y en la II Bienal Art Maison en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y tiene una trayectoria llena de exposiciones, con nosotros es la tercera vez que llena nuestro espacio.
Entrada actualizada el el 01 dic de 2014
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