'¿Qué memoria guardan los objetos del pasado? ¿Qué historias esconden secretamente? ¿A qué violencias, revoluciones o tragedias sobrevivieron? ¿Qué sentidos tienen para nuestro presente? La instalación de Ana Gallardo parece movilizar estas preguntas. La obra está atravesada por las marcas de una acción: la artista desplaza muebles y otros objetos y los agrupa, sujetándolos entre sí y al suelo de la sala con cinta de pintor, en un esfuerzo tan desmesurado como frágil, ya que el material utilizado se despega fácilmente. En la urgencia por encintar los objetos, una y otra vez, en la obstinación desmedida por mantenerlos unidos, la instalación constituye también una apuesta por interpelarlos y hacerlos resonar en las latencias persistentes de las historias que portan, en los 'futuros soterrados' (por utilizar una expresión de la psicoanalista y crítica cultural brasileña Suely Rolnik) de los que fueron silenciosos 'testigos'. La instalación de Ana Gallardo ... pone en evidencia que el memorizar es, primero que nada, una acción del cuerpo.'