En Nessun Dorma, una pieza a modo de cancerbero o custodio, recibe al visitante a la entrada de la sala: Diversos animales tintados de negro y situados unos sobre otros, forman parte de este primer contacto con la obra. Una vez dentro, en esa especie de camino que tiene como meta la puerta aparecen sobre el suelo unas 'mini monstruosidades' que situadas a modo de aquelarre sobre una alfombra roja rodean a un busto femenino. En otro rincón se sitúa un misterioso poliedro rosa al que parecen observar los extraños personajes que descansan en el suelo. Y en las paredes, teñidas de escarlata para la ocasión, aparecen una serie de dibujos de gran tamaño que vigilan los pasos de todo aquel que entra en la sala y que camina hacia esa puerta ilimitada.