Abogado en ejercicio -trabaja en un importante despacho internacional-, Jaime de San Román es fotógrafo amateur y apasionado lector y conocedor de arte, especialmente del más contemporáneo. A lo largo de esta entrevista de Dora Román para ARTEINFORMADO, San Román repasa sus modos y maneras a la hora de coleccionar, señalando que "nunca he comprado con idea de empezar una colección", que "me gusta la sensación de que estoy descubriendo algo nuevo". Confiesa que "no tengo asesor de arte, pero no porque no me parezca una figura necesaria, sino porque en la aproximación que yo tengo a lo que es comprar arte, parte de lo que a mí me divierte del proceso de compra es la investigación previa y si eso lo hiciera por mí una tercera persona perdería un poco la gracia". Y termina con un desideratum: "Si se fomenta que la gente compre y vaya a exposiciones de artistas jóvenes, se crearía un tejido autónomo y se conseguiría que el arte español no tuviera que vivir de subvenciones y que hubiera mayor riqueza cultural". Estas son sus respuestas:

ARTEINFORMADO (AI): ¿Desde cuando tu afición por el arte y especialmente por el coleccionismo?

Jaime de San Román (JSR): Siempre me ha interesado el arte; en casa siempre ha habido cuadros, a mis padres les ha interesado, a mis abuelos también, he vivido con cuadros en casa y es algo que me atrae, que me gusta ver cuando me levanto. Mi "approach" al coleccionismo es poco ortodoxo en el sentido de que nunca he comprado con idea de empezar una colección ni he tenido estructurada una idea concreta de colección. Compro un poco de manera orgánica, y en la medida en que he tenido suerte de poder ahorrar algo para comprarme un cuadro de vez en cuando, lo he ido haciendo de manera natural, sin mucha pretensión de acabar teniendo una colección de tamaño concreto o de una tendencia concreta.

AI: Entonces ¿no sigues una línea concreta?

JSR: No, no la sigo; aunque quizá desde fuera sí se aprecie una estética o unos intereses determinados, yo voy comprando lo que me va llamando la atención y lo que me puedo permitir, cuando puedo permitírmelo.

AI: ¿Cómo empezaste y qué ha sido lo último que has comprado?

JSR: Lo primero que compré fueron dos fotos de Mike Brodie, un fotógrafo americano que descubrí en internet, en una pequeñísima galería de Atlanta que se llamaba Get This! Gallery. El artista es un tipo curioso que con diecinueve años cogió una cámara y se dedicó a recorrer todo EEUU de polizón en trenes de mercancías y a documentar sus viajes, y me pareció muy interesante; las fotos estaban muy bien de precio y compré dos. A los cuatro años le publicó un libro Twin Palms y ahora le lleva una galería de Los Ángeles y, aunque le debe ir muy bien en cuanto a ventas, ha dejado la fotografía y es mecánico de motores diesel. Pasa a menudo que veas algo de casualidad y al cabo de unos meses lo encuentres en la portada de American Photo ¡qué gozada!; son las cosas curiosas que pasan comprando por tu cuenta, investigando e intentando buscar gente más novel o que esté empezando.

Este año pasado he comprado dos cosas, un cuadrito de Chechu Álava, una muy buena pintora que lleva la galería Espacio Líquido de Gijón, y que me gusta mucho, mucho. Creo que es una artista muy sólida pictóricamente, muy especial y de mucha calidad, y aunque hace una pintura quizá desligada de lo que actualmente es pintura y al margen del circuito, a mí me llama mucho la atención su obra. Y otra, un dibujo de Marcel Dzama, que también me gusta mucho y al que conozco desde hace mucho tiempo, desde que una tía mía le compró dos dibujos hace seis años.

Me parece un artista con un mundo propio y unas influencias artísticas de Goya, de Duchamp, muy interesantes. Visualmente es muy atractivo y a mí las cosas me entran por los ojos.

Ahora estoy "recuperándome" de las compras y no tengo nada concreto en mente, aunque siempre hay gente consagrada de los que me gustaría tener obra, como Eggleston, pero no es el momento. Sin embargo, si se me cruza algo en el camino, si me encuentro con alguien que aún no tiene una carrera desarrollada y que me guste, puede que no lo piense mucho.

AI: ¿Con qué galería has tenido contacto últimamente?

JSR: Con Helga de Alvear, precisamente a ellos les compré el dibujo de Dzama. Son muy serios, están muy pendientes, me mandan información y son muy profesionales. Llevan a gente de la que me gustaría tener obra si pudiera; me encantaría tener algo de Ángela de la Cruz o de los fotógrafos alemanes Thomas Ruff y Candida Höfer. Me parece una muy buena galería y creo que en España hay muchas galerías buenísimas.

AI: Aparte de lo que nos has comentado, cuéntanos qué otras obras tienes.

JSR: Tengo una obra de un noruego, Thorsten Brinkmann, al que lleva una galería alemana, y que hace unos retratos muy pictóricos, de perfil, como los típicos renacentistas de Piero della Francesca o Guirlandaio. Siempre se fotografía él como embozado y disfrazado con materiales reciclados; son retratos que funcionan muy bien visualmente y se enganchan con una idea que a mí me interesa mucho del mundo del arte, la construcción de discursos puramente visuales, de un sistema de símbolos.

También dos dibujos del venezolano Starsky Brines, que hace un tipo de pintura muy sencilla, muy naïf, pero que funciona muy bien desde el punto de vista cromático y de las formas, y aunque probablemente hay muchos pintores haciendo esto, a mí éste me llama mucho la atención.

Luego cosas pequeñitas de The Royal Art Lodge, un cuadro y cuatro obras gráficas. Supe de ellos cuando expusieron en Madrid, y más tarde di con una galería canadiense que tenía trabajos suyos, y a través de estos conocí a Marcel Dzama, que en un tiempo formó parte del grupo con otros dos canadienses, Michael Dumentier y Neil Faber. Estos seguían un proceso divertido, jugando también con el equívoco, se juntaban, uno casi remataba el dibujo y otro llegaba en el último momento, lo intervenía y cambiaba su significado. Hacían ediciones limitadas, unos "prints" que no eran grabados, con un dibujo en blanco y negro de un hombre o una mujer mecanografiando en los que únicamente cambiaba el texto. Costaban algo así como cincuenta dólares y eran muy visuales y muy divertidos.

Una foto de un americano que se llama Tod Selie, que documentó la escena underground del Nueva York. La primera vez le vi cuando estaba en la Universidad, en la portada de una revista gratuita y ya me pareció interesante. Tres años después, en internet vi que había una exhibición suya en una galería y me pareció sorprendentemente barata y compré, creo que por unos ochenta y cinco dólares. Es una foto divertida, de dos chicas disfrazadas en una fiesta con un moratón cada una en la cara y unas camisetas muy punkies

Y por último otra obra de la fotógrafa americana Martha Cooper, que también documentó lo que fue el boom del graffiti, del rap y del break dance de NY a principios de los ochenta.

Todo lo que tengo es contemporáneo, no porque no me interese el arte de otros períodos, que me encanta, y veo por ejemplo obra gráfica genial en subastas por mil euros, pero al final me gusta la sensación de que estoy descubriendo algo nuevo. La colección se va formando con lo que te puedes permitir en cada momento; cuando empecé a trabajar lo más accesible era comprar fotografía. Ahora ya puedo comprar pintura, porque aunque la foto me interesa mucho, la pintura tiene lo especial de no ser seriada, pero lógicamente es más cara.

AI: Jaime, tú también eres fotógrafo ¿tienes colgada obra en tu casa?

JSR: Sí hay varias de gran formato. Profesionalmente soy abogado y de momento la fotografía no me permite vivir de ella, aunque he vendido varias obras y he participado en alguna exposición (www.jaimesanroman.com), pero sí creo que me aporta una visión especial hacia lo que me interesa y lo que aprecio en el mundo del arte. También he hecho algún collage y he pintado con acrílico pero la pintura me parece menos accesible desde el punto de vista técnico y por esto creo que los pintores que más me interesan en general son figurativos. Probablemente me compraría un Michael Borremans, un George Condo, un John Currin, un Neo Rauch, y de los españoles admiro a Antonio López y también me gusta mucho Daniel Quintero

AI: ¿Tienes algún asesor de arte?

JSR: Yo investigo mucho, leo mucho sobre artistas, voy a exposiciones, consulto mucha información en internet. No tengo asesor de arte, pero no porque no me parezca una figura necesaria, sino que yo no compro con la frecuencia suficiente como para necesitar esa figura, y porque en la aproximación que yo tengo a lo que es comprar arte, parte de lo que a mí me divierte del proceso de compra es la investigación previa y si eso lo hiciera por mí una tercera persona perdería un poco la gracia. Compro con mucha cabeza, pienso mucho las cosas antes de comprar; pero si eres impulsivo y compras puedes equivocarte y en ese caso sí es aconsejable ir con una persona que conozca bien el mercado y te asesore.

Me interesa el proceso previo de investigación y ver qué me interesa y elegir, y elegir basándome en mis preferencias estéticas, y si me equivoco es una equivocación mía. Me imagino que a nivel de inversión tengo obras que probablemente no vayan a ningún lado pero sí creo que no tengo ninguna que me haya cansado de ver, y si compras asesorado es posible que te pueda pasar.

AI: ¿A ti qué te aporta tener esta colección?

JSR: Un placer estético cotidiano; todavía no he comprado nada que me haya cansado de ver en casa y creo que en ese sentido comprar arte es muy gratificante. Como al que le gusten las motos, coleccionar armas de caza o libros antiguos, al final es el placer estético que te produzca el objeto. Aparte de eso, creo que el arte cumple una función muy importante a nivel social, es algo bueno y es importante que exista en todas sus manifestaciones, tanto las artes visuales como la literatura, el cine o cualquier otra, y parte de ese contribuir a que el arte exista pasa por apoyarlo, y si en la faceta concreta en la que puedes apoyar, además es un mecanismo con el que te llevas el cuadro a casa, mejor que mejor. Al final estás comprando arte para que los artistas que lo producen puedan seguir produciendo.

AI: ¿Qué aconsejarías a una persona que quiera empezar a coleccionar?

JSR: Que se interese por el arte, creo que para que a alguien le compense a largo plazo comprar una obra le tiene que gustar, pero que guste esa obra tiene que ver con el proceso que ha llevado la pieza, con el contexto en el que se mueven los artistas, con entender lo que significa o lo que tiene de especial o de distinto. Se trata de desarrollar un gusto artístico, unos criterios estéticos a base de leer, de ir a exposiciones, de visitar estudios de artistas. Salvo que se quieran tener únicamente piezas decorativas, hay que ir construyendo una sensibilidad propia y eso pasa por conocer y comprender las dificultades asociadas. Explorar, en definitiva; merece la pena el viaje y merece la pena intentar construir un interés. Luego es muy gratificante cruzarte con un artista, apostar por él, no sólo en los términos de revalorización, sino despertarte en los próximos doce años y ver colgada en la pared de tu casa algo que disfrutas viendo y que nunca te cansas de ver.

Creo que en España cada vez hay un interés mayor y la gente se va interesando más, aunque es cierto que no hay una cultura de compra tan asentada como pueda estar en otros países, pero cada vez más veo que la gene de mi entorno se interesa y va a exposiciones, pero es cierto que exige una inversión y las posibilidades de todos no son iguales.

AI: ¿Hay un tipo ideal de coleccionista?

JSR: Creo que hay muchos tipos ideales de coleccionista; creo que todo lo que sea un coleccionismo modesto, aunque no tenga un impacto muy relevante a nivel individual, al final hace fuerza, y si se fomenta que la gente compre y vaya a exposiciones de artistas jóvenes se crearía un tejido autónomo y se conseguiría que el arte español no tuviera que vivir de subvenciones y que hubiera mayor riqueza cultural. Desde mi punto de vista, el coleccionista ideal para el mundo del arte sería alguien con mucho dinero que se preocupara más por desarrollar una labor de mecenazgo que por tener absolutamente todas las obras maestras de determinado período, algo que por otro lado es legítimo; pero sería preferible que ese coleccionista fuera más allá y, en lugar de tener una "obsesión", dedicase una parte de sus posibilidades a ayudar al desarrollo de artistas menos conocidos, que descubriera nuevos valores y se implicara. Pero también es cierto que cada cual se está gastando un importe en algo que le gusta y quiere que -salvo que haya una debacle - valga lo mismo dentro de cuarenta o cincuenta años.

Por mi parte seria incapaz de coleccionar para guardar, no me interesa tener guardadas obras y descolgar otras para reemplazarlas, sino tener un diálogo cotidiano con los cuadros y las fotografías y creo que no compraré nada que no pueda tener en casa.