La muestra, que lleva por título 'La virtud demacrada', se compone de una selección de fotomontajes digitales y varios videocollages. Tras un proceso obsesivo de documentación y archivo, la autora lleva a cabo una labor de descontextualización, generando nuevas asociaciones que manipula y retoca digitalmente para crear una realidad inventada con la que pervertir los códigos establecidos. María Cañas se propone 'mostrar el delirante torrente visual en el que estamos inmersos' y para ello recurre al apropiacionismo y al reciclaje iconográfico -la artista se autodefine como 'caníbal audiovisual'-, desde una perspectiva profundamente iconoclasta en la que tienen cabida el humor, lo kitsch, la cinefilia, y la fusión entre alta y baja cultura. La creadora sevillana pretende cuestionarse los fundamentos del arte y el cine clásico a través del vídeo experimental y el collage, 'rompiendo las reglas del juego y tratando de explorar la verdad oculta de las ... imágenes'. Le interesan especialmente aquellas situaciones de comunicación en que se ofrecen mensajes contradictorios, la obra de algunos artistas emblemáticos de la historia del arte (desde Caravaggio, Goya o Fuseli hasta Duchamp, Hoper y Bacon), el cine -especialmente las películas que tratan sobre el amor y la muerte- y la iconografía contemporánea procedente de internet o de la propia vida. La artista crea una 'cosmogonía digital barroca' de carácter lúdico y poblada de símbolos relacionados con algunos anhelos y perversiones de la sociedad.

El amor como generador de dolor y muerte -como 'asesino supremo', según la autora- es el asunto que vertebra los videocollages 'Kiss the Fire' (2007) y 'Kiss the Murder' (2008), anteriormente presentados en el Dean Project de Nueva York, en la Universidad de Lincoln o en el Instituto Cervantes de Tokio y Dublín, entre otros espacios expositivos. El primero, definido por María Cañas como 'un aquelarre audiovisual destinado a exorcizar nuestros demonios amorosos', se compone de cinco proyecciones: las tres partes que titula 'Kiss the Fire', 'El amor es el demonio' y 'El coro del alma negra'. En 'Kiss the Murder', la artista penetra en la doble cara del amor-desamor para componer 'un retablo pasional que restituye a nuestro tiempo los postulados éticos y estéticos del Barroco y la fascinación por el melodrama clásico repleto de sentimientos extremos', tomando como punto de partida la afirmación de Alfred Hitchcock de que 'los asesinatos deben ser filmados como escenas de amor y las escenas de amor como asesinatos'.