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El año 2009 ha sido especial para nuestra galería pues hemos celebrado el treinta aniversario de su fundación. Inauguramos el año con una exposición dedicada a la pintura de Le Corbusier y ahora lo clausuramos con un homenaje a Joaquín Torres-García.

El mundo torresgarciano es un universo fascinante que siempre nos ha interesado. Ya desde nuestras primeras exposiciones dedicadas a las vanguardias históricas, su obra ha estado presente. A raíz de la muestra que organizamos en 1998 dedicada a él y a sus discípulos y que titulamos «El Taller Torres-García», tuvimos ocasión de conocer más cosas sobre el artista y su filosofía de vida, su concepción del arte, su capacidad didáctica y su fe en la juventud a la que ... formaba.

Efectivamente, en 1942 Torres-García fundó en Montevideo el Taller Torres-García, un taller donde inició a jóvenes pintores en lo que él denominaba el «arte universal»: el constructivismo, una forma de vida. Sus miembros más destacados fueron: Julio Alpuy, Gonzalo Fonseca, José Gurvich, Manuel Pailós, Francisco Matto, Horacio y Augusto Torres, Alceu Ribeiro y Guido Castillo.

Su hijo Augusto (1913-1992), y su mujer Elsa Andrada, fueron los primeros discípulos con quienes establecimos una buena amistad. Vivieron en Barcelona muchos años. Durante este tiempo compartimos charlas, visitas a su casa del paseo Colón y presentaciones de su obra en nuestra galería. Otro personaje muy próximo a J. T. G. es Alceu Ribeiro (1919), uno de sus primeros seguidores en el Montevideo de 1939, cuya obra exponemos regularmente. Gracias a él hemos conocido infinidad de anécdotas sobre las clases que impartía Torres en su famoso Taller. Quiero citar también al carismático Guido Castillo, filósofo y escritor, que fue quien, en el Montevideo de los años cuarenta, a través de la revista Removedor, supo transmitir las ideas que Torres-García preconizaba y enseñaba a sus discípulos. Todos ellos, durante las tertulias que más de una vez hemos organizado en nuestra galería, han dejado patente la admiración, el respeto y la total y absoluta entrega que sentían por 'el maestro'.

En esta exposición, presentamos obras de finales del siglo XIX, que nos trasladan al noucentisme, y alguna pieza de su período neoclásico, pero sobre todo hemos incidido en los años de 1926 a 1932, que coinciden con su estancia en París, donde se sedimentaron sus teorías constructivas. La exposición se completa con dos obras fechadas en los años cuarenta, en las que se aprecia plenamente la culminación del constructivismo.

Con esta muestra, clausuramos un ciclo de exposiciones dedicadas al constructivismo, que reflejan el interés de nuestra galería por el mundo torresgarciano y su entorno.