El trabajo de Hannah Collins (Londres, 1956), en líneas generales, podríamos decir que se basa en la experiencia y la memoria de individuos y colectivos que conforman el mundo contemporáneo. En esta ocasión muestra una instalación fruto de tres días y tres noches de filmación en la fábrica abandonada La Tose, en Roubaix (Nord Pas-de-Calais, Francia). En esta pieza, la artista, a partir de la creación audiovisual y los textos estampados sobre lino, nos hace partícipes de los recuerdos y sueños de algunos habitantes del municipio. La fábrica se convierte en un espacio mental, y las pare des son el marco de la nostalgia y la memoria de diferentes testigos. Algunos de estos residentes son de origen argelino y a través de sus sueños nos trasladan desde las dunas del desierto, pasando por las tiendas de los beduinos, a una discoteca de Lille; toda una serie de realidades paralelas que escapan de un espacio en ruinas.