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Desde hace décadas, Barcelona tiene un alto sentido de ciudad cosmopolita, y ello, a pesar de un excesivo talante político, cuya presión ha llegado a reducir a la mínima expresión, la expansión económica y cultural, que a nivel europeo llegó a asumir la ciudad en los años 70 del siglo XX.

No obstante, todavía persisten personas e instituciones que exhiben colecciones particulares, labor que lamentablemente no es conocida para el gran público - y no por falta de información general, aunque sí especializada - y en especial después que casi tres generaciones hayan sido educadas bajo el imperio de la LOGSE.

La Fundació Suñol es una entidad sin ánimo de lucro, que alberga la colección particular de Josep Suñol, uno de los coleccionistas de arte más importantes y prolíficos de España, desde hace más de 35 años. Fue creada en 2002 y se encuentra en un espacio de 1.000 m2 totalmente renovado en Passeig de Gràcia, que fue la finca familiar donde se crió el empresario, accionista de la promotora inmobiliaria Hábitat, que acoge unas 1.200 obras de arte.

A pesar de tener un enfoque decididamente internacional, la colección presta mucha atención a los talentos locales y los artistas catalanes gozan de una posición privilegiada. La Fundació Suñol es un centro de arte único, un lugar donde confluyen los movimientos artísticos más innovadores del siglo XX y XXI, y tal como indica el programa de mano, se propone actuar sobre dos ejes: El primero alrededor de la colección ya constituida, y el segundo interviene en un espacio diferenciado físico y temporalmente, donde tendrán cabida todo tipo de prácticas artísticas.

Hasta el próximo 21 de enero de 2012, podrá visitarse la muestra: 27 obres, 18 autors (27 obras, 18 autores), en la cual el visitante tiene la oportunidad de contemplar obras dignas de de grandes instituciones museísticas de Paris, Londres, Nueva York o la actual capital cultural del mundo Berlín.

Cuando en Agnolo Bronzino pintó en la corte de Francisco I, a mediados del siglo XVI, su famosa Alegoría, esta obra nos da mucha información sobre una sociedad cortesana, refinada intelectualmente, quizás incluso hastiada, que gustaba de acertijos y adivinanzas y que inventaba sofisticados juegos por medio del arte.

A principios del siglo XXI, el arte contemporáneo permite al espectador adoptar una actitud muy parecida la descrita anteriormente, puesto que obliga a tener conocimientos en arte y estar al corriente de todas las innovaciones, con el fin comprender la especial significación de las obras expuestas, poco habitual y en algunos casos, extraordinariamente atractiva.

Naturalmente, el visitante del 2012 que contemple 27 obres, 18 autors, debe tener en cuenta que se trata de una parte de la colección que abarca desde el 1924 hasta el 1998. No obstante, criterio de comprensión a aplicar variará según edad y conocimientos, y así mostrarse seguramente escéptico ante la grandilocuente plasmación de Mao Tse Tung, en tonos azulados - cabe recordar que en el contexto histórico en que fue pintada esta obra, China era una revolución en pie, muy glorificada por el pensamiento comunista de los años 60 y 70, por lo que la obra constituye toda una visión histórica - realizada por Andy Wharhol, sorprendido por la 'cosmología' conceptual de Zush con su obra After the eclipse, realizada en 1976, impactado en el sentido más brutal con la obra de Dario Villaba: Pies vendados, y por el contrario, mostrarse extrañamente complacido por la erótica morbosidad que puede exhibir una mujer con un zapato de tacón alto, como objeto fetiche, a través de la fotografía de Alberto García Alix titulada: A ras de suelo, del año 1997

Aterrador podría calificarse el sentimiento que produce en el visitante, la obra de Miquel Barceló Le bal des pendus. Realizada en el año 1992 en técnica mixta, no deja de reflejar de una forma macabra, la visión de las atrocidades que es capaz el ser humano, otra visión del deseo, de lo morboso, misterioso y oscuro que ofrece Claudio Bravo a través de su obra Paquete negro.

El conjunto de la exposición es absolutamente ecléctico. Se trata de una colección particular que se exhibe y por lo tanto, no precisa ni de orden ni de concierto, aunque se observa criterio y coherencia en la adquisición de las obras. Como cualquier colección particular, el gusto del coleccionista y el asesoramiento obtenido priman. Esta muestra sin duda ofrece una visión tanto del arte, de sus argumentos y temáticas, técnicas y estilos, pensamiento y expresividad de los artistas, como de la historia en general y de sus acontecimientos, y del reflejo que los artistas, como cronistas de su tiempo en imágenes y conceptos, hacen de la misma.