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Fernando Prats (Santiago de Chile, 1967) es un artista chileno, afincado en España desde principio de los años 90, desde donde viene desarrollando un personal y comprometido estilo que no deja a nadie indiferente. En 1993 se graduó en la especialidad de pintura en la Escola Massana de Barcelona, licenciándose posteriormente en Arte en su ciudad natal, Santiago de Chile (1996). Volverá a Barcelona, ciudad donde reside actualmente, donde concluirá estudios de postgrado, grado Magister (2000). Fernando Prats cuenta en su currículo con un amplio número de exposiciones individuales y colectivas, realizando su primera individual en 1993 en el Centre Civil Sant Andreu de Barcelona (“Exordio y Crucifixión”) a la que siguen otras muchas dentro y fuera de nuestras fronteras. Ha sido galardonado con la beca, John Simon Guggenheim Memorial Fundation, en 2006.

En esta ocasión presenta en la Galería Álvaro Alcázar una original serie bajo el título: “ Natura Naturans ” donde podemos apreciar una búsqueda de nuevas formas de expresión, basadas en la relación del hombre con el medio natural . Son 16 piezas, de medidas variables y una particular técnica donde el artista en telas ahumadas y al óleo se convierte en huella de animales, del viento, de la hierba, repitiendo en sus lienzos los movimientos de la naturaleza. El gusano de seda crea caminos laberínticos sobre la tela ahumada dejando ver el óleo amarillo, el aleteo de las palomas danzan en el oscuro lienzo o las ramas del árbol muestran el ritmo del viento, Fernando Prats le da voz a la naturaleza en sus cuadros y se convierte en creador-espectador. Este proceso creativo lo podemos apreciar a través del video en el se muestra su técnica de trabajo para esta exposición.

El crítico de arte Fernando Castro, ha querido reseñar este último trabajo de este artista:

“Fernando Prats es el ejemplo perfecto de creador contemporáneo capaz de mantener abierto los maravillosos caminos de la pintura sin aferrarse a los dogmas establecidos ni tirar, como mandaría la moda, hacia una hibridación finalmente decorativa. Con una lucidez increíble ha retomado la concepción de la pintura como acontecimiento sin volver, a la manera manierista, a la pasión del dripping. Lo cierto es que aquel territorio horizontal en torno al que Pollock desplegara una “coreografía”, tal y como quedo demasiado claro con las fotografías de Hans Namuth, era, al mismo tiempo, un soporte físico y un ámbito imaginario para proyecciones de carácter inconsciente.”