Aline P. (1984, Pau, Francia) entra por una puerta muy justa del arte. Entra por la necesidad de comunicar y comunicarse. Con amor y determinación. Ella, que se mueve con austeridad, nunca habla de lo que no sabe.

En poco tiempo, el arte se ha convertido en su forma de vida, a ella se ofrece sin reservas. Trabaja siempre al límite. Al límite de la ficción y la realidad, entre la acción y la fotografía, entre el pudor y el descaro para bucear en su interior. En poco tiempo ha inventado la iconografía de su vida en escenarios íntimos y domésticos, siempre en pos de un continuo autorretrato... sin rostro.

Destacan en su obra la coherencia y el compromiso.

Técnicamente es impecable. Con la economía de medios que maneja, se permite un gran ... recurso: ajustar la simplicidad del lenguaje, lo necesario y preciso para dirigirse frontalmente al espectador. Su lenguaje atrevido le guía y por él se desliza, fluye. Enfatiza su pudor proyectando intimidad en formas rotundas y evidentes, ¿en exceso?.

Aunque no son los tiempos más adecuados, Aline se permite ser honesta y valiente, como Don Quijote ante los molinos de viento. Es hija de su tiempo y lo quiere ser con todas sus consecuencias. No se censura, pero juega con el sentido de la censura. No hiere, pero sabe que el dolor existe incluso en la ficción.

Nos muestra las mudas de su cuerpo. Las imágenes de sus fotografías, vídeos, performances; son duras.

Difícilmente quedasen anuladas por el cerebro. En cambio, el color es suave, ¡qué curioso! La composición -muy cuidada- descansa sobre estructuras clásicas que transmiten estabilidad y serenidad. Imágenes inquietantes y poderosas, con un enfoque muy novedoso por su tratamiento, tanto en el fondo como en la forma.

Su trabajo gira en torno a la mujer. Alejada de convencionalismos feministas, habla de la feminidad, del dolor femenino, de ella misma, de su cuerpo, de su sangre. Todo lo que sale de su cuerpo, los objetos, los fluidos... son realmente suyos. Los pelos son sus pelos, aunque los cambie de sitio. La sangre es su sangre. Esculpe su cuerpo como un gran icono donde ocurre todo, lo más grande y lo más pequeño. Tal cual, nos lo muestra.

Me recuerda a veces a Ana Mendieta, otras a Pipilloti Rist o incluso a Frida Kalho, pero casi nunca me recuerda a nadie. Sus imágenes me parecen nuevas. Son raras, y cuando no las entiendo consigue que me sienta más atraído.

Aline P. es la primera artista de la nueva etapa de la Galería CAVECANEM.