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Todo estaba a punto de pasar, siempre.

Cuando te parabas a contemplarlo, el mundo estallaba en una infinidad de apariencias.

Era extrañísimo: los límites entre lo real y lo que no lo era habían dejado de existir.

Y a pesar de todo, allá: alguien y el mar.

La realidad no es la protagonista de estas fotografías, sino el punto de partida para inventar historias. Aquí, por accidente, junto con el espacio, el mar, el tiempo y el pasado. Pretérito imperfecto habla de la distancia que existe entre la apariencia de las cosas en la ... realidad y en lo que se convierten al ser fotografiadas, cuando uno trabaja con procesos analógicos. Se trata del ejercicio de crear recuerdos que quizás jamás han llegado a existir.

Aquí, el pretérito imperfecto es un tiempo verbal que yace entre un mundo real y un falsificado, una forma estrambótica de decir las cosas. Esta es la razón por la que elementos como una línea de horizonte, una toalla que se evapora en el viento y un rostro que se disuelve bajo las burbujas del agua ejercen como potenciales metáforas acerca de la capacidad que posea el lenguaje fotográfico para vestir toda ficción con verosimilitud y para enrarecer los contornos definidos de las cosas.

Más que responder preguntas, Pretèrit imperfet genera interrogantes que nos permiten indagar más allá de la presa fotográfica. Las diez fotografías que conforman esta exposición representan una pequeña parte de la serie que está aún en curso.