Exposición en Bilbao, Vizcaya, España

3 minutes

Dónde:
Fundación BilbaoArte Fundazioa / Urazurrutia, 32 / Bilbao, Vizcaya, España
Cuándo:
12 abr de 2013 - 03 may de 2013
Inauguración:
12 abr de 2013
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición

El ser humano no es capaz de apreciar los instantes que duran menos de 1/250 segundos.

 

La fotografía de hoy en día consiste en pequeños fragmentos de tiempo, a menudo fracciones de segundo. El tiempo que transcurre en ese fragmento de tiempo ha pasado antes de darnos cuenta. Pregunte al jugador de fútbol sobre el momento en el que fue fotografiado en el aire. ¿Estaba consciente en ese momento, de su forma en el aire, de su expresión de la cara justo en ese 1/2000 de segundo? ¿O pasó tan rápido que ni siquiera se dio cuenta del momento? Este proyecto es un intento de atrapar el segmento de tiempo que existe entre el comienzo de la exposición de una imagen fotográfica y el final de esa misma exposición. Es decir, se intenta capturar el tiempo que transcurre entre que el obturador se ... abre y se cierra.

 

Todas las cámaras -incluso las cámaras de los teléfonos móviles- intentan captar una escena en un instante, en una fracción de segundo.

 

Mi proyecto intenta ir en dirección opuesta. Quiero meter una palanca en medio de esa fracción de segundo, entre que el obturador se abre y se cierra, y forzar al tiempo a expandirse. Es la voluntad de recuperar el tiempo perdido, encontrar de nuevo el momento de espera, la reflexión, la calma, incluso, el aburrimiento. Quiero encontrar de nuevo el mundo que se esconde entre el abrir y cerrar del obturador y reclamarlo para mí.

 

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Modelo para una teoría del conocimiento

 

Todos tenemos cajas cuyo contenido no queremos volver a mirar, sin embargo somos incapaces de deshacernos de ellas. O por lo menos él tiene una que responde exactamente a esas características. Parece bien cerrada y nada accesible, pero en ocasiones le recuerda que está ahí, que no le va a ser tan fácil librarse de ella por mucho que la quiera esconder.

 

Este asunto de la caja casi se parece a algún relato de Julio Cortázar. La caja está ahí, en su lugar, y él en el suyo ocupado con sus cosas. Hasta que un día, siempre sucede sin que se dé cuenta y siempre se sorprende a sí mismo, la caja está abierta encima de su mesa. Se pregunta cómo ha llegado hasta ahí, cómo no se ha dado cuenta. Está claro que ha sido él quien la ha llevado a la mesa, incluso la ha abierto, pero no sabe cómo. Otra vez lo mismo, pero ¿dónde estaba él mientras tanto? ¿Dónde su consciencia? Cada vez que vive uno de estos episodios el interior de la caja aumenta aunque su tamaño exterior no crece. Cada vez pesa más, y su contenido, siempre el mismo, es más denso. Cuando la caja está abierta él lo sabe, aunque todavía no lo haya comprobado, porque el aire se vuelve tan compacto que casi no puede respirarlo.

 

Cerrar la caja, un proceso sencillo, se convierte en algo más complicado cada vez, aunque en realidad siempre es igual de simple. Será que él no es capaz de verlo.

 

Otra vez más consigue, aparentemente, cerrarla. Deja la caja en el suelo y toma aire. Un aire ligero, cotidiano, que le alivia. Ahora tiene que guardar la caja, pero ya no está ahí. Le costará un tiempo encontrarla, y si bien es cierto que no la va a buscar, estoy segura (lo sé por experiencia) de que antes o después volverá a dar con ella sin desearlo.

 

Como en una suerte de proceso interminable.

 

El temor de que aparezca no le abandona nunca. Está ahí, al fondo de todo, acurrucado, casi dormido. Hasta que un día de pronto se despierta porque la caja, otra vez abierta y él de frente a su contenido, el mismo de siempre pero aumentado, le ha hecho despertar.

 

Piensa entonces que su vida sigue un patrón de actuaciones concretas que le lleva siempre hasta ese mismo punto en que la caja vuelve a estar abierta ante sus ojos y él desconcertado. Ahora piensa también que lleva ya algunos años arrastrando varios (muchos, tal vez hasta demasiados) asuntos sin llegar a zanjarlos. Es como su caja que vuelve una y otra vez en su perpetuo abrir y cerrar, pero nunca definitivamente sellada. Como una herida que se cierra en falso. Como sentir un miembro hace años amputado. Como si le dolieran todas las decisiones que dejó a medio tomar (porque seamos sinceros, esas son las que duelen, no las tomadas).

 

Como si cada vez su vida fuera un poco menos suya.

 

El momento definitivo está por llegar. Por primera vez sabe que cuando llegue no habrá más pasos en falso. No habrá otro intento a medias ni una nueva huida hacia delante. Ha estado tantas veces en esta misma situación que sin saber cómo -todo se le escapa en este proceso- se le ha vuelto imposible volver a vivirla. Se ha agotado. Por fin él se ha agotado.

 

Mientras tanto sigue en sus cosas. Cosas que sin esa caja no habrían sido tan intensas ni serían tan valiosas ahora que la caja está a punto de quedar relegada por completo al olvido. Y con el olvido a la desaparición. Ésas son sus cosas y no las que hay dentro de la pesada caja. De tanto aparecerse, el contenido de la caja ha ido perdiendo para él todo su interés. Por fin ha entendido que lo que le interesa está precisamente fuera, todo eso que ha ido surgiendo al margen de ella.

 

Como en las fotografías. En tantos proyectos iniciados hace ya tantos años y que, por fin, se completan, encuentran su sentido...

 

Fue hace años, en otro lugar (a quién le importa dónde) y con la caja todavía cerrada. No se había abierto nunca, no sabía ni siquiera de su existencia. Hacía demasiado frío y estaba demasiado aislado, así que sólo intentaba pasar el tiempo de alguna forma, sin prestarle demasiada atención. Sin prestarse demasiada atención a sí mismo. Así comenzó todo esto de las fotografías. Casi como un juego, como siempre lo comienza casi todo.

 

Casi todo.

 

¿Cómo podría él saber que ese comienzo tan fortuito, nunca intencionado, como tantos de sus comienzos, acabaría desembocando en algo tan alejado de él en aquel lugar y en aquel momento, y sin embargo tocándole aún por tantas partes? Le saltó, le adelantó, le dejó atrás y alcanzó a otras personas en su lugar. Ahora, y habiendo pasado tantos años desde aquel comienzo, pienso en cuantas veces se habrá encontrado con la caja abierta. ¿Cómo imaginar que todo esto tendría como consecuencia un cerrar definitivo de su caja? Pero no sólo ese inminente cerrar de la caja, sino todo lo propiciado por ella y que ha ido creciendo sobre su mesa, extendiéndose lentamente por el suelo, cubriendo cada peldaño de las escaleras y que ahora se ve largo por las calles de varias ciudades, pero que también penetró en sus maletas e impregnó su ropa, sus libros... Un cerrar que implicó, ya desde el principio, un sinfín de posibles aperturas. Tantas opciones que pienso en cómo podría fragmentarse, repartirse, multiplicarse, para alcanzarlas todas. Sin embargo él sabe que nunca llega porque la caja sigue ahí esperándole para una nueva sacudida.

 

Sabe que todo lo hace con la intención de salir de sí, de abandonarse. Cada fotografía, cada apunte, cada nuevo comienzo, como buscando aquello que por fin le ayude a alejarse de sí mismo. Ahora entiende que es eso precisamente lo que nunca ha de volver a intentar. Nunca más huir de sí. Es un camino imposible. Una vía muerta. Ha de tener el valor de reconocerse. De mirar a los ojos de sus propias decisiones, a sus formas.

 

'Esta es mi cara', dijo Rhoda, 'en el espejo, tras el hombro de Susan, esta cara es mi cara' Pero me replegaré detrás de Susan, para ocultarla, ya que yo no estoy aquí. No tengo cara. Los demás tienen cara. Susan y Jinny tienen cara. Están aquí. Su mundo es el mundo real. Las cosas que levantan son cosas que pesan. Dicen 'sí', dicen 'no'. Pero yo oscilo y cambio, y en menos de un segundo devengo transparente.

 

Nunca más transparente de esta forma.

 

Y de ahí las fotografías. No sólo éstas sino todas las fotografías. Todas las libretas. Todos los apuntes. También algunas cartas. Y las cajas que se abren encima de la mesa de los demás. Los otros y sus cajas, tan pesadas o más que la suya. Y él hurgando en esos espacios huecos del pensamiento ajeno. Queriendo encontrar sus flujos de pensamiento, ver dentro de sus cabezas, empujarles hacia sus cajas escondidas. Ver las palabras que se esconden de ellos mismos, a ellos mismos. Intentando indirectamente forzar el último surgimiento de su propia caja. Pero no llega.

 

Otra vez está en ese lugar donde se reconoce sólo en parte. En ese lugar cuyo camino no toma voluntariamente aunque siempre acabe en él. Entonces, una vez allí, lo recorre y lo reconoce como suyo. Lo hizo suyo sin saberlo ya el primer día que lo anduvo, y de nuevo lo hizo suyo al volver a caminar por él. Si la caja no viene no puede terminar.

 

Ya no podrá terminar ni tampoco iniciar un camino diferente ¿Y si la caja no vuelve a aparecer sobre su mesa? No puede asegurar de ningún modo el hecho de su desaparición definitiva. No puede asegurarse entonces del orden de todo lo que queda fuera de ella. Está siempre expuesto a su contenido, al desbordamiento de lo que guarda, al miedo de esa constante incertidumbre de la que es más consciente cada vez. La caja desaparece entre dos periodos de olvido momentáneos y vuelve a aparecer para trastornar el precario orden que había conseguido establecer en su ausencia.

 

'Pero si diera un paso desde la silla donde reposan estas sensaciones casi cumplidas hacia la mesa donde quisiera escribirlas, las palabras huirían, los dramas morirían, del nexo vital que unió el murmullo rítmico no quedaría más que una nostalgia lejana, un resto de sol sobre montes distantes, un viento que alzaría las hojas en el umbral del límite desierto, un parentesco nunca revelado, la orgía de los otros, la mujer que nuestra intuición dice que miraría hacia atrás, hacia nosotros, y que nunca llega a existir.' Lee todo este montón de palabras que he ido escribiendo una tras otra y entiende que está de nuevo ese momento tan temido, pero esta vez tampoco será la última. Otro intento fallido de cerrar la caja, que otra vez se cierra sola.

 

Piensa para reconfortarse:

 

Tal vez tenga que ser así.

 

Mireya Martín Larumbe

 

 

 
Imágenes de la Exposición
David Hornback, 3 minutes

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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