No todas las superposiciones acaban en simbiosis. Esta de Eduard Arbós y Pep Duran, que ahora se presenta en el Blackspace de la Galería Alejandro Sales, sí. Hasta el día de hoy la pequeña sala de la galería ha vivido bajo la intervención de Eduard Arbós. A partir de mañana vivirá de la incursión en ella de Pep Duran. De modo que el primero no desaparece, se resignifica con el segundo. Pep toma el relevo de la sala en el sentido que substituye a Eduard, a la vez que da relieve a su espacio intervenido. Interviene una intervención.

La colaboración entre artistas no es demasiado habitual en una cultura como la nuestra en la que la originalidad y la autoría han adquirido hasta derechos. Los ejemplos más sonados son los juegos surrealistas de los llamados «cadáveres exquisitos» o los cuadros ... a seis manos que Warhol, Basquiat y Clemente pintaron en los ochenta, en memoria de aquéllos. Aquí no se trata, sin embargo, de experimentos de creación plástica sino de resignificación espacial. Eduard y Pep comparten la idea de que el espacio sólo es en función de lo que hay en su dentro. Ni los objetos ni las personas somos accesorias a él sino sus constituyentes. El espacio es, pues, en su ser mutable. Para Eduard Arbós es un lugar siempre en proceso, un lugar en uso. Para Pep Duran un sitio de proceso, un sitio de uso. El primero nos hace viva la arquitectura; el segundo, la da a la vida. He ahí una primera simbiosis.

¿Cómo lo hacen? Cada uno con sus instrumentos habituales.

La regla y el compás de Eduard Arbós rescatan volúmenes del invisible vacío. Desestabiliza el espacio negro girando 5 grados su perímetro con una línea de ladrillos pintados de blanco. La franja en el suelo marca un muro imperceptible que invita a que lo reconstruyamos de nuevo. Se trata de un espacio en proceso de construcción en el cual los muros de sustento ya no tienen entidad sino en su sombra. Mediante la ausencia del nuevo muro perimetral intensifica nuestra experiencia de la estructura arquitectónica. Pep Duran lo retoma aquí. La experiencia de la arquitectura deviene la vida que sería posible en ella. Posible ya que aparece también en su sombra En una ventana lumínica y en una silla en la que se acumula ropa. En la silla los vestidos son los cuerpos sin piel. Las posibles presencias de vida en su ausencia. La silla, al igual que los muros, tampoco sustenta, es espacio de flujo; para vestirnos o desvestirnos y andar o volar a través de la ventana de luz en film flou.

Arquitectura sin muros en Eduard Arbós, vida sin cuerpos en Pep Duran, ausencias de soportes físicos o biológicos en la presencia de sus huellas. He ahí otra simbiosis.