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Sobre el lienzo o la tabla Isabel Ramoneda crea espacios abstractos y orgánicos en los que el lirismo nace de la superposición de capas, tonalidades y texturas. En un proceso artístico que se extiende indefinidamente en el tiempo, cada obra va enriqueciéndose, con lentitud, mediante la suma de nuevos gestos y elementos hasta alcanzar el equilibrio. La presencia de lo matérico juega un papel esencial en la identidad de cada pieza de ... Ramoneda, que se vale de una gran diversidad de materiales y técnicas -pinceles, lápices, barras de pastel, pigmento puro, encajes, lijas o sus propias manos- para lograr los repertorios de texturas que pueblan la superficie de sus piezas. El resultado son bellísimos instantes de un espacio detenido, jardines caóticos y etéreos de gran potencia sugestiva. Paisajes en los que el espectador puede sumergirse para sondar cada rincón o dejar vagar la vista a través de la amalgama de campos de color.

En las obras que ahora se presentan, el procedimiento creativo ha experimentado una peculiar transformación en relación a las piezas anteriores: Isabel Ramoneda se enfrenta ahora al lienzo en blanco y comienza a pintar desde la nada. No requiere ya una referencia explícita que sustente la composición final. Los paisajes que antaño representaba mirando al exterior, ahora los genera desde sí misma al haberlos ya interiorizado. Y entre ellos brotan ciertos leitmotivs que se repiten a lo largo de las series -sacredly e historia secreta son dos de ellos-, surgiendo más como gesto orgánico que como intento de significar.

Esta nueva exposición, 'a medio camino sobre el suelo del mundo sensible', acerca al espectador a un inédito mundo firmemente concebido. Un espacio cuyos límites se extienden mucho más allá del soporte pictórico, del marco, que se ve transformado en una suerte de balcón a través del que asomarse a un extraordinario y rico universo rebosante de belleza.