Hay quien, realizando una innecesaria jerarquización de las técnicas pictóricas, sitúa a la acuarela como un arte que, sin condenarlo a una segunda fila, si le quieren encontrar argumentos, casi siempre forzados, para no situarlo en la primera, tal y como nadie duda en colocar a la pintura al grabado o al dibujo. Y nada mas lejos de la realidad, porque siendo un estilo y una técnica diferentes al resto, a nadie que posea unos mínimos conocimientos artísticos puede caberle la duda de que la dificultad, la casi imposibilidad de rectificación y la capacidad creativa que exige la practica de la acuarela sitúan a esta forma de recrear el mundo a través de una imagen sobre papel en el grupo de las Artes con mayúsculas. Otra cosa es que haya practicantes de esa técnica que no den la talla exigible, que los hay, igual que se cuentan ... entre quienes perpetran obras al óleo, carboncillo o pastel. Pero también hay maestros en esto de crear vida mezclando color con agua, por mucho que le falte el pedigrí que tiene el Rey Oleo,y el de José Luis Gil Lido es uno de esos ejemplos en los que el espectador que contempla sus acuarelas no puede por menos que disfrutar de ese bienestar, esa pequeña felicidad de sentir que frente a el tiene un trabajo manual e intelectual que posee la capacidad de emocionar y de inmortalizar un instante o un mundo que solo esta al alcance del arte de verdad.