Las fichas, están ya sobre el tablero. Tan solo juego con ellas a partir de una serie de instalaciones que comparten el espacio de la galería, cada una de ellas funciona de manera independiente, pero a pesar de someterme con cierta frecuencia a 'golpes de estado', no he conseguido traicionarme y concluyo que hablo una y otra vez de lo mismo.

Pretendo invitarles a una reflexión, trasladarles mis preguntas y suscitar otras. Las respuestas a ellas, no me pertenecen y descansan en el universo de creencias de cada individuo.

He procurado abordar la 'persecución y condena por condición sexual' haciéndola extensible a cualquier persona. De ahí que 'sexo-manifiesto', un fotomaton que obtiene instantáneas de nuestros genitales y las asocia a un número identificativo, ponga sobre la mesa, como se nos sexualiza socialmente antes que distinguirnos por cualquier otro rasgo 'humanizante'

'si tu me dices ven... de ... momento', magnificación de lo absurdo, confesionario lleno de paja y piedras, desde el que se escucha el murmullo cambiante y el latir de la ciudad, robado para ser puesto en confesión, enseguida desvirtuado y convertido en vago recuerdo, ligero y banal, encerrado en sacramento y expuesto a una colección de voluntades de absurdo implacable, la quietud y rigidez de piedras que amenazan a perpetuidad aquello que no esta, que no existe por pertenecer al pasado.