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Tras una ausencia de siete años, Alejandro Quincoces regresa a Torroella de Montgrí para presentar una selección de grafitos, imagenes de ciudades marcada por una melancólica esencia impresionista. Al inicio de la década de los ochenta, este pintor bilbaíno abandonó la abstracción por la pintura objetiva y referencial. No obstante, a pesar de las obvias referencias que llevan sus pinturas y grafitos con sitios conocidos, ... ellas ofrecen al espectador un retrato que trasciende cualquier lugar específico y llevan la potente carga psicológica de las más expresivas pinturas abstractas. Sus matizados colores, el contraste de formas y el uso discriminado de la luz ponen en relieve un terreno por el que podemos deambular evocando recuerdos, deseos y desventuras. Son paisajes del olvido, ciudades dormidas donde lo que podría haber ocurrido lleva el peso de los años.