El cuerpo habita la casa, y en su interior, la cotidianidad doméstica sucede. Allí, acciones básicas como comer, vestirse, subir las escaleras, descansar, usar el mobiliario, se enmarcan en geometrías que configuran el espacio para dar cabida al cuerpo humano. En esta geografía interior, los estándares de forma, uso y función de espacios y objetos son determinantes para la construcción de aquello que se considera habitable. Y estos estándares responden a las necesidades de un hombre tipo. Antifrágil plantea la inclusión de esos otros tipos y cuerpos excluidos. El último censo nacional de discapacidad DANE 2010, arrojó una población de 2.018.078 personas que presentan algún tipo de alteración en sus condiciones físicas, mentales o de comunicación. Gran parte de esta población debe adaptarse a objetos y entornos diseñados para cuerpos diferentes a los suyos, donde lo homogéneo es absoluto y frágil ante la individualidad.