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Antón Lamazares es una de las figuras indiscutibles del panorama pictórico nacional. Su formación se realiza fuera de los parámetros académicos, siendo becado entre los años 1976-78 por la Diputación de Pontevedra y el Ayuntamiento de Lalín y, posteriormente, en 1980 y 1981, por el Ministerio de Cultura. Realiza su primera exposición individual en 1976 en Santiago de Compostela, para convertirse en la década de los '80 en una figura destacada del grupo Atlántica, participando en sus principales exposiciones. En sus obras utilizaba gran variedad de soportes: cajas de madera, cartón, materiales de deshecho que recicla, etc., en general materiales humildes que le acercan al oficio de artesano. Sus propuestas pictóricas iniciales se inscriben dentro de la ... orbita del expresionismo y la figuración como lenguaje para comunicarse creando así un nuevo arte comprometido. Con el paso de los años sus piezas adquieren formas de gran tamaño y se acercan al art brut. En las creaciones de los '90 las figuras se realizan a menor escala, hasta convertirse en puntos sobre las superficies, realizadas estas por medio de lacas y barnices. Lamazares suprime con ello toda referencia a la figuración para concentrarse en el valor de la materia, siendo en estas últimas obras donde el paisaje de su Galicia natal se erige como protagonista. Ha realizado importantes exposiciones individuales y colectivas en numerosos museos y galerías de arte.

Antón Lamazares es un creador cuya relevancia ha adquirido un valor indiscutible para la evolución de nuevos conceptos en las tendencias del arte español. Su talento autoinstruido le ha conducido a explorar su entorno sin más premisas que la de ser fiel a sus sueños, así sin más, y no encorsetarse en academicismos ni afectaciones. Miembro integrante del Grupo Atlántica de los años 80, se le ha relacionado con el expresionismo, el Art Brut o el minimalismo, incluso habiendo demostrado en estos treinta años que lleva entregado a su profesión, que su arte se agita y divaga más allá de conceptos que pertenezcan a uno u otro lenguaje. Así pues, es su arte el arte del ser humano; bebe de sus anhelos y tormentos, y en un sentido muy primario, ahonda en una filosofía intelectual de aquellos conceptos que nos unen en sociedad.

En Domus Omnia, muestra que permite por primera vez disfrutar de una exposición individual del artista en Sevilla, Lamazares se mantiene fiel a ciertos conceptos matéricos que han dotado de personalidad a su obra desde sus inicios. En ese afán por tratar de adoptar la personalidad de un artesano, el artista trabaja materiales de desecho que a menudo recicla, imprimiendo con sus manos un sello personal a cada trabajo. Domus Omnia, está formada por una serie de cartones recios, pintados al óleo y barnizados, que con sus formas silueteadas nos evidencian distintos perfiles de casas. Pero estas casas no son viviendas ni domicilios. Estas casas son hogares, refugios donde imaginamos un lar humeante de color naranja y temperatura cálida. A pesar de la dureza del material, estas obras crean espacios ardientes, delicados y armoniosos. Son casas cosmopolitas y universales que encierran conceptos comunes a todas las razas y sociedades, que aspiran a ejercer de nido para el que las mira. No es baladí el hecho de que este homenaje a las casas de todos haya sido concebido por Lamazares en la ciudad de Berlín, donde reside desde hace unos años. Convertido ya en el centro cultural europeo, la capital de Alemania es también la ciudad más reconstruida del continente, donde más han sufrido las arquitecturas y las familias. Y en cambio ahora se erige como un titán, dando ejemplo a todos sus vecinos y mirando de frente al presente.

Desde los años 90, Lamazares trata de alejarse de referencias figurativas para investigar profundamente el valor de la materia. Es evidente cómo en estos últimos trabajos del artista, el color y la atmósfera han cobrado gran fuerza, significando por sí mismos y apoyándose a menudo en un soporte que adquiere tanta relevancia como cualquier otro elemento de la obra. En esta serie se perciben también sutiles y casi perfectos punteados e incrustaciones que taladran el cartón, dotando de temperamento a cada casa punzada, y siendo éstas estrategias eficaces para crear poesías perforadas de las vidas cotidianas.