Para la segunda de las exposiciones del proyecto 'Barcelona emergents' han sido seleccionadas tres jóvenes creadoras, entre casi una cincuentena de propuestas presentadas.

La búlgara Mariya Alipieva (estudiante de la Facultad de Bellas Artes de Barcelona) nos ofrece una obra con la misma fuerza estética que crítica, en la que veremos monedas de un céntimo serigrafiadas con tinta rascable, como la de los boletos de lotería express, frugales billetes hacia el paraíso.

En el trabajo de la leridana Marta Callen encontramos este componente reivindicativo, no exento, sin embargo de una buena dosis de ironía, que siempre hace falta en el arte contemporáneo. Una especie de gran juego, al estilo Monopoly, nos hará repensar la especulación inmobiliaria mucho más de lo que ya lo hizo Italo Calvino.

La obra de Rosana Sánchez (alicantina y estudiante, como Marta, en la escuela Llotja), elaborada con lámparas eléctricas y plásticos inflados, posee otra de las características imprescindibles consustanciales a cualquier tipo de arte: su carácter poético, el cual, por sí mismo es uno de los más firmes ejemplos de compromiso.

Tres miradas jóvenes y con ojos de mujer que quieren ser una pequeño ejemplo, haciendo profético un título del cineasta Marco Ferreri, de eso que llamamos el futuro.