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Pequeñas puertas de entrada a grandes mundos

La moda, las nuevas técnicas que permiten realizaciones de mayor tamaño, o simplemente la necesidad de buscar cosas originales o que llamen la atención, provoca muchas veces en el arte actual que se haya perdido la dimensión humana. Como en tantas obras arquitectónicas contemporáneas que nos impresionan pero al mismo tiempo no hace sentir minúsculos o deudores de un esfuerzo físico que nos permita estar acordes con ellas, en el arte sucede muchas veces lo mismo, la búsqueda del impacto se sobrepone a su mensaje, a su sensibilidad, ... a la capacidad para transportarnos a otros mundos que no es más que la única forma de penetrar en el propio.

Judith Lange sigue siempre alejada de todas las modas, desarrollando su propio discurso que, por profundo y personal, es único. A ella le interesa su existencia, la existencia de sus congéneres, de sus animales queridos, y ese interés se puede ver en todos sus trabajos. La belleza de los personajes de Lange no se encuentra en seres que podrían ser portada de una revista de verano, sino que su belleza infinita radica en su interior. Ellos tienen vida propia -al menos Lange nos lo hace creer-, tienen historias, han vivido diferentes avatares que los han marcado. Pero la mirada de la autora no es la del juez, pero tampoco la de la piedad que supone cierta superioridad, sino la mirada del igual, del que padece y padeció un tiempo que no le gusta, pero que trata de sobrellevar como puede con las consecuencias que esto tiene.

La inspiración, la mirada de Judith Lange viene de su sensibilidad extrema, de su refinamiento personal y de la literatura que ama. Dentro de esta última fuente, en esta muestra se ven trabajos inspirados en la obra de Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti.

La exposición muestra un importante número de obras de formato medio, retratos de hombres y mujeres, que nos muestran desnudamente su propia y marcada historia, y un número aún mayor de obras de pequeño formato, tamaño postal, hechas con una delicadeza y una técnica impecable. Lange también es una gran realizadora de libros de artista, muestra de lo cual es el que presenta llamado L'âme de mes poupées, en tirada muy limitada y por supuesto firmada por la autora.

Tal vez la pregunta sea, qué queremos que nos brinde un artista. Yo respondería que un mundo propio, un pensamiento profundo y una visión diferente. Creo que Judith Lange cumple con todo esto y más. Ahora sólo nos corresponde a nosotros, si nos interesa entrar en ese mundo de personajes que pueden ser raros, tristes, alegres, extravagantes, fantasiosos... pero siempre entrañables.

Claudio Pérez Míguez