Poseedora de una obra llena de magnetismo y personalidad, Carmela Santamaría nos sorprende en esta ocasión con una exposición cargada de profundo sentido poético, donde el paisaje pasa de realidad a sueño y de sueño a poema a través de la delicada mano de pintora de la artista.

Sus obras reflejan sobre todo 'caminos', situados en solitarios parajes en dónde, en la noche o en el atardecer, o en cualquiera de esas horas en dónde los pensamientos adormecidos se convierten en espejismos del alma y la humanidad descansa, la pintura se revela sin embargo ágil y libre, llena de matices y de color y con una composición que fluye llena imaginación.

Carmela Santamaría es a su vez trasgresora; el tratamiento de la pincelada, del color y de la luz, que incluso en sus ... nocturnos es primordial para entender su obra, rompe con moldes establecidos y da lugar a composiciones arriesgadas, con movimiento, casi con agitación, con una fuerza centrífuga que parece llevarnos a caminar por sus parajes hasta un infinito exhausto de belleza. Por eso su obra es también reflexiva y con un toque nostálgico que plasma en la soledad de los paisajes, dónde apenas una figura lejana e indefinida se vislumbra a veces caminando quizá hacia los recovecos de alma solitaria, donde se funden las emociones.