Hay un tiempo para cada cosa, o eso dicen los más viejos del lugar.

En una sociedad que consume imágenes a tal velocidad, es difícil creer que sigue habiendo un tiempo para cada cosa y más si ese tiempo es frío, ya que la mayor parte de la gente nos acurrucamos bajo el calorcito de lo que sea.

Pero el mundo del arte atrapa y de golpe te ves invadido por las sensaciones y cual tela de araña tejida con hilos invisibles te obliga a pararte, a dar fe, ser testigo de lo que pasa a tu alrededor, sentirlo y transmitirlo. El caso de Christian Domínguez es uno de estos, en la exposición de la galería 9THE13 contemplamos la delicadeza de quedarse atrapado en once días de invierno.

Viendo las imágenes cálidas de Christian, somos conscientes de la serenidad de ... su paseo con las manos resguardadas en los bolsillos, captando con su mirada toda la ternura, la paz, el silencio, asimilando todo lo que ve y recogiéndolo después en imágenes para darnos el gusto de poder compartir ese tiempo detenido en el frío, en las sombras cálidas de un paseo por el arte, de la nostalgia y donde su profesionalidad como músico es capaz de meternos en una sinfonía de sensaciones, claro que para esto hay que pararse y conceder un tiempo para cada cosa.

Recoger con su cámara lo efímero del paisaje, la sombra sobre la nieve cambiante al minuto siguiente, subrayada en negro por las finas ramas que apuntan a la luz, un silencio seguido de una leve melodía que transporta un dibujo, una imagen fotográfica que nos devuelve una emoción, un tiempo lento. ¿Tal vez de infancia? ¿Tal vez de madurez?

Y mientras nos sumergimos en la soledad de la ciudad vacía, o quizá en nuestra propia soledad, Christian nos acompaña mostrando la serenidad del caminante seguro, que ha emprendido un camino largo, con la sensibilidad a flor de piel, abrigado por la soledad compartida por todos nosotros, abriendo la puerta a una forma de ver lo cotidiano desde la reflexión de un tiempo detenido en un acorde.

Un largo camino que Christian Domínguez ha comenzado y que merece la pena recorrer con el, esta vez siguiendo sus huellas sobre la nieve, dejando que nos vaya seduciendo con toda la poesía que albergan los días que pueblan sus imágenes fotográficas.