Exposición en Mérida, Badajoz, España

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Dónde:
Asamblea de Extremadura / Plaza San Juan de Dios, s/n / Mérida, Badajoz, España
Cuándo:
02 feb de 2012 - 22 feb de 2012
Inauguración:
02 feb de 2012
Organizada por:
Artistas participantes:
Enlaces oficiales:
Web 
Descripción de la Exposición
Patio Noble del Parlamento de Extremadura, Mérida. Muestra compuesta por las principales obras del artista Nacho Lobato, que recogen su búsqueda de la expresión íntima a través de la naturaleza, en un viaje introspectivo desde macro naturalezas a micro naturalezas .

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'Tejido interno' es un recorrido retrospectivo en la evolución de la obra de Nacho Lobato, donde se escenifica el diálogo y la estrecha relación entre arte y vida. Evolución de un proyecto coherente, que por su propia dinámica visual y conceptual ha derivado en presentar una obra consolidada, en estado de maduración, que soporta la concepción intimista del mundo diseñada desde un compromiso existencial.

 

Podemos considerar a Nacho Lobato como un 'continuista'. No hay grandes fisuras ... en su trabajo, donde los proyectos se enganchan unos a otros en un discurso consecutivo, una prolongación sin grandes interrupciones. Para él no existen diferencias entre arte y realidad o arte y mundo exterior, sino que son una prolongación uno del otro, y por ello sus obras hay que entenderlas no como piezas aisladas, sino como el resultado de un proceso donde construye la huella de un viaje interior al ambiguo territorio de lo personal, de las experiencias vividas.

 

A medio camino entre la mirada retrospectiva y una reflexión de futuro, se presentan en esta exposición interrogantes y grandes expectativas, superando las estructuras tradicionales de captación y comprensión de la naturaleza y de la vida.

 

El autor profundiza en sí mismo a través de sus obras, bucea en lo más hondo de su ser, en aquello que le golpea, le emociona, le seduce o le indigna. Estamos ante un Nacho Lobato siempre dispuesto a mostrar sus mundos interiores, y a comunicar la doble vertiente de las emociones y los sentimientos, en una secuencia que va del interior al exterior surgida a partir de la reflexión.

 

La ausencia de presencia humana en la mayor parte de su obra, se nos antoja como elemento ex profeso. Nacho Lobato nos descubre la fragilidad del hombre, sus contradicciones, la consciencia de la humanidad, su 'nada', poniendo en cuestión un millón de preguntas que no tienen respuesta, y que sin duda él se ha hecho en múltiples ocasiones. El autor se siente responsable de los efectos emocionales que su acción genera como artista.

 

Su obra se ha movido entre dos aguas o ejes. Por un lado, la voluntad de expresar sentimientos universales, inherentes a la condición humana y, precisamente por ello, contradictorios y muchas veces enfrentados; por otro, la necesidad de dar forma estética a los estados de ánimo. Sus creaciones, a menudo cargadas de un profundo trasfondo poético, destacan por la capacidad de evocar sensaciones contrapuestas y comunicarlas.

 

Nuestro autor sorprende con diferentes registros técnicos, que dotan de una progresiva ambigüedad y sofisticación a sus obras. Pasa de estrategias reduccionistas a estrategias de multiplicación, de la condensación a lo complejo. Su obra se codea con la complejidad del medio mismo: es pintura, pero salta al dibujo, a la fotografía, a la escenografía, e incluso al vídeo y a la escultura.

 

El proceso creativo de la obra de Nacho Lobato es el de la 'mixtura', componiendo excelsas pinturas y collages de innegable atracción a partir de madera, papel plata, dibujo, vinilos, impresiones fotográficas... La interrelación de técnicas es muy íntima. A partir de imprimaciones, el artista sigue trabajando sus composiciones 'a mano', consiguiendo una intimidad de pensamiento pictórico muy espaciado. La integración de la imagen digital en sus obras dialoga amigablemente con los lápices, grafitos o acrílicos.

 

El uso de la plata nos evoca a una tradición orientalizante pero trasmutada a la contemporaneidad con los elementos de la frialdad del propio metal. Sus paisajes, al igual que los de Ricard Chiang, nos conmueven con la belleza seductora de la incertidumbre y de lo trágico, que nos acercan a una figuración de tendencias minimalistas con raíces orientales.

 

Sus pinturas son continuas, donde se pueden seleccionar microzonas y macrozonas que se conectan y sirven para montar una historia en tiempo real, que va fluyendo en el espacio, influida por una luz y un entorno determinado.

 

El virtuosismo en el dibujo de Nacho parte de una figuración tradicional. Un dibujo, como huella del pasado, que define una especie de atlas, una marea de imágenes que el artista controla al estructurarlas y superar su condición individual. Articula fotografías con dibujos, entendiendo éstos como la 'esencia del arte', elemento que surge desde el cerebro y el corazón hasta la mano, vibrando. La fotografía es el lenguaje que habla desde su inmediatez, y el dibujo constituye la parte de reflexión íntima, que la ayuda a alcanzar esa esencia que hace que el resultado parezca mágico.

 

En muchas de sus obras se sugiere una presencia evanescente, apenas apuntada y, sin embargo, de una contenida tensión a partir de los sfumattos, matizada por la humildad en el color, pero de una gran evocación, conseguida precisamente a partir de la corporeidad monócroma. Su fascinación por el monocromatismo nos acerca al 'vacío'. A partir de aquí, el espacio se materializa en una eterna presencia, teatralidad que viene definida, sin duda, de su formación como escenógrafo. Esa idea de teatralidad esté muy presente en su obra, como imagen muy acertada de voluntad de actuar en la realidad.

 

En la obra de Nacho Lobato existe un empeño (no siempre consciente) en que el espectador comprenda cómo piensa el artista, subrayando tanto la complejidad de su proceso, guiado a través del repetido uso del dibujo, como al contextualizar coherentemente sus paisajes y sus 'poemas pintados'.

 

El autor construye su propia realidad artística, acercándonos en ocasiones a las lindes de la ciencia, retratando retazos de la naturaleza con una mirada muy particular, entablando un diálogo entre el lenguaje conceptual y la naturaleza viva de su creación.

 

Observamos una indagación desde el vacío y la desesperación hacia la luz, la palabra o la percepción de la naturaleza. En su particular mundo iconográfico aparecen, insectos, plantas, aves..., con el propósito de mostrar algunas conductas habituales en ellos, pero a menudo asimiladas por los humanos.

 

Busca una comunión con la naturaleza que no se logra por medio de la representación tradicional, sino por medios más sutiles. Los sobrios paisajes dan paso a unas escenografías sofisticadas, jalonadas de elementos simbólicos. Disecciona un microcosmos de pequeños seres, en una dimensión de íntima investigación, acercándose a su pequeño e íntimo universo de vuelta a los orígenes, de reescritura de la realidad.

 

El género humano siempre ha utilizado símbolos para su conciencia de las fuerzas dinámicas y creativas que sustentan la existencia. Los símbolos, como enriquecedores de la vida de la mente, tienden a acumular lentamente sus significados a lo largo de cientos de años. Robert Morgan nos dice que las imágenes funcionan como signos o pueden referirse a la idea de un artista, aunque en una obra de arte el grado de sentido conceptual o perceptible es siempre relativo. De este modo, y como una fuerza mística o religiosa, Nacho Lobato utiliza el poder de los símbolos en una búsqueda de paz interior y visión espiritual. Diversos tipos de insectos plagan sus obras, como los escarabajos, poderoso símbolo en la civilización del Mediterráneo oriental, ligado a la representación de la renovación y la regeneración, así como a la resistencia del alma humana. O como símbolo positivo, ligado a los poderes de transformación e inmortalidad, así como la belleza que surge de la muerte y la corrupción aparentes.

 

El vuelo siempre ha representado la liberación de las restricciones físicas de la vida terrenal y la ascensión del alma hacia los dioses. Las aves comparten algo de ese significado simbólico, pero dado que provienen de los cielos también pueden asumir el papel de mensajeros de los poderes superiores, para bien o para mal. La aparición de sus cigüeñas introduce connotaciones tanto positivas como negativas, volviendo al juego maniqueo del bien y del mal, del cielo y de la tierra, de la vida y la muerte... O ese sutil análisis de las plantas representando el ciclo de la vida (fertilidad, muerte y renacimiento) Nos encontramos así con obras que se apoyan en códigos abiertos, que exigen una mayor atención del espectador, una capacidad de búsqueda y desciframiento más tenaz.

 

Lo textual también se adentra en la obra plástica de Lobato, así como lo poético y lo visual, consiguiendo ese difícil equilibrio entre la imagen y la palabra. Al modo de John Baldessari, consigue poder incluir la palabra en el contexto artístico como vehículo expresivo y comunicativo, tomando una fuerza especial en alguna de sus obras. Letras e imágenes en íntima cercanía que aluden a otros mundos posibles, abiertos al poder de la evocación conceptual y estética.

 

Nacho Lobato construye una utopía a partir del equilibrio entre lo subjetivo y lo objetivo. Mezcla tradición clásica figurativa, (apego a las referencias paisajísticas) con ciertos homenajes a movimientos más contemporáneos (afinidad manifiesta del artista por el expresionismo abstracto), empleando gamas cromáticas limitadas, generalmente frías, y que solo en las últimas obras se matiza con leves salpicaduras cálidas.

 

La obra de Nacho Lobato recupera elementos clásicos que se unen para mostrarnos un viaje...homérico... al fondo de los sentidos, un viaje a su propio yo. La clave de todo está en la búsqueda como viaje; una búsqueda que el artista hace en su interior, un viaje íntimo que busca respuestas, una terapia que mitiga el dolor de la ausencia. Su enigmática pintura evoca simbólicas escenografías, representando sin cortapisas la leve consistencia de la vida. Nos sitúa frente al espejo amargo de la vida, de la melancolía convertida en arte. Esta melancolía emana de sus paisajes, de sus bosques, de los propios insectos, de los fenómenos de la naturaleza que Kant asoció al sentimiento de lo sublime.

 

La obra hunde sus raíces en la incertidumbre. Nada es inmutable. Los lazos que nos atan a nuestro pasado, familia, amigos, tan sumamente vulnerables... Su obra surge de aquello que más conoce, su propia vida y sus experiencias. Del análisis de ella surge una necesidad de acotar los sentimientos que le producen para intentar llegar a hondar en las preguntas que todos llevamos dentro de una forma íntima y que son universales.

 

En la obra de Nacho Lobato aparece ese viejo anhelo del hombre por transitar el sendero que une arte y naturaleza, fundiendo así la práctica vital con la artística. Esencialidad telúrica de la naturaleza, la poesía, la belleza que habita en su obra, que siempre intenta estimular la retina del espectador y sacudir las conciencias. Adorno decía que las obras de arte son como enigmas que quieren ser descifrados. Y los enigmas que las obras de arte nos plantean tienen (como los antiguos oráculos) algo de sagrado. Nos comunican algo del destino, pero también del pasado.

 

Sus obras inquietan, tal vez por indagar adentrándose en la formulación de preguntas sobre el hombre, la muerte y la miseria de la condición humana. El universo de Nacho Lobato se desarrolla en un microcosmos íntimo y mágico en el que se refugia para crear su propio lenguaje, una forma de escritura personal, un código que fluye desde las entrañas y que se manifiesta en el soporte de sus obras. Por ello, su trabajo se mueve en el difícil equilibrio existente entre el tiempo histórico y lo coetáneo; un juego entre el ayer y el hoy, que dignifica la memoria, legitima el presente y reivindica el futuro, fraguando una obra enigmática, sencilla en apariencia y difícil en esencia. Obra que posee una intrínseca capacidad para la fascinación, al tiempo que cuestiona nuestros modos de ver y de mirar.

 

...El objeto final del arte es mostrar los tejidos internos del alma...

Paul Klee

 

 

 

 
Imágenes de la Exposición
Nacho Lobato, Cigüeñas que me hacen mirar al cielo y verte I

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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