(Un recorrido por la última etapa de la obra del grabador Carmelo Rubio y su evolución en cuanto a técnicas y temáticas)

Hace tiempo que del taller del grabador Carmelo Rubio nos llegan con persistencia estampas en las que el trazo y la geometría es 'el tema' o es la pista que conduce al tema.

Obstinado, a pie de tórculo, como el tejedor ante su telar, tejiendo tramas y urdimbres. En esta tarea se ocupa estos últimos años, con la excepción del verano hace un par de temporadas en que hizo una pausa para entregarse plenamente a preparar la gran exposición de pintura que inauguró en la Iglesia de la Compañía de Caravaca de la Cruz: 'Kassel', y que fue una exploración de las posibilidades expresivas de los pigmentos de la tierra de ... kassel.

Allí también estaban presentes esas horizontales, verticales y diagonales para seccionar 'el tema'. Creo que la geometría no es el tema, de la misma manera que paralelos y meridianos no son el mapa, pero orientan y conducen la mirada. En los últimos tiempos, Carmelo me había mostrado su interés por Hockney, reiteradamente aparecía en nuestras conversaciones, lo que me da una pista de una cierta contaminación hacia la investigación sobre el cromatismo, la combinación del color. Pero nada más lejos de Carmelo que la tentación del decorativismo californiano.

De hecho, en los últimos diez años, tres cuartas partes del tiempo se las ha pasado emborronando planchas y torturándolas con toda clase de ácidos para extraer el máximo partido expresivo al metal. De todo ello ha salido una ingente producción de grabados de pequeño formato donde se halla una aproximación a toda clase de geometrías, criptográfica, jeroglíficas, de inspiración arquitectónica gótica, arcos de crucería, mallas metálicas, etc, pero en el fondo la atmósfera, un fondo de caos, brumas y manchas de color. Sin prescindir en muchos casos de la naturaleza, tema incuestionable del autor, una hoja muerta, la abstracción de una flor, un estambre de sentido, etc etc De repente en la exposición de Caravaca, un claro homenaje al color y a la naturaleza, se cuela una obra que está presente en esta exposición: 'Pabellón', las líneas se separan claramente y el color puro y duro marca el límite de la expresión. Nada queda detrás, nada delante. Si alguien maliciosamente ve en esta obra un guiño a Rotchko, que sepa que no es el primero, yo también lo veo. A partir de ahí, el artista corre el telón, cierra el espacio a las insinuaciones y se dedica a tirar horizontales y verticales. Combinaciones cromáticas, puramente.

No negaré mi intriga y hasta un cierto escepticismo ante esa obsesión en que el autor ha permanecido, pero creo que podemos decir que los hallazgos han valido la pena. Después de llevarnos hasta el borde del hipnotismo con esos horizontes cromáticos, la forma ha sido forzada hasta el límite y nuevas formas de sentido insinúan una nueva dimensión: 'Planeta (1)' es un grabado que presenta un final y un comienzo. Aconsejo al espectador que se acerque para ver cómo trabaja el grabador. No es sólo el virtuosismo, es el viaje en una obra en la que el artista va y viene continuamente en una dialéctica entre tensión y liberación. Lo que fija y lo que desprende.