¿A qué campo de conocimiento nos introducen las prácticas artísticas y culturales actuales? ¿Qué órganos compromete su hacer? ¿Son capaces de penetrar estos contenidos estéticos y conceptuales el cuerpo físico, atravesar vísceras y recorrer el organismo como el flujo sanguíneo? ¿Es posible pensar desde el corazón, los pulmones y el hígado?
Según la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, en la cultura aymara pensar/conocer puede asumir dos significados diferentes: lupi’ña o pensar con la cabeza clara y con la luz de la razón, y amuyt’aña o pensar con el chuyma, es decir con las entrañas superiores: corazón, pulmones y hígado. Pensar, por lo tanto, desde órganos "cuya función principal es la absorción y purificación que el cuerpo ejerce en intercambio con el cosmos. Podría decirse entonces que la respiración y el latido constituyen el ritmo de esta forma de pensar”. Un pensar que es la suma de las múltiples memorias que son...parte de las subjetividades de un pueblo y, a la vez, de un cuerpo.
Estas formas de entender el mundo son las que orbitan Corazón Pulmones Hígado, un proyecto tricéfalo que contiene una exposición, una publicación y un programa público, y que ha sido concebido como una invitación a ejercitar estos otros modos de pensar y, por tanto, de observar y estar en el mundo. El proyecto cierra un ciclo de un año de programación en el Centro de Residencias Artísticas de Matadero Madrid. Durante 2019, el espacio ha recibido en residencia cuarenta y cinco proyectos individuales y colectivos, provenientes de España y otros países de África, Asia, Sudamérica y Europa. Ha programado también casi un centenar de actividades públicas o dirigidas a comunidades específicas, con un acento particular a las que se encuentran en diáspora. Esto implica decenas de cuerpos, ritmos, memorias afectivas y políticas, diferentes epistemologías construidas artesanalmente confluyendo en un espacio que ha abierto sus puertas especialmente a aquellas formas de existir en/desde la disidencia.
La colonialidad, la crisis de la tierra, los desplazamientos forzados, el racismo, la (des) memoria o la discriminación en cualquiera de sus manifestaciones -sexual, racial, de género, de clase, de origen- centraron las investigaciones que han tenido lugar en el centro, subrayando el compromiso que algunas prácticas artísticas tienen con su contexto y la propia biografía de lxs creadores. El proyecto se articula entonces, no desde una temática, sino más bien, desde los puntos de encuentro y desencuentro entre esas distintas subjetividades que han habitado este espacio, presentándose como un cuerpo que excede toda normatividad y está dispuesto a subvertir el histórico catálogo de opresiones que le han afectado.
Desde las artes visuales, la música, la filosofía, el cine, la literatura, la experimentación sonora, la ecología y los nuevos formatos de mediación y educación artística, pasando por iniciativas de inclusión social o de carácter activista, Corazón Pulmones Hígado reúne una serie de gestos y materiales que atienden las urgencias del presente. Un presente que a una velocidad desmesurada se convierte en pasado; un pasado que nunca se fue y que nos lanza a una idea de futuro interrumpida, tan fragmentada que se desvanece en el aire. Pensar con las entrañas implica, por lo tanto, en el contexto de este proyecto, abrazar el desconcierto que eso provoca y respirar en un espacio donde todo está siendo constantemente renombrado.
Las residencias artísticas, como las que ha impulsado este centro, se desarrollan casi siempre en un territorio plagado de incertezas. El trabajo creativo nunca es lineal, no tiene principio ni fin, funciona más bien como un espiral que gira y se detiene a un ritmo irregular, atravesando ciclos de fertilidad y aridez. Por ello, estar en residencia invita a estar presente y disponible para aquello que puede nunca llegar a pasar; estar listo para empezar cuando se está acabando o abrirse a la posibilidad de que el fin de algo es el comienzo de otra cosa. Del mismo modo, este proyecto final, junto con reunir las diferentes y múltiples memoriasdel Centro de Residencias Artísticas en 2019, señala también otros comienzos.
La exposición presenta la obra de veinticuatro creadores: Agnes Pe, Blanca Gracia, Irene de Andrés, Marian Garrido, Rubén H. Bermúdez y Patricia Esquivias, participantes de la Convocatoria para artistas visuales de Madrid; Brus Rubio, Daniela Ortiz, Antonio Paucar, Frances Munar y Elizabeth Vázquez (Polen Studio), Rafael Munárriz y Elandorphium, residentes del Programa de Movilidad Perú; Mahdi Baraghithi, Safa Al Khatib, Sabela Llerena y Patricia Echeverria, del Programa de Movilidad Palestina; Andrés Fernández, Belén Sánchez y Miguel Ángel Suesta, parte de la asociación Debajo del Sombrero, dentro del Programa de Residencias de Arte y Educación; Ayllu, colectivo que parte de las Residencias de Investigación y Acción; Ivankova, Estrella Fugaz, Rrucculla, Teresa Castro, Les Filles de Illighadad y Damian Schwartz, quienes participaron del Programa de producción musical.
Junto a la exposición, se ha organizado también un programa público y una publicación. Durante tres días, el programa público presenta una serie de charlas, performances, talleres para todos los públicos, que muestran la intensa actividad de los demás colectivos en residencia durante 2019: Conciencia Afro, Red de diásporas Chinas - Liwai y Afrofeministas, parte del Programa de investigación y acción; P.O.P.S y Microhabitable, dentro del Programa Matadero Estudios Críticos; Erika Flórez, del Programa de Residencias para Comisarios; y los colectivos Desmusea, La Neuronera, Este Cardinal, LOVÀ/Aprendanza, The Cross Border Project, AMECUM, Dayana Rivera y Laura Valor, parte de las Residencias de Arte y Educación.
Andrea Pacheco González y Mônica Hoff, comisarias
