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Ninguna expresión creativa se ha impuesto tan deprisa como la fotografía. Si el cine, que se enraíza en savias afines, fue dado el estatuto de séptimo arte, a ella corresponderá, en ese orden, el de octavo. Por eso se convirtió en actividad mayúscula. Que se ha divulgado, se divulga, singularizando en exposiciones, concursos, fototecas, expolios - por el País, por las generaciones, por las galerías, antes iniciados y apasionados, inversores y coleccionistas crecientes. Documental, interventora, creativa, la fotografía se ha transformado en un patrimonio de valor incuestionable, que la preservación de la memoria incentiva, apoyada por evoluciones técnicas (a nivel de la óptica, de la informática, de la divulgación, de la conservación) cada vez más sorprendentes. La vertiente creativa se ha abierto, más que la documental, perspectivas de atemporalidad, de subjetividad ... universalizantes. Las variaciones que combina se transmutan en elemento añadido, sin fronteras ni conveniencias, sin convenciones no tabúes.