Piloto, médico, pintor, tres destinos que han marcado un carácter, finalmente resueltos en una original propuesta artística, cuyo concepto y ejecución acumula y enuncia el vigoroso desafío de las acrobacias aéreas, con su bucle ingrávido y veloz; la perspicacia del patólogo, que detecta la rugosidad de los instantes, la delicuescencia del equilibrio, traduciéndola en manchas, en fugas, en genésico caos; el afán de experimentación sobre una tela en blanco, que no es más que el empeño demiúrgico del artista, inexorable determinación de repensar (re-crear) el mundo.

La obra de Carlos Bautista, anárquico hacedor de composiciones cortadas y en capas, inestables y teñidas de franca ansiedad, exhibe una alborotada energía que nos engulle en su representación plástica. De formación autodidacta, (lo que se traduce aún en una diversidad de registros), muestra todo un temperamento ... que intenta transmitir la sensación de qué se siente estando en el mundo, un esfuerzo que va mas allá de las fáciles categorías de lo abstracto y lo figurativo.

El artista actúa haciendo y deshaciendo para luego volver a componer, en una suerte de collage, las piezas fragmentadas a partir de una trilogía inicial, parte crucial del proceso, creando un nuevo orden en base a una lógica en 'espiral', un puzzle dinámico, un juego de 'eterno retorno' del que somos prisioneros y, al mismo tiempo, independientes, para establecer sus lazos con el espacio cotidiano de la realidad percibida.

En esta exposición, Corrientes circulares, Bautista nos muestra formas sumergidas entre cremalleras de relieves, armoniosas superposiciones iconográficas que planean espacialmente entre laberintos cromáticos, tornándose etéreas y garabateadas, (eco de ciertas vanguardias históricas), y extendiéndose en un continuo de signos y gesticulaciones pictóricas, procurando tensión en la factura de su obra. 'Una rosa es una rosa es una rosa' sentenció, Gertrude Stein; y esta enérgica propuesta de Carlos Bautista, no hace más que confirmarlo'.