Esta exposición muestra varias piezas que comparten la singular expresión de la corporeidad del pintor catalán. Sus trazos, que llegan a ser feroces en algunos puntos, generan pinturas llenas de potencia, pero también de fragilidad. Los cuerpos de estas obras aparecen como lugar privilegiado por la experiencia, y esta, como posibilidad para la generación de espacios de encuentro, de diálogo y de complicidad. Alejadas de las representaciones contemplativas, de los colores suaves y las pinceladas netas, características de otras épocas artísticas, como el Renacimiento o el Modernismo catalán, las obras de Guinovart participan de la provocación, rompen con las proporciones apolíneas para reafirmar la vida sin huir del deseo ni de la sexualidad. Llegan al espectador y comparten con él la pulsión que solo puede darse desde el cuerpo y que tanto miedo produce todavía en ciertos sectores, como el religioso. Los cuerpos, pintados en muchas ocasiones sin rostro, propician...la posibilidad de entenderlos como lo otro o como algo nuestro. La «innecesidad» de personalizar y de esconder ninguna de sus partes permite percibirlos como expresión de lo que compartimos, lo que nos pertenece, lo que nos puede unir o separar. Por esta razón, proponemos una mirada estética que parte de la comprensión del cuerpo como condición necesaria para la resistencia, y esta, como articulación de la diferencia. Quedan a parte los opuestos, la lucha de contrarios y los binomios, para dejar paso a los matices, a un cierto grado de desobediencia, en calidad de empoderamiento del propio cuerpo, al redescubrimiento de lo que somos desde la fisicidad que nos caracteriza. Se trata de una resistencia hacia la normatividad, el control de los cuerpos, el movimiento y la gestualidad cohibida, las estructuras rígidas y las líneas y velocidades que imperan en nuestra vida, restringiendo los territorios para devenir. La percepción del cuerpo presente en las obras de Guinovart juega con las formas y proporciones, experimenta con la intimidad propia y con la compartida, resuena con su tiempo y con el actual, más allá de lo correcto. Nos pide compromiso con el contexto del que formamos parte, pero, sobre todo, con nosotros mismos.
Entrada actualizada el el 06 sep de 2017
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