La obra de Daniel Bilbao es poliédrica. A lo largo de su trayectoria pictórica ha resuelto enfoques figurativos y abstractos con una confluencia común: el entorno humano.

En sus inicios (1991 Daniel Bilbao. Galería Marta Moore) nos mostró una arqueología industrial en la que se sucedieron temas portuarios y estructuras arquitectónicas envueltos en una atmósfera metafísica. Más tarde encauzó una pincelada gráfica y gestual que derivará en expresionismo abstracto (1993 Paisajes). A partir de ahí una actividad convulsa le llevará a nuevos y diversos planteamientos estéticos (1995 Cartografías), en los que no ha dudado en abordar el lenguaje plástico idóneo para expresarse en cada una de las series que ha desarrollado a lo largo una veintena de años. La sobriedad de su paleta ha sido un nexo en su obra, caracterizada por una cocina elaborada y una predilección por el ... matiz.

En la muestra que ahora nos presenta, sorprende la apertura cromática de su paleta sin renunciar a la riqueza de matices. La colección compuesta por más de 40 obras en las que se combinan pinturas y collages, gira en torno al paso del tiempo, tanto por la estética de los personajes representados (finales del XIX, principios del XX, siglo XXI) como por la exquisita elección de papeles (algunos de ellos de datan de 1800), recortes, caligrafías, grafismos e imágenes impresas que aparecen en las composiciones. El autor se sumerge en diferentes épocas y toma como referencia a diversos personajes como iconos, unos conocidos otros anónimos, propiciando una singular armonía cromática y compositiva.